4 oct 2016

El charro de Toluquilla

Canta para vencer al SIDA
Gracias al festival “La Gran Fiesta de Cine Mexicano” tuve por fin la oportunidad de ver esta película con la que no había podido coincidir. “El Charro de Toluquilla” se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2016 (FICG31), en el cual se coronó como Mejor Documental Iberoamericano y con el Premio Infinitum que otorga el público. Fue reconocida como Mejor Documental Mexicano en el Mérida Yucatán Film Festival (FICMY), invitado por Robert De Niro al Festival de Cine de Tribeca en Nueva York, en donde el ya afamado protagonista se presentó vestido de charro obteniendo excelentes críticas.  Ya dejó su huella en Inglaterra en el Sheffield Doc/Fest, y como buen profeta en su tierra, la Gran Fiesta de Cine Mexicano le otorgó el galardón a Mejor Documental para cine hecho en Guadalajara. Su siguiente parada, el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (DocsMx) en donde encontrará fuertes competidoras en: “El hombre que vio demasiado”, “Tempestad”, “Baño de vida” entre otros.

El joven director, José Villalobos Romero, no sólo está consiguiendo un premio tras otro con su ópera prima, sino que también ha marcado un antes y un después en la vida de Agustín Jaime García Domínguez, mejor conocido como “El Charro de Toluquilla”. Es difícil que una película mexicana de buena calidad conquiste a la audiencia, más si estamos hablando de un documental, no de una película de comedia que es el género con mayores triunfos en taquilla.

“El Charro de Toluquilla” es un cantante de música ranchera, muy popular en un restaurante de Guadalajara. Jaime no tiene empacho en mostrar un estilo de vida que muchos de nosotros podríamos pensar inexistente a estas alturas de la modernidad, pero asomarse a su vida, es asomarse a una película de cualquier charro mexicano que hace honor a eso de ser borracho, mujeriego y bailador; claro que con el pequeño inconveniente de ser portador del virus del HIV.

Después de tener la oportunidad de platicar con tan carismático personaje, el cual ni lento ni perezoso se pone en modo coqueto y te besuquea a la menor provocación, puedo dar fe de la honestidad con la que este charro lleva su vida. Villalobos llevó toda esa humanidad en crudo a la pantalla, cinco años de convivencia con su protagonista, 250 horas de filmación y otras muchas más en la postproducción.

Por desgracia para “El charro de Toluquilla”, la vida no se vive sólo en el escenario, su legión de fans y chicas guapas que acuden a sus presentaciones, no están ahí cuando él va al médico, o cuando discute con la madre de su hija, hija que milagrosamente nació libre del virus que porta su padre. Agustín Jaime García Domínguez es un sobreviviente, sus limitaciones económicas, su enfermedad y los problemas personales pueden hacerlo agachar la cabeza, pero no han vencido su espíritu.

En mí cuadrada mente hay poco espacio para dejar de considerar su conducta como: irresponsable. Sin embargo, para Jaime, su realidad resulta una bendición.

“Varios de mis amigo ya se murieron de diabetes, cáncer, Parkinson o Alzheimer y yo sigo aquí, por eso abajo del título le pusimos “bendito sida” porque no he muerto. En esta película quise informar mi diagnóstico a la gente para que la gente se dé cuenta de que para el virus del VIH no importa si eres mujer, homosexual, lesbiana, hombre o mujer. Considero que el sida es un virus que se come tus fuerzas y que hay un medicamento retroviral desde hace 13 años que hace que el virus permanezca encapsulado y permite seguir durmiendo, comiendo, haciendo ejercicio y cantando”.

José Villalobos en una función privada en Cannes, consiguió la distribución de su documental para Europa, el director espera que la gira por festivales y los reconocimientos que consiga en el extranjero, le abran las puertas para su distribución en México. Personalmente estoy segura que la va a conseguir y que este documental puede ser, al menos de manera local en Guadalajara, una cinta que cambie los antecedentes de los ingresos en taquilla para una película de este tipo. ¿La razón?, el carisma de su protagonista, tal vez hasta el morbo de acompañarlo a los rincones de su intimidad y tener la oportunidad de sentarse a juzgar una vida.

Mi recomendación, si es que alguna vez se topa con este documental, es que se dé la oportunidad de verse a sí mismo en la vida de este tan alegre charro. No importa lo distante que pueda parecer ese personaje extraído de una película de machos de la época de oro del cine mexicano; en mayor o menor grado veremos reflejada la relación que tenemos con él, en cuanto a la responsabilidad con que ejercemos nuestra libertad sexual y la manera en que afrontamos sus consecuencias.












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