11 may 2015

Feminismo en las filas del EZLN

"Ellas son nadie como ninguno de nosotros lo es"


“San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 6 de mayo. “Si a una mujer le pegaba su marido no podían reclamar. Si pedía auxilio a las autoridades, no les hacían justicia. Quedábamos humilladas, avergonzadas por ser mujer”, recuerda la comandanta Miriam, En el Seminario el Pensamiento Crítico frente a la Hidra capitalista, al exponer el difícil camino que han tenido y tienen que recorrer como mujeres indígenas, para que se les respeten sus derechos”

En enero de 1994 tuvo lugar el levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), unos meses después se comenzaron a formarse municipios autónomos en el estado de Chiapas y la lucha zapatista comenzó a ganar terreno. Uno de los primeros cambios que hicieron fue la de crear una Ley Revolucionaria de Mujeres, ésta ley incorpora a las mujeres a la lucha revolucionaria sin importar su raza, credo, color o filiación política, con el único requisito de cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos de la revolución. Además tomando en cuenta la situación de la mujer trabajadora en México se incorporan sus justas demandas de igualdad y justicia.

Las líderes femeninas comenzaron a surgir y transformarse en figuras icónicas del movimiento, una de ellas, la Comandanta Ramona, mujer tzotzil de pequeña estatura, tez morena y ojos negros, considerada el arma más importante y el corazón del Ejercito Zapatista, con su frase “Nunca más un México sin nosotras”. 

La Comandanta Ramona ya no está, su muerte dejó un gran vacío en las filas zapatistas, pero dejó también un gran número de mujeres que se han entregado a la defensa de sus derechos como indígenas, pero sobre todo a la defensa de sus derechos como mujeres.

Sexismo, feminismo, feminicidios, violaciones, violencia contra la mujer, son temas que se mantienen en el “trending topic” de la lista de violaciones de los derechos humanos en México, pero esto no significa que todo el mundo, o todas las mujeres lo traduzcan de la misma manera. El feminismo tiene muchos colores, cada tipo de mujer lo ejercerá a su manera, con las mujeres zapatistas los tintes del feminismo son diferentes a los de las feministas contemporáneas, porque sus condiciones son muy diferentes, no se puede decir que sea mejor o peor, sin embargo, hay quienes afirman que su fuerza es indestructible, así como lo menciona Silvia Marcos en su libro “Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas”.

Durante el Seminario el Pensamiento Crítico frente a la Hidra capitalista, la resistencia de las mujeres zapatistas, el subcomandante Galeano (antes Marcos), compartió que las mujeres no solo luchan contra el sistema, “sino contra nosotros, los hombres”. Estas mujeres están rompiendo moldes y se están quitando de encima el papel que se les había impuesto, si los logros que han conseguido a 20 años de lucha son muchos, las dificultades y obstáculos que se han encontrado han sido muchísimos más.

Las insurgentes zapatistas dejaron su vida cotidiana, muchas de ellas renunciaron a una familia para instalarse en un campamento de montaña, con su llegada a la rebelión se daba inicio a la profecía que anunciaba: “Ningún hombre podrá nunca decir que te venció”. La mayoría de ellas tiene aversión a los templetes, prefieren el anonimato, pero cada vez más se acercan a las tribunas a dejar sus mensajes, las insurgentes hablan a través de las redes sociales, de la radio, de boletines de prensa, siempre encuentran la manera de seguir llevando sus mensajes a otras mujeres, zapatistas o no, indígenas o no.

En la trasmisión de radio de este foro se dio lectura a diferentes testimonios, algunas utilizan palabras fuertes para imprimir esa misma fuerza a sus mensajes, éstos son algunos de ellos:

“Ustedes (hombres) son pero bien pendejos, creen que nos arreglamos para agradarles, o como dicen ustedes, porque estamos queriendo o buscando. Ya va siendo hora de que entiendas  que nos arreglamos porque nos da la gana, porque así nos sentimos más cómodas o porque nos gustan esos zapatos, o esa blusa o esa falda. Total, muy nuestros pies y muy nuestro cuerpo”

“Los hombres son como cazadores esquizofrénicos, creen que la ciudad es un coto de caza y que las mujeres son como animales idiotas que hacemos todo lo posible para convertirnos en blancos fáciles. Cualquier cazador sabe que no es así, pero los varones “machistizados” son tan imbéciles que piensan: no sólo que las mujeres somos una “pieza a cobrar”, sino que además somos una pieza que hace todo lo posible por ser descubierta y por ponerse en la mira del disparo de bala o de semen”.

El sexismo puede tener límites muy sutiles, líneas que tal vez no alcanzamos a ver, ellas afirman que los piropos por muy inocentes que sean o parezcan pueden (y con razón) ser recibidos como acoso. Las mujeres en México viven con miedo, y no es para menos con los números de feminicidios y violencia de género que existen. Los hombres que acosan no quieren “ligar” o tener sexo, quieren dominar, mandar, violentar.

Los insultos machistas están tan arraigados a nuestra historia que las mujeres también los utilizamos, sin darnos cuenta las mujeres atacamos a otras mujeres con las palabras que los hombres inventaron: puta, ofrecida, roba maridos… Cada mujer tiene su historia, sus fantasmas y sus terrores, cada vez más son las que buscan como vencerlos. Desgraciadamente son las noticias de la gran cantidad de mujeres que están siendo abusadas lo que nos lleva a entrar a esa lucha ¿cuántas mujeres más tendrán que morir para que todas abran los ojos a lo que está pasando?

Las insurgentes niegan que existan hombres feministas, hay hombres “más a modo” aseguran, pero feministas no. Todavía no ha nacido el hombre que pueda impregnar con su sangre menstrual una toalla sanitaria. “Nunca van a poder ponerse de éste lado, nunca van a desear o temer embarazarse, nunca van a parir, no van a padecer la menopausia. Nunca van a sentir miedo de salir a la calle a plena luz del día, de pasar frente un grupo de hombres. Nunca van a nacer crecer, vivir, con el temor que surge de ser lo que se es”. Sólo las mujeres pueden saber exactamente qué significa ser mujer en nuestro país y el riesgo que eso representa.

Las mujeres no desean “no ser mujeres”, no maldicen el haber nacido mujeres, pero quieren que ser mujer deje de ser una marca, un pecado, el estigma que nos predestina a ser víctimas directas. En el zapatismo no existen las etiquetas: alta, chaparra, gorda, flaca, güera, prieta, vieja, joven; en el zapatismo hay un movimiento que te respeta porque te ama como eres y que al mismo tiempo te hace ser mejor persona…mejor mujer.


Cada mujer una trinchera, cada una es responsable de exigir el respeto que se merece como mujer y como ser humano. No todas somos indígenas, no todas llevamos un pasamontañas, ni emigramos a la montaña para formar un ejército,  pero todas llevamos sobre los hombros la historia que nos ha condenado y por la que hoy es necesario luchar para evitar que más mujeres sigan muriendo por eso, por ser mujeres.









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