Beasts of no Nation
Cary Joji Fukunaga
Netflix sigue en el candelero, no sólo le ha dado un golpe bajo a HBO, uno de sus más fuertes competidores, con una ventaja de 124 mdd y pisándole los talones con los premios recibidos por sus series y documentales, sino que tuvo a bien tomar 6 de esos muchos millones para incursionar con su primer largometraje “Beasts of no nation”.
“Beasts of no nation” está basada en la novela homónima de Uzodinma Iweala (2005) y fue filmada en Ghana bajo la dirección y guion de Cary Joji Fukunaga (True Detective, Sin nombre). El Sr. Fukunaga prometía desde estudiante y ha recibido excelentes críticas por su trabajo, seguramente su nombre se volverá a escuchar en las siguientes premiaciones. Por lo pronto la película ya estuvo nominada al León de Oro y se llevó el premio al Mejor Actor Emergente para Abraham Attah en el pasado Festival Internacional de Cine de Venecia.
Sin especificar un lugar nos encontramos con un grupo de niños jugando (cual debe) en una aldea de la selva africana. Agu (Abraham Attah) vive junto con su familia en una zona neutra durante una guerra civil. Ante el inminente avance de la guerra el padre de Agu (Kobina Amissah-Sam) trata de poner a salvo a su mujer (Ama K. Abebrese) y a sus hijos pequeños para quedarse a proteger su patrimonio del saqueo de la guerra. Agu es obligado a quedarse con su padre y hermano y correr la misma suerte que ellos. Aunque logra salir vivo de la ocupación de su aldea, cae en manos del Comandante de las Fuerzas Rebeldes (Idris Elba), quien se encargará de convertir a Agu en uno de sus mejores soldados.
A la luz salió todo el calvario que la producción tuvo que pasar para poder filmar la película. Cinco semanas de filmación en plena temporada de monzón, en donde las inundaciones y la falta de recursos son comunes en la selva, sin saber si la lluvia iba a durar 20 minutos o 20 horas; algunos miembros del equipo fueron encarcelados a punta de pistola, Fukunaga contrajo malaria y Elba cayó de un acantilado en donde por pura suerte no perdió la vida. Bueno, pues todo esto es una cama de rosas comparado con la historia de la película.
Las narraciones intermitentes de Agu nos van dando los detalles de la transformación de un niño en un demonio:
“Vi cosas terribles e hice cosas terribles. Si te cuento lo que hice, pensarías que soy una bestia o un diablo. Soy todas esas cosas. Pero también tuve una madre, un padre, a mi hermano y mi hermana. Ellos me querían…”
La cinta tiene secuencias asombrosas, los contrastes entre la belleza de la naturaleza y la crueldad son impresionantes. Las primera escena denota la inocencia de los niños, aunque proyecta sus limitaciones, deja ver su felicidad a través de ellas. Sin duda una película que duele, una experiencia sensorial no muy agradable, si usted es de los que ven películas por divertirse. Una película que sanciona y que señala con un dedo acusador el atroz hecho de convertir a los niños en máquinas de guerra.
“La muerte es el único modo de no luchar más. La gente muere así todos los días. Cada persona que conozco muere, y pienso: Sí esta guerra terminara algún día, no puedo volver a hacer cosas de niños”
La dirección es casi impecable, el peso del guion nos deja un montón de frases tatuadas que al menos a mí, me oprimen el corazón. Las actuaciones soberbias, mucho trabajo le va costar a Idris Elba quitarse ese personaje de encima, un cruel e inhumano mercenario al que pocos se aguantan las ganas de escupirle en la cara. Para Abraham Attah era su primera película, su entrenamiento actoral era prácticamente nulo ¿de dónde sacó Fukunaga la brillante interpretación de Agu?, no lo sé. Aunque él diga que bastó con decirle “no sonrías” no puedo creer que la actuación sea tan simple como eso.
“Las balas arrasan con todo, la hojas, los árboles, el suelo, las personas. Se comen todo. Sólo hacen sangrar a la gente por todos lados”
La fotografía es tan bella como aberrante, la música se encarga de enfatizar este hecho. Los primeros planos se pueden volver un martirio cuando vemos en ellos miradas desoladas que van de las víctimas a los victimarios. Me gustaría decir que al final encontrará consuelo después de más de dos horas de sufrimiento, pero es algo que usted nos tendrá que decir. Actualmente hay más de 120 mil niños soldados en África, 300 mil en todo el mundo, estas cifras no son para nada esperanzadoras.
“Ahora somos como animales salvajes deambulando sin rumbo. Sol, ¿por qué brillas en este mundo? Quiero tomarte en mis manos, apretarte hasta que ya no brilles más. De ese modo todo será oscuridad y nadie podrá ver las cosas terribles que pasan aquí”
La película está disponible en Netflix desde finales del mes de octubre, millones de personas tienen acceso a ella por una cantidad que da risa. Netflix se pone terco en marcar sus propias reglas, mientras los empresarios de las salas de cine protestan por su incumplimiento con las reglas de proyección “Beasts of no nation” se perfila para hacer historia.
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