La Cumbre Escarlata
Guillermo del Toro
Majestuosa.
Y tal vez debería decir
punto final, no tengo más comentarios, pero esa no soy yo, así que mejor me doy
prisa porque todo el mundo ya quiere saber lo que Guillermo del Toro nos trae
en su última película, La Cumbre Escarlata.
Tal vez los adjetivos que
conozco no me alcancen para no sonar repetitiva, quiero decir todo y no quiero
decir mucho lo cual me resulta muy complicado. No le voy a decir de qué se
trata porque seguro ya lo sabe, y si no lo sabe, será mejor que se entere
dentro de la sala de cine en donde quedará atrapado al minuto dos de la cinta.
Los protagonistas son
tres: Edith Cushing (Mia Wasikowska) una joven escritora. Thomas Sharpe (Tom
Hiddleston) un enigmático burgués y su todavía más enigmática hermana Lucille (Jessica
Chastain). El reparto también incluye a Charlie Hunnam (Dr. Alan McMichael), Jim
Beaver (Carter Cushing) y el que no puede faltar en las películas de Del Toro,
el poco agraciado Doug Jones (Mamá de Edith y Lady Sharpe).
Muchos se han referido a
ésta película como “la consagración de Guillermo del Toro”, yo, honestamente,
espero que no lo sea. Es impactante, su diseño de producción raya en lo
alucinante, usted puede empezar a babear casi de inmediato y maravillarse con
cada escena mientras la película avanza.
Es de todos conocido que
“El Gordo” es un asiduo lector y un adicto a los comics, casi en el mismo nivel
que su pasión por el cine, así que muchos podrán identificar a sus figuras de
admiración como Edgar Alan Poe, H.P. Lovecraft, Mary W. Shelley (a quien
dulcemente menciona), De Alfred Hitchcock veremos asomos de “Rebecca”, tal vez
algo de “Gasligt” de George Cukor y de
“Two Sisters” de Kim Jee-woon. Bueno, quizá algo de cada película que tenga una
casa terrorífica y un duelo entre mujeres.
En alguna entrevista que
leí, Del Toro dice que “Crimson Peak va a ser como una película de Deborah
Kerr, pero a lo bestia”. No sé si las señoritas Wasikowska y Chastain se puedan
comparar con la Señora Kerr, pero ambas dos entregaron una muy buena actuación.
Las nuevas chicas taurinas representan a una mariposa saliendo del capullo a la
luz y a una polilla retorciéndose en la oscuridad. El joven Hiddleston no se
queda atrás, pero su papel tiene altos y bajos.
Una mansión Sharpe que los
va a llevar del estremecimiento a la fascinación, nunca una finca en ruinas fue
tan esplendorosa. Hundiéndose en un pantano de arcilla carmesí por los pecados
que ahí se han cometido. Los entes que la habitan se escurren sangrantes por
los muros de la gótica mansión. Femeninos espectros de horrorosas facciones,
que por alguna extraña razón no resultan tan atemorizantes. Figuras a las que
Del Toro no nos tiene muy acostumbrados, no me parece mucho de su marca
personal, maravillosamente complejos eso sí. Me hubiera gustado verlos más a lo
largo de la cinta, no importa que hubiera tenido que pagar mi atrevimiento con
un par de gritos.
Una gran ausente en la
película fue la música, y no es que sea una película silenciosa, pero le faltó
intensidad. La Cumbre Escarlata requería una música memorable, una banda sonora
para la posteridad. Algo que estremezca, que nos haga temblar, me parece que
fue en gran medida lo que le robó suspenso a la cinta. Así que a Fernando
Velázquez no le pongo estrellita.
El diseño de producción
de Thomas E. Sanders es magnífico, pero puede caer como un manto negro sobre
los demás puntos de la película. Habrá que ponerse a nivel de su trabajo, las
actuaciones lo consiguieron, pero a la historia le faltó peso. Del Toro junto
con Matthew Robbins y Lucinda Coxon estuvieron a cargo del guion, más eso no
impidió que fuera ligeramente predecible.
Rara vez lo hago, pero
esta vez sería un pecado omitir la mención del Director de Arte Brandt Gordon y
a los responsables de la decoración del set, Jeffrey A. Melvin y Shane Vieau.
La fotografía de Dan Laustsen ¡brillante!, quiero decir, oscura pero
brillante…usted me entiende.
La última mención
honorífica es para los bichos, sí, leyó usted bien, los bichos son
espectaculares y esa sí es toda la mano del Gordo. Minúsculas maquinarias
llenas de detalles que pueden ser, por mucho, más aterradores que sus propios
monstruos, ni la madre naturaleza pudo ser tan perfecta. Fue parte de lo que
más me gustó de la película.
Crimson Peak es demasiado
roja, tan escarlata como es posible, al grado que el carmesí raya en oscuridad.
Rojo, rojo, rojo intenso, no brillante como el de Ingmar Bergman en “Gritos y
Susurros”, un rojo de pasión contenida y belleza que explota en ríos de sangre.
No es aterradora, lejos
quedó de una película de terror, es un buen thriller que curiosamente gira
alrededor del romance. Tal vez para muchos pueda resultar en que su misma
belleza la condena, con todo y sus defectos salí maravillada de la sala. Mi
admiración por Guillermo del Toro puede nublar mi juicio, más no al grado de
decir que lo mejor que ha hecho, porque este hombre todavía tiene mucho para dar
y su evolución se nota.
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