19 may 2015

El gran pequeño

The Little Boy
Alejandro Gómez Monteverde


Tal vez ustedes no lo sepan, pero resulta que soy una cobarde, quizá la cinéfila más cobarde que existe; me gusta echarle muchas porras a las películas que me gustan y muchas veces soy condescendiente con otras que no tanto, pero tengo serios problemas cuando se trata de hablar mal de una película.  Si no me gusta prefiero no escribir nada antes que “hablar mal”, claro que hay películas tan malas que te sientes con la obligación moral de evitar que la gente pierda su tiempo con ellas, pero  confieso que el conflicto existe.


Ya han pasado varios días desde que vi The Little Boy (El Gran Pequeño) y les puedo contar maravillas del despliegue de marketing que hicieron para el estreno, digamos que le invirtieron casi tanto como a la película porque hay Little Boy por doquier. Cientos de invitados, todos con palomitas y refresco en mano cortesía de la producción, publicidad, entrevistas y  toda la parafernalia propia de los grandes eventos de Hollywood.

La película habla de una  familia típica americana en tiempos de la Segunda Guerra Mundial,  Pepper (Jack William Pelissier) es un niño de ocho años con problemas de crecimiento por lo que es víctima de las burlas de todos los niños en el pueblo.  James, su papá (Michael Rappaport), se convierte en su único y mejor amigo. Su hermano mayor London (Davie Henrie) es rechazado para enlistarse en el ejército, por lo que será su padre el encargado de ocupar su lugar. Emma Busbee (Emily Watson) tendrá que hacer de madre y padre para sus dos hijos y controlar el coraje de uno y la desilusión del otro.

Todo se pone más complicado para el pequeño Pepper al quedar atrapado entre la fantasía de poseer superpoderes y la intervención de los párrocos del lugar  Oliver (Tom Wilkinson) y Crispín (Eduardo Verastegui) quienes quieren transformar en fe las fantasías del niño.

Una película mexicana, hecha por mexicanos (al menos en el backstage), filmada en estudios mexicanos y con un seguramente no muy mexicano presupuesto, aunque el apellido Azcárraga aparece en los créditos. Los actores principales son de primerísima línea con Emily Watson y Tom Wilkinson a la cabeza, también participan Cary-Hiroyuki Tagawa y Kevin James,  James no es así que tú digas: ¡qué bárbaro, qué actorazo!, pero taquillero sí. Todos ellos giran alrededor del Jack, al que todos llaman “el descubrimiento”, un niño que nunca antes había actuado y con el que, supuestamente, se toparon por casualidad. Hasta parece que trae dramática historia debajo del brazo (información por confirmar) para hacer más llamativa su participación en la cinta.

Todo lo anterior podría dar lugar a  una excelente película, qué maravilloso sería si todos los cineastas mexicanos contaran con un respaldo de este tamaño, pero desgraciadamente el guion la echa totalmente a perder. No dice nada, al menos nada que pudiera tener sentido y que justifique todos los millones de dólares que se invirtieron en ella. Creo que en un país como México cuando se hace una película así se debería de acusar de ¡Alta Traición!, y castigar a los culpables, digamos desterrarlos porque luego me regañan por violentarme. Pecado mortal es tirar a la basura el dinero que puede resultar en grandes películas, ¿por qué invertir tanto dinero sólo para ver llorar a Emily Watson como si fuera Libertad Lamarque?

Una película cursi y manipuladora, cero simpática, a pesar de los esfuerzos por meter uno que otro chistecillo local. Pudo tener un cierre que la levantara un poquito, pero ¡¡No!! Ahí van a buscarle tres pies al gato. Si Steven Spielberg se sintió indignado con La Vida es Bella, Little Boy lo hubiera matado de un coraje (ET no lo permita), ya no sé ni qué decir… estoy hiperventilando.

Lo peor de todo, y mira que siento que el hígado me crece, es que muchos la van a adorar, así como adoraron No se aceptan devoluciones o El cielo es real (Heaven Is for Real) de Randall Wallace,  para no verme malinchista, o cualquier otra película que utilice el nombre de Dios para manipular en vano son películas que generalmente la gente ama. A ellos no puedo decirles más que espero que la disfruten, en gustos se rompen géneros y a los cobardes los castiga Dios.

Que Jack, ese niño güerito bonito me perdone, pero prefiero a Martín Castro (El Jeremías) y su inexperiencia en el cine, a  la forzada actuación que llevaron al que podía ser El Gran Pequeño. La cobarde salió del closet. Amén.




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