El Dolor Imperial que causa Bajo la Misma Estrella
Por lo general trato de no hablar de lo que no sé, no siempre lo consigo pero bueno,lo intento. Comienzo por confesar que no he leído el libro Bajo la misma estrella de John Green, es un libro que me pidió mi hija, que leyó y que bueno obviamente como los miles y miles… ¿o millones de adolescentes serán? Quería ver la película, otra de esas películas que han venido saliendo de los libros para adolescentes que están haciendo el milagro de poner a nuestra juventud a leer. Bueno el caso es que aunque no quería ver la película hasta leer el libro, la prisa de mi “puberta” me convenció de verla.
Alguien me dijo que cuando
hablo de películas no hago una reseña, que las reseñas son otra cosa y tengo
una amiga que realmente es buena para eso, pero lo mío, según me dicen, es una
reflexión de la película; lo cual en este caso en particular lo acepto sin
chistar. Poco voy a decir de una película que envuelve emociones tan fuertes
con actores tan jóvenes, quienes por cierto, no lo hacen nada mal. Mi querido
Willem Dafoe, el actor con más tablas de toda la película, encarna al escritor Peter
Van Houten autor del libro “Dolor Imperial” sobre el que gira la película (y el
libro) y que no son más que parte de la misma novela…porque no existen. Su
pequeña participación es intensa y ayuda mucho a los chicos a sacar lo mejor de
ellos en la película.
Hace 15 años que trabajo con
pacientes con cáncer, hace 15 años he sido parte de esa etapa tan difícil de
aferrarse a la vida de mucha gente. No quiero hacer menos el dolor de nadie, ni
menospreciar lo difícil que es para cualquiera que pase por una enfermedad como
esta; pero en estos años me he percatado de lo devastador que es una enfermedad
como el cáncer en los adolescentes y de igual manera en sus familias. Tratar con
los niños sencillamente me demanda más entereza de la que a veces puedo llegar
a tener, aunque nunca me ha llegado a vencer, al menos no delante de ellos,
siempre he podido conseguir ese equilibrio entre la autoridad y la paciencia y
entre su confianza y su sonrisa.
Ser adolescente es por mucho
uno de los mayores retos de la vida, esa lucha entre crecer y no crecer, entre integrarse a un mundo y ser
único al mismo tiempo. Esa supremacía que los
lleva a querer comerse el mundo a mordidas. La rebeldía, la
independencia, los padres, los amigos. Científicamente comprobado es la edad en la que más cambios bioquímicos
pasan por el cerebro humano, una guerra de hormonas y emociones. ¡Wow! Demasiadas
cosas al mismo tiempo para quien se está descubriendo a sí mismo. Ahora
cuélgale una enfermedad terminal, que no sólo les va menguando su calidad de vida, sino que su conciencia tiene la capacidad de entender que su vida no llegará
muy lejos.
La película refleja todo
esto perfectamente, sentía que era una película que ya había visto demasiadas
veces, me he topado con esa rebeldía, con ese enojo ante la injusticia de esta
enfermedad que simplemente no saben hacía dónde dirigirlo. Los más cercanos son
obviamente los padres, que están a nada de partirse en pedazos por acompañar a
sus hijos en un camino como este y la verdad reconozco que es esta parte la que
conocía bien, con esta parte era con la que me sentía identificada, por esta
parte pido a Dios todos los días que libre a mis hijos de pasar por una
enfermedad así. Sin embargo me desentendí del otro lado, del lado de los hijos
a los padres. De esas represiones de dolor, no digo físico, sino emocional por no
hacerlos sufrir, de sentirse con la responsabilidad de los momentos de
felicidad que un padre con un hijo enfermo puede tener.
Creo que será la película
más lacrimógena de la historia por mucho tiempo, en donde cada espectador toma
el lado de la emoción que lo hace llorar, los sollozos se escuchan por toda la
sala, pero yo estaba concentrada en los de mi hija y los míos, cada una situada
en su lado de la emoción. ¿En qué coincidimos? En vivir la vida al máximo, en
disfrutar esos famosos días buenos, en vivir el amor por sobre todas las cosas,
sea el tipo de amor que sea, el amor de padres a hijos, de hijos a padres, de los
amigos, de ese amor a los extraños que son compañeros de lucha que sólo conocen
los que están lidiando una misma batalla, de ese insuperable primer amor.
No he leído ninguna crítica
de la película, ni la quiero leer, no quiero saber quién está de acuerdo o en descuerdo, La historia está hecha para que cada quien tome su parte de
identidad con ella, sobre todo los que la están viviendo en carne propia, también están los otros, los que viven con el
miedo de verse en ella y seguramente estarán los ajenos a todo este mundo que
sólo ven un amor tormentoso. Como dice mi admirado Óscar de la Borbolla: “lo
que se escribe del amor, siempre son las vicisitudes, las desgracias”. O como
los solía llamar García Márquez: “los amores contrariados”, porque el amor
feliz no tiene historia”, dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario