De urbanidad y buenos modales
Ni
Carreño se sabía estas, y si las sabía las guardó solo para él y las disfrazó
para hacerlas públicas. Ese bendito sonsonete de media hora antes de que llegue
la visita. Cómo había que portarse, qué hacer y qué no hacer. Cuando eres niño
las visitas adultas por lo general no nos emocionan y menos cuando son esos
parientes que no sabías que existían, esa tía que en tu vida has visto, el
tener que comer “eso” que pa’ empezar ya se ve muy mal y aparte hay que hacerlo
con buena cara, porque comerse lo experimentos de tu madre es una cosa pero
comerse los de otra gente… diplomacia creo que le dicen en otros países. Eso
sí, mamá siempre saldrá a disculparte, extrañada por ese comportamiento que
jamás habías mostrado… ¡ajá! Ah pero llegando a la casa te aplicará el
correctivo correspondiente
¿Y
qué tal cuando la plática estaba buena y te corría? Ella siempre salvaguardando
tu integridad y la pureza de tus castos oídos, no creas que era para que no te
fueras enterar de algo, o lo que es peor, te fuera a dar por opinar a media
platica y no le fueras a decir a tus tías o a la vecina lo que en realidad se
dice de ellas, porque no se tu, pero a mi alguna vez se me salió el que: “mi
mamá dice que…” y ándale que la echo de cabeza con la sacrosansata comadre a la
que tanto quiere y todo ¿por qué? Pues por andar de metiche en lo que no me
importa, si bien me lo decía mi madre.
¡Saluda
m’ijito!
¿Cómo
se dice?
¡Pórtate
bien!
¡Enderézate!
¡Siéntate
bien!
¡Baja
los pies!
¡Dale
beso a tu tía!
¡Te
comes todo lo que te den!
¡Si
te encanta lucirte delante de la mendiga visita!
¡Síguele
y verás!
¿Qué
se te perdió? ¡Esta plática no es para niños!
¡Ve
a ver si ya puso la puerca!
¡No
estés de metiche!
¡¿Quién
te habló?!
¡Pero
si parece que lo haces adrede!
¿Qué
va pensar la gente? ¡Que no les enseño nada!
¡Ah
pero deja que lleguemos a la casa!
¡Ah
pero no te podías aguantar!
¡La
gente va a pensar que no tienes madre que te eduque!
Sana,
sana colita de rana
¡Doctor
sálveme! Mi mamá me quiere curar, o al menos eso dice ella porque a mí me da la
impresión de que es otra cosa.
¿Se
cayó el niño?, ¿se machucó su dedito?, ¿le sacaron el mole? Pues nada bueno
debió de andar haciendo el chamaco, porque si se hubiera estado quietecito tal
como su mamá se lo decía, pues claro que no le habría pasado nada, pero no, ahí
vas, ¡ahí vas!
No
os preocupéis eres el poseedor de una madre que todo lo puede y todo lo cura,
además ya casi nadie se muere por los efectos de la herbolaria. Es bien sabido
que el conocimiento se transmite de generación en generación, pero ¿de dónde
salió tanta mezcolanza? Entre hierbitas, aceites, sobadas, asoleadas y/o
serenadas, ¿no será que algo se les ha tergiversado con el paso de los años?
Mira
sabe, el caso que aquí estamos, al menos la mayoría, después de litros y litros
de aceite de hígado de bacalao, de sobadas pal’ empacho, friegas con alcohol,
salivita para desinfectar, hilitos (rojos por supuesto) para quitar el hipo o
para sanar perforaciones de oídos, tecitos de hierbabuena pa’ la pancita o de
gordolobo pa’ la tos, baños de agua fría para bajar la calentura, bistecito
para el ojo morado, hielo para la boca hinchada, dos metros de hilo y una
puerta para extraer dientes, especias para lo que duela (clavo en la muela,
ruda para los oídos), agujas chamuscadas para quitar astillas o para tronar
ampollas; bueno hasta revisión de desechos post ingesta de metales pesados
(monedas, tornillos, medallitas, etc.)
¡Sana,
sana colita de rana, sino sanas hoy, sanarás mañana!
(La
panacea)
¡Ven
pa’ levantarte! (sin comentarios)
¡Ven
pa’ sobarte! (mejor no vayas)
¡Se
te van a salir las tripas!
¡Vuélvete
a trepar! (para que te vuelvas a caer claro)
¡No
sabe feo! (sabe horrible)
¡Es
por tu bien! (pero no parece)
¡No
te va a doler! (ajá)
¿Quién
te manda? (a treparte, a pelearte, o a cualquier cosa que se te ocurra)
¡Si
lo escupes te lo doy doble! (degustando el aceite de hígado de bacalao o de ricino)
¡Se
te van a pegar las tripas! (si se te tragaste el chicle)
¡Te
va a salir un árbol! (si te tragaste o metiste una semilla por salva sea la
parte)
Saliendo
y regresando
Llegó
el momento de sacar la artillería pesada, todo se vale para calmar la edad de
la choca, porque dónde sino en la
adolescencia es donde las almas se descarrilan y a los cuerpos les da por
salirse del huacal.
Aquí
te descubres el inventor de las más grandiosas excusas (según tu), y nada que
de alguna manera se las huele. Algunas veces serás la victima porque en
realidad no es tu culpa sino de los “amigotes” que te cargas, o que tú le haces
pensar que te cargas, porque claro siempre fue fulanito o perenganito quien
empezó el desmadre y a ti no te quedó más remedio. Otras veces serás tú el que
resulta que andas sonsacando a otros, todo dependerá de la imagen que tu mamá
tiene de ti.
Que
si se nos ponchó la llanta, que a la burra de zutanita se le pasaron las copas
y ¿cómo la íbamos a dejar así en su casa? no me di cuenta de la hora, yo no
traía carro me tuve que esperar a ver quién me traía….en esto nos podemos
quedar toda la vida haciendo lista de todas las excusas que inventaste algunas
vez y que generalmente no progresaron porque se toparon con alguna de estas
frases:
¡Ajá…y
yo nací ayer!
¿A
quién le pediste permiso?
¡Ni
creas que voy a estar esperando despierta!
¡Mientras
vivas en esta casa…!
¿Qué
horas son estas de llegar?
¡Toma
pues, pero no vayas a emborracharte mucho porque no vuelves a salir eh!
¡Me
tienes con el Jesús en la boca!
¡Aquí
no es hotel!
¿Qué
no se cansan nunca?
¡Nada
bueno andan haciendo en la calle!
¡Si
hasta parece que te mandas solo!
¡No
te sorprendas si encuentras tus cositas en la calle!
¡Candil
de la calle!
¿Me
estas pidiendo permiso o me estas avisando?
¡Te
quiero ver llegar igual que como te vas!
¡Cuando
te mantengas podrás hacer lo que tú quieras!
¿Dónde
andabas?
¡Me
tienes con el alma en un hilo!
¿Así
me pagas todos mis desvelos?
¡Y
si no te gusta, la puerta está muy ancha!
Continuará...
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