A los rezongones
¿Alguna
vez se te ocurrió contestarle un decibel por arriba del máximo permitido? Si tu
dentadura sigue en su lugar considérate afortunado. ¿Se te ocurrió defenderte o
salir corriendo? ¡Dios que te perdone!
Creo
que pocas cosas “molestan” más a las acongojadas madres que la falta de
sumisión de sus hijos. Serenidad hermano para
aceptar un regaño o un castigo de buena gana, pero mucho cuidado, que también puedes caer en el
error de hacerla pensar que te vale y ¡aguas! Eso es peor, creo que siempre fue
mejor así como que rezongar un poquito, pero sin bajar la guardia claro, que
todavía está demasiado cerca y te podía acomodar otro.
¡No
me rezongues!
¡No
me contestes!
¡Cállate
y contéstame!
¡Te
voy a voltear la cara de un manazo!
¡A
la esquina vas a ir a juntar los dientes!
¡Pero
me las vas a pagar cabrón!
¡A
la una, a las dos y a las…!
¡Si
corres te va peor!
¡Se
te va a secar la mano!
¡Ah
pero deja que llegue tu padre!
¡Vas
a hacer buches de lengua y dientes!
¡Ah
pero no fuera tu noviecita, a esa si le contestas muy bonito!
¡Ya
tendrás tus hijos!
¡Te
voy a lavar la boca con jabón!
Los eternos pleitos
¿Qué
sería de la apacible vida familiar sin los pleitos? Sin esas “ganas de estar
jorobando”, porque el final todo se resume en eso, no era necesaria una razón
de peso para comenzar un pleito se puede decir que hasta era una necesidad.
Para
los hermanos no hay diferencias, si eres
hombre o mujer, el más grande o el más chiquito, ni quien empezó y quien
terminó, el chiste es agarrarse; pero para la mamá es otra cosa, seguramente
ella no alcanza a entender que en realidad no hay bronca, que a los cinco minutos
seremos súper cuates y cómplices en su contra otra vez.
¡Juegos
de manos son de villanos!
¿Qué
no ven que son hermanos?
¡Los
voy a amarrar como a los bueyes hasta que se quieran!
¡Si
se van a matar háganlo afuera que acabo de limpiar!
¡Fariseos!
¡Se
van a matar!
¡El
que se lleva se aguanta!
¿Qué
no ves que él está más chiquito?
¡Ay
cabrones me van a matar de un coraje!
¡Detén
a tu hermano o te va ir igual!
¡Aquí
la única que pega soy yo!
Ayudando en el hogar
¿Qué
sería de ti si te hubieras quedado con la tonta idea que lo único que hacen los
niños es jugar? Si no hubiera sido por tu sufrida madre que te enseñó que tienes
responsabilidades por cumplir, o ¿qué, pensabas que todo lo tenía que hacer
ella?... o sea ¡Hello!
“En
el pedir está el dar” y ella sabía exactamente como pedirlo, porque si la frase
no era suficiente pues alguna restricción vendría acompañándola, así que para
ir a “esa fiestecita” había que talonearle.
En
estos menesteres no era recomendable hacerla enojar, ya que corrías el riesgo
de encontrar tu colección de posters de Menudo o Luís Miguel tirados en la
basura o tus naves de Star Wars en el bazar de caridad del Padre Cuellar, con
él fue a dar mi muñeca con el pelo de peluche verde y el brazo descosido, así
como mi bici naranja con el asiento de florecitas. Si de desentilichar se
trata… ¡no mercy! Y si lo hace de malas…¡menos!
¡Talegones!
¡Levanta
tu tiradero!
¡Si
parece muladar!
¡Huevones!
¡Aquí
nadie hace nada!
¡Todo
yo, todo yo!
¡Parezco
su criada!
¡Les
gusta vivir en la mugre!
¡Aunque
sea levanta las patas para que pueda trapear!
¡Yo
con la ciática y tu echadote!
¡Pobre
del que se case contigo sino sabes hacer nada!
¡Acomídanse!
¡A
ver, tú que no estás haciendo nada…!
¿No
te estorbo?
¡Tú
m’ijito, que estás más cerca, ayúdame!
¡Dejarían
de ser hombres!
¡Cierra
la puerta para que no vea tu chiquero!
¡O
lo guardas o a la basura!´
¡Si
no fuera por mí ya estarían engusanados!
Continuará...
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