Las frases de Mamá. Parte I
¿Quién de nosotros no ha
sido acribillado, por nuestro bien claro, por la filosofía aplastante de una
madre? Ni los grandes pensadores de todos los tiempos con todos sus estudios,
sus tratados y teorías han podido ser más convincentes que la más menuda de las
madres. Aristóteles, Platón, Diógenes
¿en qué carambas estaba pensando su madre para ponerles ese nombre?
Descartes, Kant, ¿qué habría sido de ellos con una flamante madre mexicana?
¿Freud? Digno ejemplo del porque hay que lavar la boca con jabón mínimo una vez
en la vida. Newton, Demócrito, Einstein sólo Dios sabe que infancia pasaron
para terminar así.
Misterio, seguramente
divino, es el que dota a las madres de elocuente e irrefutable lógica, no
importa su grado de estudios, desde la más humilde y analfabeta hasta la más
ilustrada nacida en buena cuna, aunque tengo la ligera sospecha de que es en la
clase media donde se dan sus ejemplares más sobresalientes. Precisas, concisas
y sumamente efectivas, no hay mala hierba que sobreviva a una buena poda. Diversidad
de corrientes filosóficas: enojos, gritos, sombrerazos, chanclas voladoras,
chantajes, lagrimitas, mirada retadora (pero por supuesto), bueno, hasta el
sepulcral silencio y el nombre de Dios en vano. Juntas o por separado las
manejan con soberbia maestría al poco tiempo de haberse graduado como gloriosas
madres.
¿Qué pasa con la brecha
generacional? ¿Por qué con las madres mexicanas no aplica? Porque a mí no me la
pegan, hasta la madre más moderna, con
todos sus libros sobre psicología infantil alguna vez ha usado alguna atinada
frase, o hasta la ha acompañado de alguno de los mencionados libros acertando a
la testa del osado crío.
Todavía recuerdo la primera
vez que usé una de ellas con mi hija, inmediatamente me tapé la boca con las
dos manos y abrí los ojos como plato. ¡NO! Pensé, yo juré que nunca iba a
hacer eso, pero como dicen por ahí, creo que ya lo traigo en los genitales, porque me salió del alma cuando le dije a la pequeña Sofía de once años: ¡Pues
si te parece, sino la puerta está muy ancha! No podía creer que se lo hubiera
dicho y menos podía creer que funcionara perfecto, ese berrinche
pre-adolescente no fue suficiente para hacer maletas.
¿Qué no haría una madre por
convertir a sus hijos en personas de bien? Claro que estoy hablando de las
“verdaderas madres” porque han de saber que también hay de las “otras”. Su vida y nuestra salvación
de los mismísimos infiernos salen de sus entrañas a través de sus labios. Ni
Satanás se ha atrevido a llevarle la contraria, si a la doñita se le ha ocurrido
que has de purgar tus pecados; ¡has de purgar tus pecados! Aunque no los hayas
cometido…aún.
Una frase para cada ocasión,
sin que esto signifique que la frase no pueda volver a usarse bajo diferentes
circunstancias, si eso no es sabiduría, entonces no sé qué lo es. Me gustaría
poder agruparlas de alguna manera, espero que mi clasificación no se preste a
confusiones y deje a cada quien y a su remendada conciencia la libertad de
acomodarlas en donde mejor les venga. ¡Dios ilumíname! ¡Madre perdona mi osadía!
Aplicando
Correctivos
Estas frases vienen siempre
como “para cerrar con broche de oro” una buena tunda, ¿Qué sería de una buena
tunda sino lleva su famosa frase al final? Seguramente perdería su efecto
correctivo y degradaría a maltrato infantil nada más.
A quienes todavía nos tocó
recibir un correctivo sin tener que ser enviados a terapia por eso, sabemos que
más que una nalgada son estas "frasecitas" las que nos ponen en toda la torre,
porque instrumentos de aplicación de correctivos puede haber muchos, desde la
legendaria nalgada a mano limpia (el clásico de clásicos), el cinturón, la manguera, el cable de la plancha, el matamoscas, la
cuarta, la chancla o cualquier cosa que pudiera ser empleado como
proyectil; el material utilizado era lo de menos, el chiste era que cumpliera
su función correctivo-enderezadora y siempre y cuando viniera acompañado de un
toque de poesía.
¡Te
voy a mandar a dormir calientito!
¡Ni
llores que más me duele a mí!
¡3
y a raiz!
¡Para
que llores por algo!
¡O
te enderezas o te enderezas!
¡Ni
te pegué tan fuerte!
¡No
chille, aguántese!
¡…y
te pudo haber ido peor!
¿Quieres
llorar? ¡Ahorita soluciono tu problema!
¿Ahora
si ya estas contento?
¡…y
ahorita sigues tú!
¡Si
te parece, sino, la puerta está muy ancha!
¡Guarda
esas lágrimas para cuando me muera!
¿Lo
vas a volver a hacer?
¡Lo
hago por tu bien!
¡Algún
día me lo vas a agradecer!
¡Te
las estoy guardando!
¡Yo
te traje al mundo… y te puedo sacar de él!
¿Ves
lo que me haces hacer?
¡Llora
todo lo que quieras, al cabo no lloras sangre!
¡Pero
si parece que te gusta que te maltrate!
Continuará...
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