Ritual de Los Angelitos
"No
obstante la imagen moderna y occidental que brinda México, la trama histórica y
social de la que forma parte, revela la vitalidad de representaciones sobre la
vida y la muerte que encuentra su lógica en una cosmovisión mesoamericana: aquí
vivos y muertos mantienen sus nexos profundos en un ciclo ceremonial que los
reúne periódicamente"
Arturo
Medina, Antropólogo
Las celebraciones del Día de
Muertos en México siempre han despertado en mí una extraña fascinación, ¿por
qué? En verdad no lo sé. En general las tradiciones y las artesanías mexicanas
me encantan por su colorido y su alegría, pero todo ese colorido y esa alegría
acompañando a la muerte la transforman en algo que sigo sin poder
definir, porque no logro entenderlo del todo. Si lo pienso un poco, puedo deducir que es la evasión de una dolorosa realidad, es el hermoso
disfraz que mezcla el miedo a lo desconocido con la esperanza de una vida
eterna y mejor…mucho mejor.
Mientras iniciaba mi segunda
década por esta vida terrenal me tocó vivir un par de años en un pequeño pueblo
del sur de Jalisco llamado Tecolotlán y en una exhibición que realizaron en el
museo del pueblo -¡Oh sí! Porque tenían museo- me topé por primera vez con las
imágenes de “Los Angelitos”. Fue algo que me impactó, no lo voy a negar, mi
primera reacción fue pensar en lo irracional de la conducta de esa gente al
fotografiar a sus hijos muertos, envueltos en un ambiente de “fiesta”. Un ritual al que no cualquiera le encuentra el gusto y que para
la época era un gusto caro, no todos podían costearse una fotografía y una
fotografía era todo un evento ya de por sí.
Al acercarse la celebración
del Día de Muertos, este recuerdo me vino a la mente y me puse a leer al
respecto. Para empezar me topé con la sorpresa que su origen no es mexicano,
sino europeo y que fue algo que llegó a América en la época colonial en el
siglo XVII. Originalmente eran pinturas y en la segunda mitad del siglo XIX se
sustituye el formato por la fotografía, lo que lo hizo accesible a las clases
medias y bajas, aunque para ellas significara una inversión importante.
La imposición de la fe
católica por los conquistadores llevó a los conquistados a valerse de algunos
“trucos” para seguir adorando a sus dioses bajo la cara de algún santo. Los
rituales de la muerte eran parte muy importante de las culturas pre-colombinas
en México y parece ser que este tipo de fotografía vino a ser un ritual apegado
a la modernidad y claro a la religión.
En la revista Litoral No. 34
del año 2004 Muerte y duelo. Me encontré
un artículo que habla sobre este ritual, Araceli Colin hace una investigación
sobre esta extraña celebración de la muerte, en donde es muy difícil para ella
creer que no hay duelo en el rito sino una celebración. Su sorpresa justo se
empata con la mía, ya que eso era a lo que yo no podía dar crédito, a esa
sustitución del dolor por la fiesta.
Colin llega a la conclusión
de que el rito de “Los Angelitos” sí es un rito de duelo (no había ausencia de duelo en mis
entrevistados. ¡Se respiraba un dolor no tramitado! ). Existe la dicha de “su partida a la Gloria”,
pero eso es sólo el consuelo al que
los padres (indígenas o campesinos) se aferran; ya que para ellos la única
manifestación creadora y esperanzadora que le queda es un niño,
por lo que su hijo es un soporte vital. La fase alegre del rito hace más
soportable la pérdida de lo único que podría dar esperanzas.
La mayor parte de las
fotografías en aquella exhibición son
del fotógrafo jalisciense Juan de Dios Machain, del que poco se sabe, pero dejó
una extensa colección de retratos post-mortem tomados en Ameca Jalisco, desde
finales del 1800 hasta 1930, mismas que documentan estos ritos funerarios
comunes en las comunidades rurales de México. Otras famosas fotografías de este
tipo son del fotógrafo Romualdo García Torres, originario de Guanajuato, y quien
nos regala una mirada no sólo a las fotografías de Los Angelitos sino también a
la vida social que caracterizó a Guanajuato al final del siglo XIX y principios
del XX. En realidad hay pocos fotógrafos reconocidos en este tipo de retratos, la mayoría son anónimos. Se han encontrado fotografías hasta de los años 70’s
en donde destaca una de la comunidad de Colotlán Jalisco que fue tomada a
color.
Los rituales fúnebres
infantiles simbolizan la pureza libre de
pecado, el tránsito a una vida inmortal, la conversión en ángel, la alegría por
tener a alguien en el cielo, la ausencia de sufrimiento físico, pero también
son el reflejo del dolor de los padres ante una pérdida como esta.
En las festividades del Día
de Muertos en México existe una mezcla
de la cultura prehispánica con la religión católica, en donde los mexicanos hemos logrado mantener
las antiguas tradiciones vivas. El 1 de Noviembre es el día de todos los
Santos, pero también es el día de los niños difuntos. Ese día las campanas
repican de alegría por los niños que vuelven y doblan en señal de luto por los
adultos.
Fotrografías de Juan de Dios
Machain y Romualdo García Torres
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