25 ene 2017

La la land

El sueño de una vida musical
‘La la land’, ‘La la land’, ‘La la land’. Por todos los rincones cinematográficos no se habla de otra cosa que no sea ‘La la land’,  la película con más Globos de Oro de la historia, un musical fascinante nominada a 14 premios de la academia y que seguramente se llevará varias estatuillas a casa (sino es que todas).  Pero,  ¿qué es esta película para los que no somos amantes de los musicales? Porque si usted me da a escoger entre  ‘Whiplash’ y ‘La la land’, definitivamente me voy por la primera.

Damien Chazelle es el ‘hombre del momento’, largas filas se están formando para trabajar con él. Confío en que su genialidad no decline con la locura que significa ser tocado por Dios en la meca del cine. Si este muchachito quería llamar la atención definitivamente lo logró y supo muy bien por dónde llegarle a Hollywood.

‘La la land’ es una maravilla, eso no es tema de discusión, aunque no estoy segura si sería igual de maravillosa sin toda esa caravana a glorias pasadas. Porque a mi parecer es justo el toque que le baja la guardia a los más feroces críticos de cine.

Es nostálgica, es una película vieja nueva, tan de moda como la corriente vintage y la cultura pop. Es una ciudad de Los Angeles en una época de oro, algo que se puede nombrar como una añoranza muy moderna.

Sus actores son encantadores, sobre todo Emma Stone y sus divinos ojos que derraman emoción por goteo. Gosling y Stone tienen buena química juntos, proyectan una belleza serena nada salvaje. Resultan el icono del “soñador” y esta película es para soñarse. A manera personal creo que su su nominación como mejores actores se coló por razones del enamoramiento colectivo que despierta esta cinta, ya que están contendiendo con actores que demostraron mayor destreza en su desempeño, porque para alguien como yo, que digamos que soy de “uso rudo”, este tono de interpretación raya más en lo cursi que en una actuación estremecedora, y es en este punto que prefiero el grado de intensidad que Chazelle consiguió con Miles Teller y J. K. Simmons, claro que no debo de olvidar que estamos hablando de un musical que es a la vez una comedia romántica. Por fortuna esto es ‘La la land’,  y no ‘shala la la la la’, así que tampoco escurre melcocha no se preocupe por eso.

La gracia de atenuar el empalagamiento radica una vez más en el muchacho greñudo ese de Chazelle, ya que el guion es también de su autoría. Y aunque su narrativa no tiene picos culminantes, sino que más bien se sostiene en el mismo ritmo, lo cual puede hacer que algunos comiencen a distraerse, o por el contrario, a preguntarse ¿a dónde va este hombre?, porque resulta que comienzas a temer lo peor, pero justo antes de que salgan los unicornios de colores, el final rescata todo, todo, todito, todo.

Hasta ahora el director nos tiene agarrados del ojo, del corazón y la mente, para que le agarre el oído casi podría decirle que primero la “vea” con los ojos cerrados y luego con los ojos abiertos. Jazz señoras y señores, más que amar el cine Damien Chazelle ama el jazz. De nuevo hace equipo con Justin Hurwitz (Whiplash) y no lo culparía si quiere hacerlo por el resto de su vida, porque bien sabe que puede dejar en sus manos su parte más preciada. También cuela por ahí a John Legend con su toque perfecto de turrón rosa llegador para crear así un gusto musical generalizado. Ni ponga los ojos en blanco usted que se cree hijo ilegítimo de Charlie Parker, la banda sonora está de campeonato con todo Legend en ella.

Cuando mi compañera en esta agradable misión cinematográfica me preguntó qué fue lo que más me había gustado, inmediatamente le dije que las secuencias de baile,  que vienen junto con pegado con los planos secuencia que se requirieron para lograrlas. En esas escenas está toda la destreza técnica de la cinta y hay cuatro de ellas que  simplemente me enamoraron.

Sin duda la escena en la autopista, con esos primero minutos ya me tenía dispuesta a todo, la coreógrafa Mandy Moore, perdón por la expresión, pero se la rifó con esto. Complementan la lista la escena en la casa de la alberca, el baile en el planetario y en la colina de Mulholland Drive. Complejidad, destreza y un equipo humano entregado al baile como si su vida dependiera de ello.

La belleza visual de todas estas escenas y de la película en sí, es cortesía de Linus Sandgren (American Hustle), quien se encargó de traducir las emociones en luces de colores que iban de acuerdo al diseño de vestuario, a colores que difuminan o intensifican de acuerdo a la juventud y madurez, al amor o la tristeza.

Es difícil dar crédito a cada detalle que hace merecedora de tantos elogios a esta cinta, porque la belleza se aprecia en conjunto y caminando en paralelo a una historia de amor, a la hipnosis que nos lleva a preguntarnos por lo que  hubiera sido y no fue, a los sueños alcanzados o no, y al anhelo de sentirse enamorado bailando en una vida llena de música.





2 comentarios:

  1. Una gran película encumbrada por la crítica profesional. Consiga o no los 13 Oscar (14 candidaturas a 13 categorías) a los que opta, es una gran película capaz de emocionar y enganchar. La recomendamos.

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