30 nov 2016

Rigoberta Menchú

Habla sobre los problemas de América Latina en la FIL
En su paso por la Feria Internacional del Libro, la líder indígena guatemalteca, Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú tuvo un encuentro con el público que se congregó en el Auditorio Juan Rulfo en donde se dedicó a hablar de los diferentes temas que aquejan a América Latina. Los pueblos indígenas, la migración, racismo, discriminación, la desaparición forzada y la tortura.

Rigoberta Menchú señala a la deshumanización brutal que padecemos como la causante de las dictaduras más sangrientas de Latinoamérica. Uno de los mayores peligros de esta humanidad es la desaparición forzada y la tortura, la brutalidad contra personas independientemente de su edad o sexo.

Latinoamérica tiene un miedo heredado de esas dictaduras, una secuela enorme que resulta en una sociedad miedosa, la que habla en privado pero es incapaz de hacerlo en un escenario, se invisibiliza. Lo cual, según Menchú, es algo muy doloroso, más aun en los países donde el genocidio y las matanzas han arrasado con comunidades enteras como en Guatemala, en donde 646 comunidades indígenas sufrieron lo que se conoce como “Tierra Arrasada”. Doscientos mil víctimas, más de cincuenta mil desaparecidos, cifras más escandalosas que en las dictaduras de Chile o Argentina.

Rigoberta habla sobre el odio racial que ahora nos sorprende (el bullying) porque lo estamos viviendo de manera generalizada, pero en otros tiempos, en el suyo, no era sólo el bullying, sino el permiso de matar a quien no es igual que tú, y entonces, no tendría por qué opinar. Durante la persecución de estudiantes en su época, las dictaduras van detrás de los estudiantes más inteligentes porque son los más peligrosos para el régimen dictatorial:

“Un intelectual opositor es más peligroso que miles de gente analfabeta”

A los analfabetas o a los habitantes de las zonas marginadas se les puede aplicar lo que se llamó en Guatemala  “Tierra arrasada”, porque se hacía en silencio, pero para los opresores un opositor intelectual tiene un repercusión negativa, porque  puede ser muy ruidoso, tanto su opinión como su eliminación. En las dictaduras de Chile y Argentina había prisioneros políticos, en Guatemala no hubo prisioneros políticos  (todos eran asesinados) hasta 1988. Ella entre ellos.

Ante el ascenso de  Donald Trump a la presidencia de EEUU, opina que:

“Los norteamericanos, muchos de ellos, no todos, sobre todo los tomadores de decisiones, tienen un su ADN el imperialismo. Ellos no pueden vivir si no hay una controversia en el mundo, si no hay  guerras”.


La precursora de la paz, piensa que el poder que tienen los norteamericanos de cierta manera es ideológico, psicológico y emocional. Es una necesidad de posicionamiento de ideas; y las ideas de racismo, la discriminación, es lo primero que ella valoró en  Martin Luther King cuando tenía 23 años y le impresionaba el nivel de exclusión de EEUU. Si hubo algo que la identificó en corazón y alma con Mandela, fue esa gran lucha contra la esclavitud, contra la discriminación. Por eso dice entender la  filosofía de esos países que tienen necesidad que gobernar aunque no tuvieran un  poder real. Y entonces se pregunta: “¿Hasta dónde nuestros países (Latinoamérica), de verdad, no son poderosos?”

“El racismo y la discriminación es una herencia colonial y esa herencia colonial ha traspasado las dimensiones espirituales, las dimensiones psicológicas, emocionales, pero también las dimensiones sociales”.


Para Menchú el racismo no es sólo un tema de superioridad económica y materialista, sino realmente una visión integral que se trae en la mente de estas personas, compara esto con cualquier tipo de droga que conocemos. Asegura que contra la discriminación y el racismo todos estamos llamados a hacer un examen y una lucha personal, nos llamemos Trump o nos llamemos de cualquier otra manera. También, comenta, que hay algunos prejuicios, unos estigmas a los que el mundo le da espacio en su hogar, en su comunidad y en su trabajo.

Aprovechó el intervalo entre las preguntas para felicitar a los organizadores de la FIL, por reunir a través de la literatura a Latinoamérica. Recordó sus años en este país y puso un “dedito” a México por el nacionalismo que vivía en ese entonces. Los mexicanos tenían un nacionalismo insoportable  (bromea), un nacionalismo expreso evidente, donde en cualquier lado decían “¡Viva México!”. Ya sea que estuvieran  hablando de los refugiados guatemaltecos, o cuando estaban hablando de un eclipse. Señala que esa identificación, ese amor por México también le daba una conciencia social, que las dictaduras en otros países  veían como una expresión sentimental pero también lo veían con mucha conciencia.

“Valoremos lo que tenemos, nuestros valores y principios,  que los educadores, como los políticos,  los comunicadores dispongan de un espacio de tiempo para la exhortación de lo que nos da nuevas ideas”.


Al referirse al feminicidio, menciona que antes el femicidio era una burla, los hermanos varones se burlaban: “¡Ah! Ya viene la mujer chillona”. Actualmente hay normas muy severas en relación a femicidios, y eso, está bien, pero agrega que si sólo enfatizamos ese lado también nos podemos ir por los otros extremos, entonces, ¿cómo tenemos que ir para balancear lo que necesitamos?

“Ocultar la verdad es el peor crimen que se puede cometer contra la memoria de un pueblo y  contra la memoria de las víctimas. Ese dolor extendido en el tiempo, lo vamos a pagar. Estamos en tiempo de hacer prevención”.


Con el tema de la migración repite convencida:

“¡Todos somos migrantes! Este mundo nos pertenece, porque este planeta es nuestro único planeta, el planeta Tierra. Nos han prometido otros planetas para vivir, pero esa promesa no la van a ver tan pronto nuestras futuras generaciones, así que más vale que cuidemos nuestro planeta porque aquí vamos a estar, aquí vamos a depositar nuestro ADN por tantísimos años más, entonces ir a un  lado no puede ser legal o ilegal y es aquí que todas las normas se han hecho para reprimir y no para prevenirlo”.

Rigoberta Menchú ve la migración proceso de libertad propia de los seres humanos, sin embargo reconoce que la lucha por el trabajo es algo tremendo y global. Europa misma la está sufriendo en estos momentos.


A pesar de que la célebre guatemalteca recibió infinidad de muestras de apoyo y cariño de los presentes, dejó la sala acompañada de un impresionante despliegue de seguridad.




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