16 dic 2014

La reina del cine Roma

Alejandro Reyes
La reina del cine Roma



María Aparecida y Betinho son amigos inseparables, los dos se criaron en las calles de Salvador de Bahía, en donde viven en un cine abandonado, el Cine Roma. Juntos hacen frente a la dura realidad del mundo que los rodea. Un día sus vidas se separan, él se irá a vivir a Río de Janeiro, ella se convertirá en prostituta; al encontrarse de nuevo intentarán buscar la felicidad, aunque en la violenta realidad de esa ciudad brasileña, inmersos en el mundo de la prostitución y las drogas la esperanza de lo que puede ser una vida mejor es lo único que tienen.

La reina del cine Roma es la ganadora del Premio LIPP 2012 ha sido reconocida por la crítica y sus lectores como una de las mejores novelas de ese año. La reina del cine Roma es una historia de supervivencia y esperanza, un crudo relato de lo que puede ser la vida en las calles para los niños en las legendarias favelas brasileñas, tan apegada a la realidad que pudiera pasar por un documental. La novela resulta una catarsis obligada para quien es testigo de este tipo de abusos, Alejando Reyes logró dar un sentido a las historias que presenció durante los años que vivió en Brasil.

Lejos de convertir la historia de María Aparecida y Behinho en un espectáculo que gira alrededor del morbo, Reyes logra una bella obra narrativa que nos permite asomarnos al lado más humano de los que son víctimas de la deshumanización. Una crítica, un llamado de alerta a la sociedad para que fije la vista en los actos que  corroen las entrañas de las ciudades, porque esta historia pudo ser ambientada en cualquier ciudad del mundo.

En una entrevista para Contrasentido Alejandro Reyes nos habla de la manera en que vivió y sobrevivió humanamente la experiencia que dio origen a esta novela. También nos habla un poco sobre su compromiso social con México, de su trabajo como periodista  en estos momentos de crisis social.




¿Consideras a La reina del cine Roma como una crítica social?
Decir que la novela es una crítica social sería reducirla, obviamente es una de las razones por las que uno escribe, cuando te enfrentas con realidades tan brutales no hay manera de no indignarse, de no sentir dolor y rabia. Escribir es una manera de hacer algo con esa indignación, me impactó la violencia y el sufrimiento, pero me impactó más la resistencia, la resiliencia, la manera de soportar ese tipo de vida que uno no se puede imaginar que tan duras son y cómo dentro de ese mundo sigue existiendo el amor, la dulzura, la ternura, las ganas de seguir vivos.

Esta historia se desarrolla en Brasil pero pudo haber sido México o cualquier otro lugar, en ese sentido ¿crees que hay alguna diferencia entre lo que está pasando en los niños aquí en México?

Hay diferencias de contexto, pero el fenómeno es muy similar en el sentido de esta deshumanización. Hay una cuestión que a mí me intriga mucho ¿cómo se logra hacer una distinción mental en la sociedad?  Entre lo que es un niño que se debe cuidar, que es ingenuo, esos seres humanos pequeñitos  que hay que proteger y esos otros que ya no entran en la categoría de niños, ni siquiera en la de seres humanos.  Es  muy importante tratar de entender este fenómeno porque nos puede llevar a una comprensión mejor de la injusticia de nuestras sociedades y de nosotros mismos como miembros de esa sociedad.

¿Crees que ganar el Premio LIPP le significó un gran cambio a tu novela?

Si claro, le da un impulso y una visibilidad que no tendría de otra manera. El mercado editorial es muy complejo, la novela iba a salir de cualquier manera,  pero el hecho de que saliera por medio de LIPP le da una visibilidad muy diferente con el premio, una visibilidad que luego logra que la novela se vea fuera de México y  que se publique también en Francia.

En tu novela hablas de una “Realidad Marginal” ¿Cómo ves la realidad marginal que se está viviendo en México en este momento?

En México estamos pasando por un momento de catástrofe nacional sin precedentes, un desmoronamiento total de todas las estructuras de gobierno, la revelación de una farsa, de una democracia que no existe.  Hay un abismo que separa las clases sociales cada vez más, sin hablar de  la violencia sin precedentes que se vive en el  país y la desestructuración social que viene con eso. Ayotzinapa  es un síntoma de lo que está pasando a nivel general en el país, no es una excepción como nos quieren hacer creer, esto está pasando por todo el país. A mí me parece que Ayotzinapa ha logrado despertar una conciencia nacional que estaba adormecida o quizás  despertó la conciencia de que se puede hacer algo colectivamente porque había un hartazgo desde hace mucho tiempo.

¿Crees que este caso de Ayotzinapa pueda ser parte de alguna de tus historias?

Desde luego y hay un poco de eso en la siguiente novela, además de que es temática de mi trabajo periodístico. Desde el punto de vista periodístico he estado muy identificado con eso. Ahora, como literatura hay que ver cómo trabajar eso, hay un problema con la literatura de la violencia  y es que se puede volver moda, como se ha vuelto moda la narco-novela por ejemplo. En el momento en que la novela se vuelve un espectáculo, deja de cumplir su labor transformadora. Es un gran desafío cómo escribir sobre estas causas de una manera que logre romper estas barreras en vez de fortalecerlas.

Fotografía: Juan Carlos Elizalde








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