11 feb 2019

Fried Green Tomatoes


Cuando la amistad no tenía 

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Hace unos días, entré por casualidad a una tienda de películas y juegos de video. Después de pasearme por los pasillos y escoger tres películas de Cine de Arte Erótico (si la clasificación no existe, es que la acabo de inventar para justificar mi calentura); me topé con la cinta: Fried Green Tomatoes, o la sorprendente traducción literal que le hicieron en México, “Tomates verdes fritos”, lo que nos deja con cero idea de lo que se trata.


        Una película del año 1991, dirigida por Jon Avnet (Full Cast & Crew), con un guion de Guion Fannie Flagg y Carol Sobieski, adaptación de la novela homónima de Fannie Flagg y con música de Thomas Newman. En ella veremos a Evelyn (Kathy Bates), una mujer madura con problemas de sobrepeso y desencanto marital, quien conoce en un asilo a  Ninny (Jessica Tandy), una anciana que la engancha con la historia de Idgie (Mary Stuart Masterson) y Ruth (Mary-Louise Parker) un par de amigas involucradas en el asesinato del marido de una de ellas.


        En los inicios de la década de los noventa, no había necesidad de etiquetar forzosamente una película, es decir, no había cine LGTB, equis, ye y/o zeta. No se hablaba de películas incluyentes, de género, afroamericanas, etc., etc., etc. Recuerdo esta cinta con mucho cariño, me encantó cuando la vi hace casi tres décadas. Recuerdo que lloré y reí. Recuerdo que incluso llegué a indignarme y a pesar ¿a quién carambas se le ocurre comer tomates verdes fritos? Lo que no recordaba, pero ni remotamente, es que la historia tenía que ver con discriminación racial, con opresión y mucho menos con un amor lésbico.


        Nunca leí el libro, a pesar de que es su momento moría de ganas de hacerlo, pero nunca se me atravesó en el camino. Treinta años después de verla por primera vez y pensando que pasaría un maravilloso momento envuelta en un triángulo amoroso entre mis pañuelos desechables, mis mocos y yo, caí en cuenta de que nunca me percaté que Ruth e Idgie estaban viviendo un tórrido romance. La verdad es que siempre fue una muchachita inocentona, me eché a perder algunos años después de mis mocedades, así que mi malicia estaba dormida en ese momento.


        Junto con ese detallito minúsculo, me di cuenta además de que la discriminación, el machismo y la opresión estaban presentes en la temática; yo sólo veía una amistad inquebrantable que me llevaba a pensar justamente en mis amigas y en lo que yo estaría dispuesta a hacer por ellas. En esta segunda vuelta la sigo viendo así, es decir, para mí sigue siendo una película que habla de los fuertes lazos de una amistad. Porque la amistad existe y crece paralela a un amor; los amantes, o las amantes son amigos o amigas antes que nada. La amistad no limita el color de la piel o la orientación sexual. Los verdaderos amigos se defienden unos a otros de cualquier abuso que se cierna sobre ellos o ellas.


        No sé si fue porque Fried Green Tomatoes era el debut del director y no se arriesgó a etiquetar este amor, o si esta “mesura” viene desde la novela. Lo cierto es que la cinta no necesita la etiqueta, ni esta ni ninguna otra. Para mí ahora resulta una mejor película, y no por el hecho de que me di cuenta del ligero veto que se cierne sobre ella, sino porque funciona de las dos maneras. Existe un feminismo intrínseco en la historia, pero aparece sin necesidad de volcar sobre él ciento cincuenta focos de 1200 watts, no hizo falta una manifestación de mujeres luchonas y empoderadas defendiéndola a pedradas.


        La actuación de Jessica Tandy es cautivadora, apenas un par de años atrás la tuvimos maravillosa en Driving Miss Daisy, quizá estas dos películas sean lo más representativo de sus últimos trabajos antes de morir. Con Kathy Bates recuerdo haberme ido con cautela, todavía estaba traumada de verla en Misery, pensé que en cualquier momento le voltearía la cara de un martillazo a la pobre viejecita gritando “¡Towanda!”. Por su parte Mary Stuart Masterson y Mary-Louise Parker quedaron perfectas en su papel, una mezcla de rudeza y dulzura que termina en una batalla de comida en la cocina, escena que grita: “¡Nos amamos!”, bueno, eso digo yo porque el amor me viene de la comida, aunque aquí hay un poco de canibalismo y esos extraños tomates que estoy a punto de preparar para salir de la duda. Ya les contaré.


        Fried Green Tomatoes se sacude de manera discreta los complejos, el ser conscientes de lo que se murmura en la cinta no la hace menos, al contrario. La pila de adversidades a las que se enfrentan  esas mujeres, habla de todos los corazones rotos que siguen latiendo pese a todo. Las verdaderas amistades no necesitan un descanso, no reparan en distancias, colores, géneros o inclinaciones sexuales, no se diluyen en el tiempo, solo agarran impulso para vivirse como nuevas. Considérela una opción para ver con sus amigas, y me refiero a sus mejores amigas.




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