No toda la magia
sale de Hogwarts
No sé ustedes, pero para mí hay temas y personajes que
puedo repetir constantemente, tanto en los libros como en películas, sin que
lleguen a aburrirme; tal es el caso de los vampiros, hombres lobo, brujas y
hechiceros. Con The House with a Clock in Its Walls, o La casa con un reloj en sus
paredes, por aquello de no perdernos en la traducción, tendremos en la
pantalla de cine a los personajes de la novela de John Bellairs (ilustraciones
de Edward Gorey), publicada por primera
vez en el año 1973.
Aquí
veremos a Lewis Barnavelt (Owen Vaccaro) un niño que al perder a sus padres
queda al cuidado de su tío Jonathan (Jack Black), quien resulta ser un mago. Con
la ayuda de la bruja Mrs. Zimmerman (Cate Blanchett), Jonathan intenta
encontrar el reloj mágico con el poder para provocar el fin del mundo, que el
mago Isaac Izard (Kyle MacLachlan) escondió en la casa.
La cinta
la escribe Eric Kripke y la dirige Eli
Roth (Hostel) quien como director
tiene preferencia por las películas de terror, y como actor lo recordaremos por
matar nazis a diestra y siniestra en Inglourious
Basterds. Kripke y Roth lograron equilibrar el desempeño de los
protagonistas con el humor, los efectos especiales y uno que otro susto. La historia tiene sus
fallitas, no lo voy a negar, pero en general cumple con el propósito de
entretener y los niños darán fe de esto.
Lo mejor
de la película sin duda son sus protagonistas, Jack Black es garantía en este
tipo de roles, además los chiquillos lo adoran. Por su parte Cate Blanchett se
ve cómoda en el personaje, nada parecido a su maldad metida a fuerzas en las
licras plásticas en Thor: Ragnarok.
Sin duda un papel que no le demandó grandes esfuerzos, pero que la muestra muy
natural y eso se agradece. Owen Vaccaro se supo poner al nivel de sus veteranos
coprotagonistas. Es simpático y lleva las “rarezas” con buen porte, aunque me
hubiera gustado ver más participación de otros niños en la historia. De Kyle
MacLachlan ¿qué les digo?, este hombre ya no tiene que dar cuentas a nadie, con
que todo esto resulte divertido para él, debe ser suficiente.
La
casa con un reloj en sus paredes, tiene algunos puntos muertos, pero en
general resulta simpática, mantiene el humor en rangos aceptables sin abusar de
lo escatológico. Al final el placer con el que los adultos
nos conformamos, se reduce a ver a los más pequeños disfrutar el momento y de
eso se hicieron cargo la magia de los monstruos y los efectos especiales,
aunados al carisma de Black Jack.
No hay comentarios:
Publicar un comentario