Una víctima forzada a
ser héroe
Película
basada en las memorias de Jeff Bauman (Jake Gyllenhaal), un joven que resulta
gravemente herido en el atentado del
maratón de Boston, en donde murieron
cinco personas y otras 300 resultaron heridas. El 15 de abril de 2013, Jeff
estaba cerca de la meta esperando a que su novia Erin (Tatiana Maslany) terminara la carrera, cuando el artefacto
explosivo estalló. A partir de la pérdida de sus piernas Jeff debe seguir el difícil
camino de la recuperación con ayuda de Erin y su madre (Miranda Richardson).
Stronger tiene todo lo que a la academia le
encanta, una historia conmovedora, un personaje que emerge desde el abandono de
sí mismo, con dudas y soluciones, defectos y virtudes, amor y desamor; así como
la canción de la Lupe. Además posee el narcótico ingrediente: somos víctimas y
héroes, el mundo nos odia porque somos lo máximo. Si nota un poco de sarcasmo
en todo esto, le diré que no son suposiciones suyas, en verdad estoy siendo así
y ya le diré la razón más adelante.
Voy
comenzar con Jake Gyllenhaal, un chico que me gusta mucho como actor, que tiene
sus muy buenos trabajos, pero maneja un bajo perfil que tal vez tiene que ver
con que, para su desgracia, no es tan carismático como Jack Nicholson, así que
no lo nominan a cada rato. Desde Brokeback Mountain, no había tenido la
oportunidad de cotizarse para un Oscar, puede que esta vez lo consiga, aunque
de buena gana yo lo hubiera nominado por Nocturnal Animals el año pasado,
pero bueno, era necesario ponerse feo y hacer una película incómoda de ver como
esta.
Sus
coprotagonistas Tatiana Maslany y Miranda Richardson tienen sus momentos, pero
es Gyllenhaal el que podrá darle a esta cinta algo para recordar, al menos para
quedar en una segunda nominación. Han pasado un par de semanas desde que vi la
película y sigo buscando ese “algo” que no funcionó. David Gordon Green (Our
Brand Is Crisis) no es precisamente un consagrado en la dirección, mucho menos John Pollono quien hace la adaptación de la
novela para el guion, pero no encuentro por ahí mi malestar.
La
historia está bien llevada, es muy realista, demasiado en ocasiones. Es
precisamente eso lo que la vuelve incómoda, porque lo cierto es que muchas
personas preferimos no ver el sufrimiento de otros de una manera tan gráfica. Sin
embargo, tampoco es esa la razón por la que no me gustó. Esa razón la encontré
en mi disgusto personal con la mentalidad del americano promedio. En la idea
que les han vendido a los habitantes del vecino país, de que son héroes de
alguna manera y que la gente debe amarlos por eso. De hecho el mismo personaje
de Gyllenhaal lo manifiesta por momentos, pero ese aire rebelde en la cinta
dura muy pocos minutos.
A
lo largo de la película tenemos que lidiar con el sueño americano, su espíritu emprendedor,
su coaching nacionalista y hasta con Oprah. Desde que estaba en la sala de cine
lidiaba con todo esto y me daba pena reconocer que lo odié. Salí con culpa de
la sala porque una película con una historia tan trágica, un homenaje a las
víctimas de ese cruel atentado no me dejaba nada bueno para hablar de ella. Yo
sé que todo esto no es válido como una crítica cinematográfica, pero me niego a
aplaudir cualquier medio que se utilice para transformar a las víctimas en
héroes con tal de justificar su desgracia. Las víctimas son víctimas, y lo pueden ser de
la guerra, de un terrorista o de un sistema.
No
necesitamos más víctimas con la obligación de convertirse en héroes, necesitamos
que esas víctimas inocentes dejen de multiplicarse alrededor del mundo a causa
de una guerra sin sentido. Aplaudo la actuación de Jake Gyllenhaal, pero espero
que no sea este el papel que le dé el reconocimiento que desde hace tiempo se merece.
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