Un western a
merced de las mujeres
El
ajetreo de la temporada navideña me impidió escribir en semanas anteriores sobre
Godless,
una miniserie original de la ya respetada casa Netflix, la cual cuenta con
siete episodios. Y no es que no me quedaran dos horas libres para escribir una
nota al respecto, sino que este western está hecho para digerirse lentamente.
Así que si tiene tiempo en estos días de más calma y es amante del género, esta
es una excelente opción para un maratón.
Todavía
no decido de qué va la miniserie, son tantos los temas que parece que van
encimándose unos con otros en grado de importancia, pero para dar un norte le diré
que trata sobre un despiadado bandido llamado Frank Griffin (Jeff Daniels) que
ha venido aterrorizando la frontera del oeste americano. Uno de sus forajidos,
Roy Goode (Jack O'Connell) lo ha traicionado al huir con un cuantioso botín.
O’Connell llega hasta las cercanías de La Belle, un pueblo minero en Nuevo
México, se encuentra mal herido, por lo
que Alice Fletcher (Michelle Dockery) le brinda auxilio en su rancho,
sin saber nada de él.
Godless está hecha para engancharte o para
hacerte huir en los primeros cuatro eternos
minutos del primer episodio; que es el tiempo que se toma en levantar el
telón en forma de cortina de polvo que va asentándose para dejarte ver un pueblo
devastado hasta las entrañas, perdido, abandonado por Dios y sin esperanza.
Creede, Colorado. Año 1884. El Marshal
John Cook (Sam Waterston) da fe de que por ese lugar pasó el diablo dejando una
estela de muerte y cenizas. Cae de rodillas con la certeza de que no habrá resurrección.
Scott
Frank (A Walk Among the Tombstones) escribe y dirige este western, llamémoslo
feminista, aunque la fuerza de sus personajes masculinos es suficiente para
equilibrar la balanza, más si contamos en Jeff Daniels el peso de tres
personajes juntos. Está fantástico en su papel.
Steven
Soderbergh (Traffic) como productor ejecutivo, le apostó a Frank su dinero y su
confianza para que desarrollara su primer western y no lo hizo mal. Se nota que
se aplicó con la tarea y mantuvo los elementos clásicos del mismo, haciendo
honor a otros cineastas más experimentados en este género, pero este director, el
mismo que puso su granito de arena al
guion de Logan, trae consigo una reinterpretación del western. Tal vez
no de la manera que lo hemos visto últimamente en Taylor Sheridan, pero
consigue algo respetable con temas bastante complicados.
Aquí
hay de todo: conflictos raciales, discriminación por sexo o por orientación
sexual; no hay perritos y gatitos pero hay caballos, con lo que cumple con el ingrediente
animal. Tenemos un fuerte acento en la religión y muchas mujeres que son madre,
padre, mineras y luchonas forajidas. Lo
sorprendente de todo esto, es que no se sabe con seguridad cuál es el hilo más
fuerte en la trama. Creo que eso lo decidirá cada quien al momento de verla. De
golpe podemos ver un bandolero malo maldito de lo peor, quien jura que Dios le
habla, por otro lado está otro bandolero, pero este arrepentido en busca de redención,
cada uno forjado en distintas
circunstancias, porque ya ve que ahora no hay malos, hay víctimas de las
circunstancias.
La
persecución entre estos dos tendrá su clímax en un pueblo en donde la gran mayoría
son mujeres porque los hombres murieron en un accidente en la mina, razón por
la cual ochenta viudas han tenido que desenvolverse en otros menesteres, pero
eso sí, sin perder el conflicto competitivo propio de las mujeres rodeadas de
mujeres, peleando por los pocos hombres disponibles a su alrededor. Si me pongo
a hablar de cada peonaje femenino tendría una nota eterna, solo les diré que la
variedad es tal, que seguro cualquier mujer se identificará con alguna de
ellas.
¿Y
los caballos?, se preguntará usted. Pues yo no sé cómo le hizo Frank, pero de alguna
manera consigue justificar todos esos minutos que les dedicó. Los caballos sirvieron
para marcar muchos momentos MASCULINOS, y lo pongo con mayúsculas para que
ponga atención en esto. No figuraron solo como nobles y hermosos animales, sino
que fueron señal de competencia, de abuso, de fuerza y hasta de momento
padre-hijo, en este punto el western se mantuvo meramente macho, las mujeres
podrán matarte a tiros, pero no domar un caballo.
La
Belle tiene tal variedad de mujeres solteras o viudas como para considerarse un
paraíso, pero la guerra entre el, bien y el mal y las necesidades de la carne
lo convierten en un purgatorio polvoriento. En Godless se habla de
pérdidas más que de ganancias, todos los personajes han perdido algo, o a
alguien, pero la vida sigue y hay que hacerle frente, no por elección, sino
porque no quedó de otra. Repito, aquí todos son víctimas de las circunstancias, hasta el pueblo.
Steven
Meizler se sacó un diez con la fotografía, logra armar una cruda belleza cuadro
por cuadro, tiene destreza en los contrastes y el manejo de la luz. Carlos
Rafael Rivera presenta un buen acompañamiento musical que para bien o para mal
ayuda a enfatizar la lentitud en que se mueven las cosas por momentos. En general
la miniserie está muy bien cuidada en cada detalle, hasta las imágenes que
acompañan a los créditos son maravillosas.
Efectivamente
Godless
está marcada por el poder femenino, sin embargo, son los personajes masculinos
y la tensión entre ellos los que dan firmeza a la historia. No pierden sus
valores, ni quedan reducidos en sus capacidades, sean buenas o malas. Tiene sus
puntos flacos, quizá para algunos más que otros, pero sin duda la acertada
elección del elenco y su buen desempeño, me llevan a hacerme de la vista gorda
con los defectos.
¿Pretenciosa?
Podría ser. Como todo western que se respete tiene sus clichés, mas aquí no hay
personajes encasillados, es decir, Scott
Frank supo desarrollar cada personaje con características propias: crudos,
sentimentales, hostiles, tan sexuales o asexuales como resulte por decisión
propia o por efecto de las circunstancias de cada uno, sin depender del género
y eso me gustó bastante.
Al
final, lo mejor de todo es que se dio el tiempo de picos y mesetas, de
equivocarse y recapacitar sin dar la opción de una temporada más. Se acabó y se
acabó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario