“¡Ave
César!”
El verano se empieza a poner
interesante en el 2017, lo cual no deja de ser un respiro en un año donde no
había mucho de dónde agarrarse, ya que ni en mi querida sección de “Cine de
Arte” hemos tenido la gran cosa. Con el esperado estreno de War for the Planet of the Apes (La
guerra del planeta de los simios) en puerta, les puedo decir a todos fieles seguidores de
esta saga que ya pueden poner a enfriar la champaña.
Matt Reeves repite en la dirección y
con esto se empieza a cotizar más alto, dando de pasadita una luz de esperanza
a sus nuevos proyectos (‘The Batman’). Su colaboración en la franquicia queda
marcada también por su coparticipación en el guion con Mark Bomback.
La historia comienza un par de años
después de la insurrección que inició Koda en Dawn of the Planet of the Apes.
Cesar (Andy Serkins) intenta disuadir a los humanos para parar la guerra de una
vez por todas, pero después de la traición de los fieles a Koba, el deschavetado Coronel (Woody
Harrelson) ataca el campamento simio orillándolo a buscar venganza.
Ni siquiera me voy a detener en desenredar los detalles
narrativo-filosóficos de la cinta, esos los pueden leer en críticas más serias
y profesionales, yo se los expondré de una manera simple, con la libertad que
me da no ser una ‘Simio-believer’. No
dude que respeto la saga, particularmente esta trilogía que aquí cierra, pero
recuerde que yo sólo soy una cinéfila promedio y esta película, aunque maneja
temas serios y hasta sombríos, no deja de ser un blockbuster veraniego.
Reeves logra mezclar personajes muy
densos como el de Serkins o Harrelson,
con personalidades tiernas y divertidas como los de Amiah Miller, quien interpreta a Nova y Steve
Zahn como Bad Ape; lo que da a la cinta un equilibrio de emociones. Nos
arrastra por la locura, venganza, el odio y el ego, pero salpica de repente con
esperanza, ternura y una que otra carcajada.
La cinta es un manojo de
sentimientos, ¡So emotional! Grita
Harrelson, para no hacernos perder de vista ese detalle y Reeves se vuelve
preciso, en extremo meticuloso con ello. Logra hilar esta historia a la perfección con
las entregas anteriores, antes de los
veinte minutos ya nos tiene perfectamente ubicados en tiempo y momento.
Ahora abriré un paréntesis para
pedir una ovación de pie al Sr. Andy
Serkins, si le quieren dar (por fin) un Oscar por esto, prometo que no opondré
resistencia. Su trabajo en motion capture es fantástico, el de
él y el de todos los “simios”. Reeves
abusa de los primeros planos para asegurarse de que no nos perderemos rasgo
alguno en sus expresiones. Amiah Miller también alcanza su mérito al conectar con el público sin utilizar palabras,
la expresión de sus ojos y la sonrisa dan respiros de ternura a la historia.
Así como se reconoce el acierto que
significó para el éxito de esta cinta el regreso de Reeves, también es obligado
reconocer como otro gran acierto el regreso de Michael Seresin en la
fotografía, pero sobre todo, el de Michael Giacchino (Spider-Man: Homecoming, Up) con la banda sonora. La música potencializa
el efecto de las emociones que se proyectan en la pantalla. Por un momento me hubiera gustado pausar la cinta para centrar mis sentidos sólo en la música.
En verdad muy buena.
¿Cuántos “Planetas de los simios”
vendrán después del 2017? No lo sé. De lo que estoy segura es que esta cinta es
un digno cierre a la trilogía. Matt Reeves subió el tono hasta casi alcanzar el
negro, pero no dudó en dar unas pinceladas de luz. Manejó de manera soberbia la
escala de grises, tanto a la segunda como a la tercera entrega, llevándonos de
un menos a más en la franquicia. De la misma manera, el Sr. Serkins logra un
sostenido in crescendo, creando un
personaje para la posteridad, porque en definitiva este planeta de changos, no
sería lo mismo sin él. Así que mi pecho se crece para decir: “¡Ave
César! Los que van a morir te saludan"
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