Confesiones
de una doñita amargada
Llega uno a cierta edad… o tal vez
debería decir: Llega uno a cierta experiencia cinematográfica, que va perdiendo
la capacidad de sorprenderse. Y esa es justo la etapa a la que no quería
llegar, entre la edad y la experiencia (cinematográfica insisto), ya uno no se
cuece al primer hervor (ni al segundo, ni al tercero…). Agréguele a eso que soy el mejor ejemplo de una mamá
mandona. “She is so Bossy”, dicen los
escuincles globalizados ahora, pues resulta que ya no cualquier cosa me hace
reír como a ellos.
A estas alturas ya no
es ningún secreto que no soy precisamente fan del humor escatológico, lo cual
me coloca de manera automática en la sección de “Doñita amargada”, porque ese
es el humor de moda, ese es el humor que hace que nuestros hijos
pequeños se tiren al piso a llorar de la risa. Captain Underpants: The First Epic
Movie (Las
aventuras del Capitán Calzoncillos) es justo así, una historia fragmentada que
parece se va hilando conforme un niño de
6 años con TDAH, en plena crisis post ingesta excesiva de azúcar la articula en su cabecita. Lo que deja a los adultos (ligeramente
amargados como yo) sin capacidad de entendimiento, pero para los peques resulta
no solo entretenida, sino hilarante.
La película es una adaptación de una
serie de libros infantiles escritos en 1997 por el estadounidense Dav Pilkey.
Dicha serie ha sido traducida a veinte idiomas y ha vendido más de ochenta
millones de libros en el mundo, dato que no hace más que confirmar que la
amargada soy yo. Pilkey narra en sus libros las aventuras de George (Kevin Hart
/ Bruno Coronel) y Harold (Thomas Middleditch / Arturo Castañeda); un par de amigos a
los que les gusta escribir y dibujar sus propios cómics. Cosa que hace enojar
de sobremanera al director de la escuela, el
Sr. Krupp (Ed Helms / Arturo Mercado Jr.). Un día
llega al colegio un siniestro
maestro de ciencias llamado:
Profesor Poopypants (Nick Kroll / Enrique Cervantes), quien
desata el caos entre los niños, al querer eliminar su capacidad de reír.
La cinta la dirige el canadiense David
Soren (Turbo) con un guion de Nicholas
Stoller. El director le cargó la mano al
color creando unos gráficos muy llamativos nada complicados (a la vista me
refiero). Así como la historia parece un collage mal recortado de las
historietas, también la animación cambia a lo largo de la película, pasando de
un formato a otro, lo cual, debo reconocer, no deja de sorprender, ya que tiene
su gracia crear una amalgama con todo eso. Por su parte el guion de Stoller logra
insertar entre todos esos mocos, eructos, traseros, gases, pis y caca, un par
de chistes ácidos que solo los adultos amargaditos entenderemos, y muy en
contra de nuestra voluntad soltaremos la carcajada.
No los voy a engañar queridos
lectores, la cinta resultará muy divertida para los niños pequeños y seguro en
más de una ocasión hará un socavón en la muralla de amargura en que nos
resguardamos los que queremos dar la impresión de ser intelectuales de
izquierda. Tal vez los adultos más felices y
relajados, como los vecinos de butaca a mi derecha, podrán disfrutarla a
carcajada enloquecida, así como brincan
y ríen los chiquillos después de comerse media caja de galletas Oreo, si usted ha sufrido esta experiencia sabe de qué estoy hablando.
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