10 ago 2017

Captain Underpants: The First Epic Movie

Confesiones de una doñita amargada

Llega uno a cierta edad… o tal vez debería decir: Llega uno a cierta experiencia cinematográfica, que va perdiendo la capacidad de sorprenderse. Y esa es justo la etapa a la que no quería llegar, entre la edad y la experiencia (cinematográfica insisto), ya uno no se cuece al primer hervor (ni al segundo, ni al tercero…). Agréguele  a eso que soy el mejor ejemplo de una mamá mandona. “She is so Bossy”, dicen los escuincles globalizados ahora, pues resulta que ya no cualquier cosa me hace reír como a ellos.

A estas alturas ya no es ningún secreto que no soy precisamente fan del humor escatológico, lo cual me coloca de manera automática en la sección de “Doñita amargada”, porque ese  es el humor de moda, ese es el humor que hace que nuestros hijos pequeños se tiren al piso a llorar de la risa. Captain Underpants: The First Epic Movie (Las aventuras del Capitán Calzoncillos) es justo así, una historia fragmentada que parece  se va hilando conforme un niño de 6 años con TDAH, en plena crisis post ingesta excesiva de azúcar la articula  en su cabecita.  Lo que deja a los adultos (ligeramente amargados como yo) sin capacidad de entendimiento, pero para los peques resulta no solo entretenida, sino hilarante.

La película es una adaptación de una serie de libros infantiles escritos en 1997 por el estadounidense Dav Pilkey. Dicha serie ha sido traducida a veinte idiomas y ha vendido más de ochenta millones de libros en el mundo, dato que no hace más que confirmar que la amargada soy yo. Pilkey narra en sus libros las aventuras de George (Kevin Hart / Bruno Coronel) y Harold (Thomas Middleditch / Arturo Castañeda); un par de amigos a los que les gusta escribir y dibujar sus propios cómics. Cosa que hace enojar de sobremanera al director de la escuela, el  Sr. Krupp (Ed Helms / Arturo Mercado Jr.). Un día llega al colegio un siniestro  maestro  de ciencias llamado: Profesor Poopypants (Nick Kroll / Enrique Cervantes), quien desata el caos entre los niños, al querer eliminar su capacidad de reír.

La cinta la dirige el canadiense David Soren (Turbo) con un guion de Nicholas Stoller.  El director le cargó la mano al color creando unos gráficos muy llamativos nada complicados (a la vista me refiero). Así como la historia parece un collage mal recortado de las historietas, también la animación cambia a lo largo de la película, pasando de un formato a otro, lo cual, debo reconocer, no deja de sorprender, ya que tiene su gracia crear una amalgama con todo  eso. Por su parte el guion de Stoller logra insertar entre todos esos mocos, eructos, traseros, gases, pis y caca, un par de chistes ácidos que solo los adultos amargaditos entenderemos, y muy en contra de nuestra voluntad soltaremos la carcajada.

No los voy a engañar queridos lectores, la cinta resultará muy divertida para los niños pequeños y seguro en más de una ocasión hará un socavón en la muralla de amargura en que nos resguardamos los que queremos dar la impresión de ser intelectuales de izquierda. Tal vez los adultos más felices y  relajados, como los vecinos de butaca a mi derecha, podrán disfrutarla a carcajada enloquecida, así  como brincan y ríen los chiquillos después de comerse media caja de galletas Oreo, si usted ha sufrido esta experiencia sabe de qué estoy hablando. 





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