La utopía hipster
Llámeme usted
blasfema, porque con seguridad seré la única en atreverme a criticar a “Un
padre no tan padre”. Sr. Don Héctor
Bonilla perdone mi atrevimiento colmado de
injurias, pero las cosas como son.
La fama de ser el látigo inmisericorde de las películas mexicanas me precede, pero con Dios como
testigo y con una que otra publicación de orgullo desbordado por maravillosas
cintas con el sello de Hecho en México, les recuerdo que no estoy de pleito con
nuestro cine, mi pleito es con los espacios que se les da a unas y otras
películas y con los presupuestos desperdiciados cuando existen proyectos maravillosos dignos de proyectarse a nivel nacional.
Con aquello de
los cambios de programación por temporada navideña de Cinépolis (distribuidora
de esta cinta por cierto), me apersono en el complejo cinematográfico para
llevarme la sorpresa de que después de una, tal vez dos semanas en cartelera,
retiraron de la programación “El caos y
el orden” una película documental (mexicana) sobre la vida y obra del
artista abstracto Manuel Felguérez, uno de los pintores y escultores mexicanos
más importantes del siglo XX. Lo más seguro es que la quitaron porque nadie fue
a verla, y tal vez nadie fue a verla porque ni siquiera se enteraron que
existía.
Con la
desilusión latente opté por echarle un ojito a “Un padre no tan padre” y lo
hice nada más por la presencia de Héctor Bonilla en la cinta. Hace un mes tuve
el gusto de verlo en teatro en una obra maravillosa: “Tres días en mayo”, en donde no lleva precisamente el protagónico
pero complace con su actuación, como siempre.
De qué va: Don
Servando Villegas (Héctor Bonilla) es un
viejo cascarrabias que se la pasa haciendo la vida imposible a todo el mundo en
el asilo en donde vive. Tras ser
expulsado de la casa de retiro, su hijo Francisco (Benny Ibarra de Llano) lo
lleva a vivir a San Miguel Allende en donde vive en una comuna con su hijo René
(Sergio Mayer Mori), su novia Alma (Jacqueline Bracamontes) y un grupo muy
variado de personas.
Seguro así como
yo, muchos otros llegarán a la sala de cine atraídos por Héctor Bonilla y
siendo totalmente honestos, creo que sin él, no habría nada que mostrar. La
película es tan sin chiste, que ni siquiera puedo decir que sea mala. Es sosa,
plana, utópica. No salí enojada del cine, salí vacía, sin una emoción que
mostrar. Nos reímos un poquito sí, y hablo en plural para que no digan que no
me río porque soy una chaira amargada. Los brotes de humor, todos cortesía de
Bonilla por supuesto, no logran hacerla una comedia hilarante.
Raúl Martínez
pasó de hacer comerciales a dirigir su primer largometraje, como ya lo he
mencionado antes, esas Operas Primas son, por lo general maravillosas. Muy
cuidadas en los detalles y con todas las ganas de la “primera vez”. Martínez
saca mucho provecho de su experiencia en filmar comerciales, porque la cinta es
visualmente linda, perfectamente iluminada, logra hacer lucir las
locaciones y a su bello elenco alternando diferentes planos. No hay un detalle
que esté fuera de lugar, todo es tan bonito que no hay espacio para la
enfermedad, el despotismo y el drama. No hay tragedia, no hay indignación, no hay escándalo, ni
carcajadas. ¡No hay nada!
Alberto Bremer
hace un guion tan incluyente como ajeno, porque la empatía por cada habitante
de esa casa no se despierta nunca. Una comuna, no hippie como quieren señalar,
porque sería imposible que bajo esa filosofía se pudiera mantener un lugar así
de lujoso. La utopía del millonario hípster, multicultural, incluyente, vegano
y libre de gluten con voto a favor de la legalización de la mariguana. Aclaro
que no estoy en contra de todo esto, estoy en contra de la manera en que fue
expuesto.
Lo único que
tiene “Un padre no tan padre” es la vitalidad y el carisma de Bonilla, y tal
vez a manera de homenaje a él pueda funcionar, pero fuera de eso no habrá nada
más que recordar en ella.
Sabes Paty, a mí de haber visto el trailer no me dieron nada de ganas de verla. Veo a Bonilla como una caricatura, el viejito amargado chistoso a la fuerza. Bueno, eso me hizo pensar el trailer.
ResponderEliminarPero bueno, luego lo que no nos hace reír hace mearse de la risa a una gran mayoría. Quizá sí somos unos chairos amargados. (por cierto, qué es para ti chairo???)
Abrazos.
Eso me pasa con frecuencia, lo que a mí no me da nada de gracia a otros destornilla de la risa. Bueno, Chairo tiene muchas definiciones y creo que ninguna bonita. En este caso me refiero (porque me han referido a mí como una chaira) a las personas con una ideología izquierdista con tintes de anarquía, esos que se oponen al sistema, la globalización y al imperialismo yanqui. Algo así más o menos jajajajaja
ResponderEliminarlo popular y la calidad , no siempre van de la mano. Se desea abarcar distinots publicos en el film, NO SE arriba a nada . Quien quiere una telenovela en sala de cine, veala..., lastima lo que cuesta filmar ...., para esto...
ResponderEliminar