El “Zorro Plateado” se retuerce en su tumba
Evaristo Jiménez (Miguel Rodarte) es un reconocido
diseñador de modas que para lograr
sobresalir en este difícil terreno, se hace pasar por gay cuando en realidad
tiene adicción por las mujeres, particularmente las casadas. La posibilidad de
que el mundo descubra su secreto amenaza su imperio.
Creo que hasta los Millennials saben quién fue Mauricio
Garcés y conocen su famosa película “Modisto de señoras” filmada en 1969.
“Macho” se atreve a dar un nuevo giro a esa historia, o mejor dicho, se atreve
a dar un nuevo giro al personaje, porque
poco tiene que ver una historia con la otra. Tal vez tenían la intención de modernizarla o de apegarla a los
nuevos conceptos de diversidad. Lo que es seguro es que es imposible que salga
bien librada a la hora de las comparaciones.
El director Antonio Serrano brincó de las novelas al cine
con “Sexo, pudor y lágrimas” en 1999, desde ahí no le ha ido muy bien que
digamos, su último gran proyecto la “Trilogía de la Independencia” quedó
inconcluso ante el fracaso de “Hidalgo” y “Morelos”. Después de cuatro años regresa con otro
proyecto muy arriesgado en la categoría de comedia, que se puede considerar
“fácil” por decirlo de alguna manera,
sin embargo, venir a meterse con un personaje de la talla de Garcés es
de antemano una batalla perdida.
Rodarte tiene el carisma y la simpatía, confieso que este
sinaloense de nariz exótica me cae muy bien y me resulta muy divertido en sus
películas, pero el peso de la cinta no podía caer sólo en él.
Si algo tiene a su alcance el señor Serrano, es la
capacidad de una gran producción y “Macho”, sin ser una película histórica
tiene eso. Cuenta con los actores mejor cotizados del momento en el cine
mexicano: Aislinn Derbéz, Cecilia Suárez, Mario Iván Martínez, Ana de la Reguera
y hasta la presencia de la señora Ofelia Medina. Por desgracia Serrano le cedió
la responsabilidad de coprotagonista a Renato López, cuya actuación dejó mucho que
desear. No le quiero restar mérito a su
valentía al aceptar un papel como este, pero su pésimo desempeño no da ni para
reírse de él.
La película comienza a fluir bien entre un detalle
simpático y otro, pero antes de llegar a
mitad se va tornando sosa hasta llegar al “¡por favor que ya se acabe!”. Lo
verdaderamente chistoso de esto, es la reacción de la gente mí alrededor, en
serio que llegué a pensar que eran como aquellas famosas plañideras, esas
mujeres que solían contratar para llorar en los funerales, nada más que aquí a
la inversa. ¿Quién le pagó a esa gente para reírse? Yo sé que entre gustos se
rompen géneros, y que yo soy de esas que
no deja de hacer corajes con este tipo de películas que no hacen más que robar
espacios y presupuestos para películas mexicanas con más sentido, pero cuando
las risas son tan ilógicas, forzadas y falsas me quedo sin saber de qué me
perdí.
Visualmente en muy agradable, lo reconozco, caras y
cuerpos bellísimos, bien instalados en un
diseño de producción muy “chic” (creo que esa palabra ya está muy pasada
de moda) y locaciones hermosas. Como lo dije antes, dinero hay, y se les nota.
Tiene unas escenas de sexo muy bien cuidadas, además tuvieron el buen tino de exponer a los
talentos de la moda nacional como Pineda Covalín, Ricardo Seco y Gianfranco Reni.
El guion es autoría de Sabina Berman (Light, The History
of Love), quien en la historia trata de llevar un mensaje a favor de la
diversidad sexual, pero el resultado final no es suficiente para hacer honor al
tema. El reto era muy grande, modernizar la historia de ese pícaro “modisto de
señoras” requería demasiado de todos los involucrados, ni siquiera se me ocurre
quién podría hacerlo. Supongo que era un tema intocable y punto.
“Macho” entra en la misma categoría de “Y qué culpa tiene
el niño”, “Nosotros los nobles”, “Cásese quien pueda”, así que si disfrutó de
sobremanera estas cintas, no lo dude “Macho” es para usted. La diversidad está
ahí para quien la quiera tomar, en mi caso, esto no es lo mío.
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