Canta para vencer al SIDA
Gracias al festival “La
Gran Fiesta de Cine Mexicano” tuve por fin la oportunidad de ver esta película
con la que no había podido coincidir. “El Charro de Toluquilla” se estrenó en
el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2016 (FICG31), en el cual se
coronó como Mejor Documental Iberoamericano y con el Premio Infinitum que
otorga el público. Fue reconocida como Mejor Documental Mexicano en el Mérida
Yucatán Film Festival (FICMY), invitado por Robert De Niro al Festival de Cine
de Tribeca en Nueva York, en donde el ya afamado protagonista se presentó
vestido de charro obteniendo excelentes críticas. Ya dejó su huella en Inglaterra en el Sheffield
Doc/Fest, y como buen profeta en su tierra, la Gran Fiesta de Cine Mexicano le
otorgó el galardón a Mejor Documental para cine hecho en Guadalajara. Su
siguiente parada, el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de
México (DocsMx) en donde encontrará fuertes competidoras en: “El hombre que vio
demasiado”, “Tempestad”, “Baño de vida” entre otros.
El joven director, José
Villalobos Romero, no sólo está consiguiendo un premio tras otro con su ópera
prima, sino que también ha marcado un antes y un después en la vida de Agustín
Jaime García Domínguez, mejor conocido como “El Charro de Toluquilla”. Es
difícil que una película mexicana de buena calidad conquiste a la audiencia,
más si estamos hablando de un documental, no de una película de comedia que es
el género con mayores triunfos en taquilla.
“El Charro de Toluquilla”
es un cantante de música ranchera, muy popular en un restaurante de
Guadalajara. Jaime no tiene empacho en mostrar un estilo de vida que muchos de
nosotros podríamos pensar inexistente a estas alturas de la modernidad, pero
asomarse a su vida, es asomarse a una película de cualquier charro mexicano que
hace honor a eso de ser borracho, mujeriego y bailador; claro que con el
pequeño inconveniente de ser portador del virus del HIV.
Después de tener la
oportunidad de platicar con tan carismático personaje, el cual ni lento ni
perezoso se pone en modo coqueto y te besuquea a la menor provocación, puedo
dar fe de la honestidad con la que este charro lleva su vida. Villalobos llevó
toda esa humanidad en crudo a la pantalla, cinco años de convivencia con su
protagonista, 250 horas de filmación y otras muchas más en la postproducción.
Por desgracia para “El
charro de Toluquilla”, la vida no se vive sólo en el escenario, su legión de
fans y chicas guapas que acuden a sus presentaciones, no están ahí cuando él va
al médico, o cuando discute con la madre de su hija, hija que milagrosamente
nació libre del virus que porta su padre. Agustín Jaime García Domínguez es un
sobreviviente, sus limitaciones económicas, su enfermedad y los problemas
personales pueden hacerlo agachar la cabeza, pero no han vencido su espíritu.
En mí cuadrada mente hay
poco espacio para dejar de considerar su conducta como: irresponsable. Sin
embargo, para Jaime, su realidad resulta una bendición.
“Varios
de mis amigo ya se murieron de diabetes, cáncer, Parkinson o Alzheimer y yo
sigo aquí, por eso abajo del título le pusimos “bendito sida” porque no he
muerto. En esta película quise informar mi diagnóstico a la gente para que la
gente se dé cuenta de que para el virus del VIH no importa si eres mujer,
homosexual, lesbiana, hombre o mujer. Considero que el sida es un virus que se
come tus fuerzas y que hay un medicamento retroviral desde hace 13 años que
hace que el virus permanezca encapsulado y permite seguir durmiendo, comiendo,
haciendo ejercicio y cantando”.
José Villalobos en una función
privada en Cannes, consiguió la distribución de su documental para Europa, el director
espera que la gira por festivales y los reconocimientos que consiga en el
extranjero, le abran las puertas para su distribución en México. Personalmente
estoy segura que la va a conseguir y que este documental puede ser, al menos de
manera local en Guadalajara, una cinta que cambie los antecedentes de los
ingresos en taquilla para una película de este tipo. ¿La razón?, el carisma de
su protagonista, tal vez hasta el morbo de acompañarlo a los rincones de su
intimidad y tener la oportunidad de sentarse a juzgar una vida.
Mi recomendación, si es
que alguna vez se topa con este documental, es que se dé la oportunidad de
verse a sí mismo en la vida de este tan alegre charro. No importa lo distante
que pueda parecer ese personaje extraído de una película de machos de la época
de oro del cine mexicano; en mayor o menor grado veremos reflejada la relación
que tenemos con él, en cuanto a la responsabilidad con que ejercemos nuestra
libertad sexual y la manera en que afrontamos sus consecuencias.
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