Feminismo
distorsionado es igual a “Feminazi”
La sociedad actual tiene
a sus máximos exponentes en guerra, hombres y mujeres se pelean como insaciables
depredadores el liderazgo de la cadena alimenticia. El concepto de igualdad
entre los sexos se ha distorsionado al grado de buscar la superioridad, no la
equidad. Si bien es cierto que la sociedad y nuestro entorno han influido en lo
que somos, les quiero recordar que fue la madre naturaleza la que tuvo a bien
crearnos con características diferentes, dando tanto a hombres como a mujeres
las “armas” necesarias para sobrevivir, repito, para sobrevivir, no para
matarse unos a otros.
Si hablamos de los orígenes
de la especie, recordemos que la aparición del Australopithecus se remonta a
cuatro millones de años, mientras que el
origen del último eslabón conocido de la
evolución del hombre, el Homo Sapiens Sapiens, ocurrió
hace 150 mil años (años más años menos, las publicaciones no se ponen de
acuerdo), dando como resultado humanos con un cerebro más pequeño, pero
neurológicamente superiores.
Entonces, saque cuentas,
si entre el primer hombre que caminó erguido y lo que se conoce como el “hombre
moderno” hay 3.9 MILLONES de años de
evolución, y entre el hombre moderno y usted hay 150 MIL años, ¿qué tanto cree que ha evolucionado desde entonces?
Definir al ser humano
(hombre o mujer) como un animal de instintos es algo muy delicado. Nuestra
evolución biológica, la educación que ha recibido nuestra especie, la presión
social, la influencia de las diferentes ciencias, corrientes filosóficas y/o
religiosas, hasta lo que es políticamente correcto, nos ha puesto a parir
chayotes por miles y miles de años.
Nuestra especie, como todas
las demás, tiene hembras y machos. Cada uno de ellos dotado de diferentes
características e instintos. Los machos y hembras humanos, nunca, nunca, nunca
de los “nuncas” van a ser iguales. O tal vez sí, pero en unos cuantos millones
de años.
Estamos en uno de los
momentos más álgidos de las relaciones hombre-mujer. Hombres emasculados y
mujeres "empoderadas" en mal sentido. Y aquí me quiero detener un momento para
afirmar que no voy en contra de ninguno de los dos, al contrario, estoy
tratando de ver esa guerra desde un punto fuera de conflicto y dando una
opinión.
Las mujeres nos hemos
sentido menospreciadas y oprimidas por siglos, la educación que recibimos nos
proyecta a cambiar esa postura de víctima, lo cual no sólo es válido, sino que
es urgente. El feminismo ha venido a cambiar, para bien, el panorama de las
mujeres, sin embargo, en vez de mejorar, digamos que de finales del siglo XX
para acá, se ha distorsionado el concepto convirtiéndose en algo que ahora
conocemos como “feminismo radical” o “feminazi”.
Por definición entendemos, que feminismo es la
filosofía que defiende que las mujeres deben tener los MISMOS DERECHOS que los hombres. Punto y nada más.
Feminazi según Wikipedia,
porque en la RAE no existe, es un término, tanto adjetivo como sustantivo, usado en sentido peyorativo para referirse a feministas que son percibidas
como radicales o que promueven la vulneración de derechos de los varones. Por último, y en lo que esperamos que el Diccionario de la Real Academia Española y Arturo Pérez Reverte se pongan de acuerdo, entendemos por empoderamiento: la adquisición de poder e independencia por
parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación (no para colocarse en una posición de superioridad).
El feminismo no dice nada
de compartir alguna otra característica de género con los hombres. Las
verdaderas feministas no quieren ser físicamente más fuertes para ponerle en su
madre a cuanto macho les pase por enfrente. Las feministas no quieren ni tener
pene, ni andar por ahí cortando falos para demostrar su superioridad. Ser
feminista no nos dota de una inteligencia superior o nos hace aptas para
desempeñar un puesto de trabajo para el que no estamos calificadas. Ser
feminista no es igual a ser lesbiana (al menos no necesariamente), ni el
feminismo es lo contrario al machismo, como mucha gente supone. Las feministas
no necesitan pintarse las axilas de colores, o abortar sólo porque puedo,
porque “mi cuerpo mi decisión”.
Todo este caos entre los
sexos está infectando nuestras vidas y nuestra sociedad a través de nuestra
educación y cultura. Todos lo sufrimos, porque no nos queda de otra, el
feminismo radical lo padecen hombres y mujeres, de la misma manera que
sufrimos el machismo, la discriminación y otros tantos menesteres.
La biología evolutiva
señala a los machos de nuestra especie
(y de todas las especies) como violentos, lo cual tiene que ver con su instinto de supervivencia. El macho no solo lucha por su vida, sino también por
la de su “manada”, sobre todo por la vida de su hembra. Las hembras al ser
físicamente más débiles se unen al macho por protección y por el instinto de reproducirse de ambos.
La mayor misión en la
vida de un macho, es eso, ser macho; ser el macho dominante, el macho alfa.
Imagínese el paquetote que es lidiar con esa meta en la vida. ¿Cuántos machos
alfa hay en una manada? ¡Uno! Y ¿por qué quiere ser el macho alfa? Pues para
que la hembra lo escoja a él. Las hembras prefieren a los machos más fuertes.
Entre nuestros parientes más cercanos, los primates, el hombre es quien tiene
el pene más grande. Eso es una prueba innegable de que la selección
natural en este punto se inclina en favor de las hembras, fueron ellas las que
dictaron este cambio y muchos otros más en su beneficio.
Ahora ¿cuál era la meta
en la vida de las hembras de las cavernas? Pues conservar al macho que la
protege. Lo cuida, lo alimenta, lo complace sexualmente, se somete ante él. Y ¡mucho ojo con esto! No me mate todavía, deme unas líneas para explicarlo.
Cuando otro miembro de la manada se convierte en el más fuerte, automáticamente
el alfa actual desaparece. Para las hembras la sumisión es parte de su poder
sobre el macho, no le conviene castrarlo, no es más fuerte que él, las
posibilidades de que lo supere en combate son mínimas. Y entonces piensa… un
macho debilitado no le sirve para sobrevivir.
Los machos reaccionan de
manera violenta contra todo aquello que amenace su poderío, es instinto. En
algunas especies llegan a matar a las crías machos, por aquello de no darles
tiempo a que se fortalezcan. ¿Usted cree que un macho va a tolerar que una
hembra lo enfrente? ¿Que una hembra quiera tomar el poder que otro macho no
pudo quitarle? Las superioridad de las hembras no le vienen bien. ¿Ya me está
entendiendo por dónde voy? Recuerde que estoy hablando de lo que pasaba hace más
de cien mil años.
Seguimos, vamos de regreso a la época actual, después de miles de años de evolución, y
aclarando que evolución no quiere decir que las cosas son mejores que antes,
porque no estamos hablando de computadoras, autos o pantallas de televisión.
Estamos hablando de la manera en que nos hemos adaptado para sobrevivir, de lo que
hemos dejado atrás porque dejó de sernos útil,
o de características que estaban y ahora no están, o viceversa.
Nuestros instintos
primitivos siguen ahí, están ubicados en la base cerebral, lo que vamos aprendiendo
los va modificando y conforme más se educan más se acercan a la superficie. En
la corteza cerebral está lo que nos hace “civilizados”, aunque algo en el
sótano de patadas de vez en cuando. Es por eso que los hombres ya no traen un
tronco en una mano y a la mujer arrastrando de las greñas en la otra. Los instintos
primitivos se han domesticado, al menos en la mayoría de nosotros.
Entonces, volviendo al
asunto feminazi, tal vez ahora pueda entender más claramente por qué los
hombres las desprecian por sentirse amenazados y porque muchas otras féminas
no están de acuerdo con ellas. La mujeres necesitamos que se respeten nuestros
derechos (al igual que los hombres), queremos tener libertad de estudiar, trabajar, de tener hijos si queremos, de tener la vida y la orientación sexual que
se nos dé la gana llevar. Queremos que la violencia de género termine, que
nuestros salarios sean equivalentes a los de un hombre en el mismo puesto y con
las mismas responsabilidades. Eso queremos en general, aunque yo agregaría
también el deseo de comer y no engordar. El empoderamiento de la mujer (cosa
con la que estoy muy a favor), no requiere la degradación del hombre... y
viceversa.
Con esto quiero recalcar lo que la educación ha hecho por nosotros como especie. La educación nos lleva a alcanzar esa equidad entre los sexos, y no estoy hablando de grados de supremacía universitaria, estoy hablando de una educación básica incluyente y tolerante. Es importante no perder de vista que los seres humanos no fueron creados para ser iguales, que uno de ellos fue hecho más fuerte para proteger al otro. Tras miles de años de evolución, y porqué no decirlo, de abusos, las mujeres han conseguido cambiar muchas cosas, pero a pesar de eso todavía hay en el mundo millones de mujeres maltratadas de alguna manera. Eso debe cambiar, pero no creo que deba cambiar el orden de los factores, es decir, que el rol de víctima no debe caer sobre los hombres. Lo que necesitamos es una trasformación social.
Con esto quiero recalcar lo que la educación ha hecho por nosotros como especie. La educación nos lleva a alcanzar esa equidad entre los sexos, y no estoy hablando de grados de supremacía universitaria, estoy hablando de una educación básica incluyente y tolerante. Es importante no perder de vista que los seres humanos no fueron creados para ser iguales, que uno de ellos fue hecho más fuerte para proteger al otro. Tras miles de años de evolución, y porqué no decirlo, de abusos, las mujeres han conseguido cambiar muchas cosas, pero a pesar de eso todavía hay en el mundo millones de mujeres maltratadas de alguna manera. Eso debe cambiar, pero no creo que deba cambiar el orden de los factores, es decir, que el rol de víctima no debe caer sobre los hombres. Lo que necesitamos es una trasformación social.
Ahora, a manera personal,
y en este punto cada quien se inclina a donde quiera, le confieso que a mí me
encanta la idea de sentirme protegida, de sentirme segura y no amenazada por el
hombre que está a mi lado. Me gusta la idea de ser madre y decidí libremente
entre mi vida profesional y la familiar. Me considero una mujer inteligente,
muy inteligente, a la que cocinar o hacer el aseo en la casa no denigra, al
contrario, me hace muy feliz, tengo la psicosis del trapito ¿qué le vamos a
hacer? Me gusta cultivar y cuidar las plantas. Me gusta tener la libertad de
hacer lo que yo quiera, siempre y cuando no perjudique o viole el derecho de
alguien más. Me gusta que me abran la puerta o me acerquen la silla, jamás
pensaría que alguien me toma como idiota por eso. Para la sumisión, acá a la
sorda le diré que tengo mis atenuantes, pero como mi vida íntima no le importa,
pues me guardo mis comentarios. ¿Qué quiero decir con esto? Que no todas las mujeres queremos lo mismo, seguro los hombres tampoco.
Los términos de igualdad
se están pervirtiendo en pos de la superioridad de la mujer y la discriminación
del hombre. Nos estamos convirtiendo en lo que estamos tratando de erradicar.
Violentar las relaciones no beneficia a nadie. No sería capaz de disfrutar un
mundo sin feminicidios teniendo a cambio la discriminación y la violencia
contra los hombres. No disfrutaría mi derecho de estudiar, de superarme y de
destacar profesionalmente encajando mis tacones sobre un hombre, que por ser
hombre, no tiene las mismas oportunidades que yo.
En verdad no me importa
que se me especifique el género de los adjetivos que usamos, de hecho me duelen
los oídos con aquello de “presidente y presidenta” “contentos y contentas”
“mexicanos y mexicanas”. O soy inmune a la discriminación que esto pudiera
representar o sencillamente tengo mejores cosas de qué preocuparme. No tengo
problema con que en los puestos de gobierno exista o no la misma cantidad de plazas asignadas a mujeres y a hombres, quiero asumir que cada quien se gana
su lugar de acuerdo a sus capacidades, no a su sexo.
Señora, señorita, no
llene su vida de odio. No se deje, pero tampoco abuse. Sea libre, pero no a costa de esclavizar a alguien más. Sea
fuerte porque quiere serlo, no porque tenga algo que demostrar. Tenga hijos, no
tenga hijos, estudie y sea una profesional exitosa. Gane
todo el dinero del mundo porque su trabajo lo vale, pero no fije su valor en el
dinero. Cocine no cocine, agarre el
trapeador o no lo agarre, que le abran la puerta del auto o atiéndase usted solita,
escoja arriba o abajo en la cama, haga lo que le dé su real gana hacer, sin
pensar que lo hace porque las mujeres son superiores que los hombres. Los seres
humanos merecemos la soberanía en nuestras decisiones, merecemos respeto y ser
tratados con dignidad. Ejerzamos ese derecho con responsabilidad y justicia.
Con tanta lucidez he quedado deslumbrado. ¡¡¡Felicitaciones!!! y Salud!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Luis! Saludos!
EliminarMás claro que nunca.
ResponderEliminarPues tal vez un poco rebuscado, pero la idea es alcanzar la equidad, no la superioridad. Saludos!
EliminarObjetivo, claro y de lectura agradable, me gusto.
ResponderEliminar:)
siempre he sentido que vivimos en un mundo con lugares machistas como el medio oriente, pero igual con muchos lugares hembristas... a mi siempre me han dicho que la mujer es superior, mas inteligente, que si yo daño a una mujer sere castigado de una y mil maneras, en cambio si una mujer me daña a mi sera casi casi venerada, no entiendo porque dicen que solo a las mujeres sexualizan, acosan, matan o violan solo por ser mujeres, yo soy hombre y he sufrido incontables veces esas situacion (excepto violacion y asesinato claro), pero conozco a gente que si lo sufrio y me he enterado de infinidad de hombres que lo sufren y ojo que no por parte de otros hombres (que es con lo que comunmente se defienden), sino por parte de mujeres!, mujeres que han violado, acosado, asesinado a otros solo por ser hombres, no vivimos en una sociedad en la que el machismo abunda, existe, claro que si, ´pero no solo eso, existe en la misma cantidad el hembrismo, que no es otra cosa mas que la misandria... y no, no es minoria esa sociedad hembrista... a mi me han dicho otras mujeres "no te vistas asi", me han chiflado, gritado, nalgueado, toqueteado, rozones, etc, etc... el pensar que todos somos iguales no es feminismo, lo era antes, cuando las mujeres no tenian los mismos derechos, pero hoy claro que todos lo tenemos y creer que todo debe de ser asi, no es feminismo, es sentido comun...
ResponderEliminarDios mío creo que es el texto más retrógrado que he leído en mucho tiempo. Dáis pena criticando el feminismo desde vuestra posición de poder y sin ver vuestros propios privilegios. Para hablar de primates, iros al zoo. En la sociedad somos personas y nuestro nivel cognitivo va más allá de cazar y reproducirnos por la complejidad que implica ser persona y tener cultura. Espero que algún día leáis un poco sobre história y hasta quizás de feminismo y quizás seréis capaces de comprender de lo que somos capaces pensar los humanos. A lo mejor un día os daréis cuenta de que el mundo lo véis desde vuestros própios ojos y experiencia, y sin un poco de empatía es imposible cambiar de opinión.
ResponderEliminarSolo quiero añadir que cuando algo/alguen deja de cambiar (evolucionar), es que ha muerto
Cuidaros y vivid