El instinto de supervivencia
tiene precio
Millones de personas en el mundo
necesitan el trasplante de algún órgano para volver a ver, para dejar de prescindir de las diálisis, para una siembra de piel, para seguir viviendo. Los integrantes
de esa larga lista esperan por años, ¡décadas!, el milagro que mejore su calidad
de vida. Muchos de ellos morirán esperando.
Según el documental Dentro del Mercado
Negro, de National Geographic filmado hace ya algunos años (2009 creo), asegura
que a lo largo de los Estados Unidos hay más de 95,000 personas que aguardan
desesperadamente por un nuevo órgano. En Reino Unido se habla de unas 9,000 personas, en Alemania de 14,000 y en China de dos millones de personas
ya que en ese país sólo seis de cada diez millones de ciudadanos dona sus
órganos.
Sabemos que de alguna u otra manera, todos
vamos que morir, ¿o no? La ciencia ha transformado el “más allá” en algo
diferente, ahora los vivos se mantienen vivos gracias a los muertos. El cuerpo
se ha convertido en un producto, en piezas de repuesto que no sólo pueden
mejorar la calidad de vida, sino dar la vida misma. De un solo cuerpo se pueden
obtener 200 piezas diferentes.
Como un milagro en muchos hospitales
del mundo comienza a brotar vida gracias a los trasplantes de órganos, por
desgracia, los donantes vivos o muertos, no son suficientes para cubrir las
demandas; lo que lleva, por un lado, a los más necesitados a ofrecer sus órganos
para conseguir dinero, y por el otro a los delincuentes a abrir un mercado
ilegal de venta de órganos.
Le interesa a usted saber ¿de dónde
vienen esos órganos? ¿Qué tan lejos estaría dispuesto a llegar para conseguir
el órgano que necesita? ¿Le gustaría saber quién se lo dio, o, a quién se lo
quitaron? Su hijo, su madre, su hermano, usted, necesita un trasplante de
órgano, su número en la lista de espera de México es el 20,443.
La desesperación, el instinto de
supervivencia diría yo, es el motor que hace girar ese mercado. En la India la
gente vende sus riñones por 700 € (menos de 14 mil pesos), cuando su precio de
lista en el mercado negro es de más de cien mil euros. Los pacientes en lista
de espera de Estados Unidos encontraron el paraíso de los trasplantes en China.
Sí, en ese país en donde sus habitantes más requieren de un órgano, y no los
donan por cuestiones religiosas, ahí el tiempo de espera puede ser de dos
semanas.
China es el país con mayor número de
reclusos condenados a la pena de muerte. Ejecuciones prácticamente en masa de
un certero tiro en la cabeza ponen sobre la mesa del quirófano decenas de
donantes en un día. Esto, aunado a uno de los mejores y más eficientes sistemas
de trasplantes, colocan sin dilatar los órganos sanos en los pacientes extranjeros
que pagan enormes cantidades por ellos. Los prisioneros no son notificados de
esto, no se tiene su consentimiento y su familia no recibe un peso, mejor
dicho, un renminbi como remuneración. Aunque actualmente China asegura que ya
no realiza esas prácticas, la gran cantidad de ceros en las cifras me lleva a
pensar que no es así.
En el documental usted se dará cuenta
de otras tantas maneras de traficar con órganos, inclusive dentro del “incorruptible”
territorio estadounidense. Aunque Latinoamérica no se menciona, sabemos que por
estas latitudes el tráfico de órganos sólo tiene ganancias para uno de los
involucrados. El traficante.
La cultura de la donación de órganos podría
terminar con este problema, en la actualidad sólo España tiene suficientes órganos
para trasplantar, todo gracias a su impecable sistema de donación de órganos. En
México muchas personas se han sentido en riesgo de hacer pública su intención
de ser donante. La corrupción no es ajena a ese departamento y muchos órganos se
pierden ante la ineficacia de la red de trasplantes que no siempre tiene los
medios para colocar en pocas horas un órgano en un receptor.
Dentro del mercado negro, más que un
documental informativo, es un documental para hacer conciencia. Mucho podemos
hacer por detener, o al menos disminuir el tráfico de órganos.
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