Les amours imaginaires
Xaviel Dolan
No cabe duda que ver en
retrospectiva el trabajo de Xavier Dolan (y de cualquier otro) nos permite ver su
evolución y aprender a distinguir su sello, son muchos los directores que
vuelven muy personales sus proyectos, Dolan es uno de ellos y si sigue así
pronto encabezará ésta lista. Los amores imaginarios bien podrían pasar como
una película testimonial y no sólo hablando de la vida del director, sino
hablando de la vida de todos en algún momento.
Marie (Monia Chokri) y Francis
Riverekim (Xavier Dolan) son los mejores amigos, siempre van juntos para todos
lados, son confidentes y se conocen perfecto uno al otro, Francis es homosexual
así que no hay manera de que surja una relación de pareja entre ellos. En una
reunión conocen a Nicolas (Niels Schneider) un joven recién llegado del campo
por el que los dos se sienten atraídos. Conforme su enamoramiento aumenta su
relación comienza a fraccionarse.
La película habla de amor, al menos
así la titula, pero eso de “imaginarios” para mí lo traduce, por un lado, en
enamoramiento, y por el otro, en algo que sólo pasa en nuestro universo personal,
es decir que es un sentimiento en el que el objeto de deseo ni siquiera está
enterado. Así pasa Nicolas por la vida de Marie y Francis, con esa belleza que raya
en lo inhumana, cual dios griego, como un David de mármol que respira; andrógino, etéreo…sublime.
Nicolas no es ajeno a los sentimientos que despierta, es más, hasta parece que
conforme avanza la amistad lo va disfrutando cada vez más, a la par que Marie y
Francis lo van sufriendo. Francis mira el muro del baño y se tortura pensando
en que puede agregarle una raya más a su tablero, Marie recurre al sexo
ocasional y la nicotina para descargar su frustración, mientras Nicolas los
mira entretenido.
Dolan inserta una serie de videos
con jóvenes que hablan de sus frustraciones en el amor, de ese eterno esperar
por una llamada o un mensaje, de convertirse en acosadores con tal de saber
algo más de la persona que los tiene encadenados a sus encantos, o de esos
largos tiempos de espera que desaparecen de inmediato cuando su cara se asoma
con la más estúpida excusa por haberte tenido esperando, pero ya nada más
importa… ¡ya llegó!
Pocos miedos más grandes que el
miedo al rechazo, ver a los jóvenes tratando de convencerse a sí mismos de que en realidad no importa, es igual a
verlos en plena fuga de la realidad. En la guerra y en el amor todo se vale,
así que veremos engaños, mentiras, contradicciones y actitudes muy “sin
pendiente” utilizadas como parte de la cacería.
Dolan se vuelve más estético en su
segunda película, llena la cinta de tomas lentas y en corto, tan en corto que
puedes ver el abrir y cerrar de los poros en piel de los personajes, hace una
invitación a su fotografía con una paleta de colores otoñal (muy representativo
de su tierra natal), para pasar al rojo y al verde. Vintage es una palabra que la puede definir; por la cinta Xavier Dolan destila el estilo de James
Dean y Monia Chokri pasa de Paula Nelson (Anna Karina) en Made in usa a Holly Golightly (Audrey Hepburn) en Breakfast
at Tiffany's, cosa que le queda perfecto. La referencia a sus figuras de
admiración también están presentes, Andy Warhol bien pudo firmar el póster de
la película.
Con esta cinta se nota que la
música comienza a ser un detalle importante para el neófito director
canadiense, ayuda bastante a generar una atmósfera alrededor de los personajes, más cuando los acompaña de esas tomas lentas que los hacen parecer irreales. Temas
actuales que la juventud fácilmente identifica ayudan a darle un sentido y una
identidad compartida entre los personajes y los espectadores; la mezcla con los
temas clásicos o populares puede desconcentrar un poco, pero al final el
resultado es fantástico.
Los amores imaginarios no supera a
su opera prima (Yo maté a mi madre) en
intensidad, pero si es una película más estilizada, más pensada me da la
impresión. Las actuaciones son muy buenas, Anne Dorval, la diva de este niño
genio, vuelve a participar con él en un pequeño papel como la madre de Nicolas,
su presencia se empieza a marcar como un amuleto para él.
“No quiero malgastar mi vida queriéndote
mal” se interpreta igual a la temida frase “No eres tú, soy yo”. Vivir al filo
del miedo al rechazo convierte al enamoramiento en un sentimiento extremo que
nos hace entrar en la guerra del amor dispuestos a jugarnos el todo por el
todo, sin importar a quien le pasemos por encima, porque al final:
“No hay mayor verdad en el mundo que el
delirio amoroso”
Alfred
de Musset
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