Llámame frívola
Captain Marvel,
también conocida, muchos años atrás, como Ms.
Marvel; "la heroína más grande del Universo Marvel", o quizá “La Vengadora más poderosa". Carol Danvers, oficial de la Fuerza Aérea de los EEUU, o Vers,
miembro de la Fuerza Estelar de los Krees, hace su aparición en el cine, en un
momento muy diferente al que se presentó en los cómics por primera vez, allá
por 1968. Aterriza justo en la era del empoderamiento femenino, en el apogeo
del movimiento Me Too y en pleno Día de la Mujer.
En el año
2017 DC Comics se les adelantó
presentando a su superheroína Wonder Woman (Gal Galdot), quien vino a
levantar del suelo a Batman y Superman, portando una minifalda, una impecable
cabellera y toda la belleza y fortaleza característica de las Amazonas. El
resultado fue avasallador. ¿Qué fue lo que se le ocurrió a Marvel para superar
esta proeza?
Bueno,
Marvel se preparó para éste momento desde el 2012 cuando en los comics se dio el inicio de una
nueva etapa para Carol Danvers gracias a la guionista Kelly Sue DeConnick y al
nuevo diseño de su traje. Como todos los superhéroes a lo largo del tiempo, Captain
Marvel ha pasado por muchas transformaciones, es imposible en una
película, apegarse a una historia tan cambiante como la de éste personaje tan
curvilíneo que además posee una poderosísima cabellera rubia; pero parece que
conforme fueron reivindicando su poder, le fueron restando atributos FE-ME-NI-NOS.
Captain
Marvel fue muy pensada, tanto que Wonder
Woman le comió el mandado, porque con los superhéroes como en la vida real,
“el que pega primero, pega dos veces”. Si bien procuraron involucrar a la mayor
cantidad de mujeres en el proyecto, tal como DC lo hizo, para esta cinta
quisieron ser, digamos, un poco más intelectuales, más pensantes. Es por eso
que trajeron a Anna Boden y Ryan Fleck directores y guionistas de cine
independiente, a arriesgarse con una producción gigantesca que se les salió de las manos. La elección de la
protagonista; una ferviente feminista y una de las principales abanderadas
precisamente del movimiento Me Too:
Brie Larson. Una actriz joven considerada “seria”, ganadora de un Oscar por Room, en donde maquillaje y peinado no
figuraban; no una cara bonita, ni siquiera una carismática, pero su personaje
está más forzado que el de Jessica Alba como Sue Storm (La Mujer Invisible). La
verdad es que nunca me gustó Larson para éste papel.
Antes de
decir nada más, he de confesar que la película me divirtió bastante, se me hizo
entretenida y para mí, que no soy una experta en cómics, me resultó muy
ilustrativa. Pese a todo lo que se ha dicho de las secuencias de acción, yo no
le puse pero a ninguna y me parece que Larson lo hizo bien en los combates
cuerpo a cuerpo. Sólo hay algunos detalles que no me gustaron, el menor de ellos
es la arrastrada por el suelo que le dieron al respetable Nick Fury (Samuel L.
Jackson), no habrá manera de rescatar su reputación en las cuarenta películas
que le falten a este universo.
La
segunda, y muy importante, lo predecible de la trama, hasta los ajenos a la
historia original (me incluyo claro está) nos dimos cuenta hacia dónde iba todo
el asunto y el señor Yon-Rogg (Jude Law) quedó como una simple “carta abierta”.
Y la tercera y más importante de todas, el que hicieron todo lo posible por
mostrar a una heroína fea y desaliñada, poderosa eso sí, más poderosa que
ningún otro superhéroe que yo conozca y que además nos llena de esperanza para
la llegada de Avengers:Endgame, pero, ¿por qué le quitaron todo aquello que sí
le permitieron a Black Widow (Scarlett Johansson) o a Scarlet Witch (Elizabeth
Olsen)? ¡A Mystique! (Rebecca Romijn/Jennifer Lawrence) la experta pateadora de
traseros masculinos.
Ustedes me disculparán, pero es algo que no
entiendo. ¿Por qué para ser, ya no digo feminista, sino mujer empoderada, hace
falta despojarse de la feminidad? Hablando como mujer, como toda la mujer
feminista que me considero, no me gusta que de forma obligada la feminidad nos
convierta en frívolas. No es así, al menos no necesariamente.
Los superhéroes o superheroínas son
personajes de ensueño, son seres mitológicos, mutantes, extraterrestres,
fantásticos o como guste usted llamarlos, que tienen cualquier poder que se les
ocurra y que además, al menos en la mayoría de ellos, se puede considerar la belleza
como parte de ese poder que tanto nos atrae. Son todas esas cosas las que los
hacen tan ajenos a nosotros y quizá, la razón por la que
los admiramos tanto. Esos seres extraordinarios traen también muchas virtudes
consigo, que nos inspiran a sacar lo mejor de nosotros mismos, no se necesita
sacrificar todo eso por un contenido ideológico. Perdón, pero para eso tenemos
la vida real, para pelear todas las guerras que deben ser peleadas por las
mujeres por alcanzar algo que por derecho nos pertenece. El cine de superhéroes
no debería estar a obligado a ser parte de un movimiento social.
Sé que mi queja con Captain Marvel tiene un
enfoque frívolo, porque no estoy hablando de la carencia de sus villanos, de lo
ridículo por el que hicieron pasar a personajes tan importantes, o incluso de
su falta de creatividad. Repito, a mí la película me divirtió bastante, pero
parte de las risas que me provocó la cinta tienen que ver con la enmarañada
cabellera de un rubio forzado y la cara llena de mugre de la mujer más poderosa
de éste y otros muchos universos. Captain Marvel es uno de los mejores
soldados que he visto, sin embargo, no creo que fuera necesario convertirla en
hombre para considerarla una súper mujer.
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