La esperanza se hace añicos
Como
si no tuviéramos bastantes superhéroes ya, al señor M. Night Shyamalan se le
ocurrió que él debía tener su propio universo de seres con habilidades
especiales y psique enferma; así que continuando en donde se quedó su última
película (Split) ahora vemos
aparecer, después de 19 años, al señor David Dunn (Bruce Willis), quien con la
ayuda de su hijo Joseph (Spencer Treat Clark), sigue con su tarea de centinela
buscando a Kevin Wendell Crumb, conocido como “La Bestia” (James McAvoy). Mientras
tanto Elijah Price (Samuel L. Jackson) se mantiene agazapado para lograr confrontar
los poderes de estos dos superdotados.
Glass
se convierte por arte de magia en la secuela de Unbreakable (El Protegido) y Split
(Fragmentado). La gracia que tiene esta secuela tardía, es que se conservaron
sus actores originales, primeramente Bruce Willis y en segundo lugar Spencer
Treat Clark como su hijo, se puede decir que Clark estaba encasillado en sus
roles infantiles y no hay nada rescatable de él después de esa época, y ahora
aparece como si esto se tratara de Boyhood,
con un papel de cierta importancia y con la posibilidad de permanecer en este
nuevo universo.
Shyamalan
sorprendió en 1999 con The Sixth Sense (El
sexto sentido) y digamos que seguía prometiendo con Signs (Señales) en el 2002, pero después de eso se fue en picada o sosteniéndose
en la mediocridad, sin embargo, ha logrado mantener la expectativa, todos los
que alguna vez lo aplaudimos de pie, ansiamos volver a sorprendernos con una de
sus películas. Con el antecedente de Split,
Glass
sonaba como la indicada para reivindicar al director y guionista indio-estadounidense,
por desgracia, no fue así.
Shyamalan
pegó una vez y pegó muy fuerte, ahora le da mucho trabajo dar ese segundo golpe
sorpresivo, a pesar de que logra hacer sus amarradijos en la historia, la
enreda y la desenreda para mostrarnos a dónde fue la moneda que se sacó de la
oreja, pero ya todo resulta obvio.
Además de que sólo consiguió saturar a sus personajes, sobre todo a McAvoy.
Tiene
una villana que no funciona en lo más mínimo. Totalmente plana e inexpresiva y
para acabarla de amolar también le da por quitarle la maldad a los malos. ¿Cómo
quiere una lucha entre el bien y el mal con los héroes y villanos brincando de
un bando a otro?
Una
película de superhéroes se caracteriza, en parte, por la destrucción que dejan
a su paso, aquí las escenas de acción se limitan a forcejeos, lo cual no
necesariamente está mal, siempre y cuando la trama y las actuaciones sean
suficientes para sostenerla. Shyamalan logra interconectar a sus personajes,
pero lo hace pagando un precio muy alto, ya que para conseguirlo debe de
mostrar todas sus cartas.
No puedo decir que Glass es una cinta
entretenida, al menos no lo fue para mí, pero sí es una película obligada para
todos aquellos que queremos ver surgir de nuevo la genialidad en su director.
Hay interesantes mejoras en la fotografía, incluso los tonos rosados y pálidos
del diseño de producción ayudan a que las imágenes sean más llamativas. McAvoy
resulta lo más atractivo, aunque a mi gusto se le pasó la mano. Samuel L.
Jackson sin novedad en la actuación, pero con mayor consistencia en el
personaje y Bruce Willis… Bueno, él sigue siendo Bruce Willis y M. Night
Shyamalan tendrá que buscar una mejor historia que contar y una mejor manera de
contarla, yo la esperaré con gusto.
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