Los
pueblos originales a la defensa del maíz
¿Cuál guerra se
preguntará usted? ¿Contra quién puede pelear el maíz? Bueno, pues este
documental se lo dirá. El que las tortillas de maíz no falten en su mesa, nada
tiene que ver con esto, así que le sugiero que si este documental pasa por su
lado, no pierda la oportunidad de verlo.
De la misma manera en que
ahora tenemos una sobreproducción de “Cine Mexicano Chatarra” (con la pena pero
así es), así recibe usted la producción maicera en nuestro país. Y de la misma
manera que películas como esta llegan
para hacernos sentir orgullosos de
nuestro cine, de esa misma manera se cultiva el maíz nativo por los pueblos
originales de México.
El maíz nativo busca un
espacio en el extenso territorio mexicano para sobrevivir, las comunidades
indígenas han recuperado algunas tierras para su cultivo, allá arriba, en la sierra, a muchos metros de
altura en superficies irregulares, lejos de la devastación que producen las
semillas de maíz transgénicas. Manteniendo a raya al crimen organizado y a las corporaciones
que amenazan con invadir nuevamente sus territorios. Resistiéndose a emigrar,
ya sea a las ciudades o a otro país, ya
no en busca de un sueño, sino en busca del simple sustento.
El director Alberto
Cortés (Ciudad de ciegos) nos abre un camino llano y de fácil acceso a algunas
comunidades indígenas como la Tzeltal,
Mixa y Wirrárika que han hecho del cultivo del maíz la razón de su vida y su
núcleo familiar. Cada familia se traduce en una trinchera que defiende día a
día y por medio de su trabajo y amor por la tierra, al ser sagrado por excelencia desde tiempos
ancestrales: el maíz.
Paso a paso conoceremos
el proceso de conservación de la semilla que da tonos de maíz amarillo, negro,
azul, rojo y blanco. El cual se cultiva junto con frijol y calabaza y otros
alimentos que nacen de manera silvestre. Estas comunidades hacen honor a sus
tradiciones, pero le hablan claramente de los cultivos sustentables, de su resistencia
a la tentación de la siembra de la amapola que es mucho mejor remunerada. Le
hablan en lenguas que se aferran a no morir del rol de las mujeres que trabajan
hombro con hombro con los hombres en el campo para conseguir los alimentos que compartirán
en la mesa.
Créame que después de este
documental maravilloso usted no necesita que venga un ingeniero agrónomo a
explicarle las bondades de los cultivos nativos, mucho menos necesitará la
certificación de un Premio Nobel que trate de convencerlo de avalar las
bondades de los cultivos transgénicos o le minimice los efectos en la
contaminación de la tierra.
Cortés le permite
sentarse a la mesa de aquellas familias que no sólo luchan por preservar el
maíz, sino que luchan por salvarnos a nosotros a través de sus cultivos.
Tortillas multicolores, atoles, pozol y tamales hablan de unidad de familias,
de la unidad de pueblos enteros a través de la Red en Defensa del Maíz, para
lograr juntos un único fin, defender el símbolo de nuestra cultura de la
extinción, perpetuar las tradiciones que se traducen en alimento y vida por
medio del amor y el cuidado de la Madre Tierra.
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