El bello fracaso de la inclusión
Ahora sí que estoy en un
conflicto enorme al hablar de esta cinta, por lo tanto para hacer esta crítica
voy a partir del razonamiento de: ¿quién carambas los entiende?
De qué va: la historia
gira alrededor de Moana (Auli’i Cravalho) una adolescente polinesia hija del jefe de la tribu, que pese a la
negativa de su padre de correr peligros en el mar, se
aventura por el Océano Pacífico, para desentrañar el misterio que rodea a sus
antepasados. Durante su travesía, Moana se encuentra con el alguna vez
todopoderoso semidiós Maui (Dwayne Johnson), quien a fuerza de jalones de oreja será su guía y la ayudará a convertirse en
una experta navegante.
Si algo ha desatado
Moana, son escándalos. Que sí no se puede llamar así en todo el mundo por copyright,
o que si porque tiene el nombre de actriz
porno. Que si ha desatado la indignación en el pueblo Maorí (habitantes de las
islas polinesias) porque se está lucrando con su cultura y porque los
representa un dios gordo.
Con todo el respeto que
me merece el pueblo Maorí, les diré que Disney no sabe hacer otra cosa que no
sea lucrar. Todo es negocio, digo, no hacen ningún tipo de espectáculo sin
cobrar por él y cobran muy bien, no hay que tomarse esto de manera personal. Con cada película hacen millones con los
juguetes y hasta con los disfraces, que en esta ocasión tuvieron que quitar del mercado por dicha indignación.
Otra cosa que también
tiene Disney como casa productora, es que se sabe adentrar en la investigación,
y aunque creo que la intención del ilustrador (de origen maorí por cierto) no
era crear un personaje gordo, sino fuerte, a pesar que gran porcentaje de la población
maorí encaja con las características físicas del personaje.
Moana tiene un montón de
personajes políticamente correctos, con el mejor de los mensajes: No dejarte
vencer y perseguir pese a todo, tu verdadera identidad. Tiene una bella heroína de piel morena que
no es hombre-dependiente; sin rastro de anorexia ni peróxidos, se supone que no
es princesa, pero no deja de ser hija del jefe y tiene una mascota estúpida.
Tenemos un semidiós que según la leyenda maorí era ingenioso, mujeriego y
valiente, más no gordo. Moana es la película más incluyente que Disney ha hecho
hasta ahora y resulta que todo el mundo se indignó.
Indignados deberían estar
porque pese a toda esta inclusión Moana no viene con nada nuevo que ofrecer. Su
historia tiene la misma fórmula que todas, y aunque ese gallo tiene sus
momentos chuscos, no resultó tan simpático. Tiene su dosis de Pocahontas, su
toque de animación de Hércules y hasta una ligera caravana a Mad Max: Fury Road (esa parte me gustó mucho).
Es ligeramente emotiva, me encantó el personaje de la abuela interpretado en la
versión original por Rachel House.
Aquí quiero hacer un
paréntesis para mencionar, especialmente al pueblo maorí que seguro está
leyendo la nota con mucho interés, que gran parte del elenco son de raíces
maorí o samoanas como: Auli'i Cravalho, Temuera Morrison, Rachel House, Nicole
Scherzinger, Oscar Kightley y Dwayne
Johnson. A todos ellos se les respetaron sus rasgos físicos en medida de lo
posible, en el caso de los dos protagonistas podría decir que son casi exactos. Los directores de la cinta, Ron Clements y John Musker ya se habían
puesto muy incluyentes con “La Princesa y el Sapo”, y aunque esta vez la
animación de cada personaje es mucho, pero mucho mejor, el resultado fue el
mismo, en parte gracias al guion de Jared Bush, quien había hecho un trabajo
excelente en Zootopia, pero en esta ocasión sólo quedó en un chispazo aquí y
otro por acá. Mantiene su toque cínico que me encanta, pero “algo” le faltó.
La banda sonora de Mark
Mancina tiene sus buenos momentos en la parte instrumental, en serio muy
buenos, esos tambores son la onda, pero creo que sólo una o dos de las
canciones (que son muchas) lograran enganchar un poquito, aunque jamás le
llegarán a los talones del rival a vencer: libre soy, libre soy, libre sooooooy.
Ahora, en la parte técnica,
todas las palmas de Moana se las lleva el departamento de arte, el ejército del
departamento de animación y efectos visuales. Tiene unos gráficos magníficos,
sobre todo en la parte acuática. No hay mucho que elogiar a su 3D, pero las
imágenes son preciosas, la cosa es que le pasó lo mismo que a “Mi gran dinosaurio”, la animación no es
suficiente para salvar la historia.
En resumen, y por
desgracia, Moana pasará a la historia con más pena que gloria, y lo peor es que
la pena no recae precisamente en la debilidad del guion, sino en los escándalos
que la rodearon. Lo cual es una lástima porque, salvo la parte en que Disney no
hace nada de a gratis (esto es un negocio aceptémoslo), tenía elementos de
empoderamiento femenino, de una cultura milenaria, de respeto por los adultos
mayores y por nuestros antepasados, bueno, tenía hasta elementos ecológicos,
todos expuestos de una manera bellísima, pero vacía.
Excelente reseña. No la he visto pero con esta lectura me han dado ganas de verla. ¡Gracias!
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