La irreverencia de ser Dios
No se cuestione más, ¡Dios
existe!, vive en Bruselas, controla todo el cosmos desde una computadora y está
entretenido en jodernos la vida, pero no contaba con que tiene una hija
adolescente que le hará ver su suerte.
Jaco Van Dormael (Mr.
Nobody) co-escribe y dirige “The New Brand Testament” una perfecta herejía que
nos muestra al creador de nuestros días como un patán maldito, que disfruta de
hacer sufrir a la humanidad con una infinidad de leyes y catástrofes. Buen tino de Van Dormael al seleccionar al comediante Benoit Poelvoorde como Dios y a la pequeña Pili
Groyne, para interpretar a Ea, su hija. Un Dios nefasto contra una niña
extremadamente tierna entraran en una guerra de poder, en donde el ganador será
el primero en oprimir el botón izquierdo del mouse.
El resto del elenco
lo integran: Yolande Moreau, como la
mujer de Dios. Catherine Deneuve,
Francois Damiens, Laura Verlinden, Serge
Larivière, Didier De Neck, Marco Lorenzini y Romain Gelin como los nuevos apóstoles, con su correspondiente
evangelio. Cada personaje tendrá una historia que aportar a la trama, cada historia
será un deleite a los ojos, un viaje surrealista a las entrañas del humanismo que
nos dará como souvenir una que otra reflexión existencialista.
Pero no se asuste, le aseguro
que cualquiera puede ser lo suficientemente cínico para disfrutar un
experimento fílmico como este. Esta mezcla de humor negro y sátira religiosa,
envuelto en una impresionante, y hasta cursi, belleza visual, tal vez no sea todo lo
maravillosa que se requiera para atiborrarla de premios, pero sin duda es digna
de tener en la colección.
Jaco Van Dormael y Thomas
Gunzig insertan en su narrativa incontables referencias al arte, tanto en
música como en pintura. Christophe Beaucarne se luce con la fotografía y la
pianista An Pierlé hace lo propio con la banda sonora. Todos los personajes son
geniales, a los niños les ponemos doble estrellita y a la señora Deneuve le
agradecemos su bella presencia en la pantalla.
Dése la oportunidad de
amar y odiar a este Dios belga, sea testigo del poder femenino que se forja en
la rebeldía adolescente para explayarse a todo color en la madurez. El poder divino nunca fue tan florido.
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