De Surprise, la sutileza del humor holandés
¿Quiere ir al cine sin
complicaciones? Entrar a una “Sala de Arte”, divertirse con una película visualmente
espléndida y salir de ahí sin la típica
cara de “no entendí”. Bueno, aunque usted no lo crea eso es posible en estos
momentos en que las películas de terror acaparan las luminarias y agotan los
boletos de entrada.
Entre lo poco rescatable
del cine en estos días, se estrenó el fin de semana “De Surprise” (Amor por
sorpresa) una producción en conjunto de los Países Bajos, Alemania, Bélgica e Irlanda. Que
la nacionalidad no trunque sus ilusiones, los holandeses también tienen su
humor llevadero, en este caso un poquito negro, pero les funciona.
Jacob (Jeroen van
Koningsbrugge) es un hombre multimillonario que perdió la capacidad de
emocionarse cuando apenas era un niño, desde que murió su padre no hay nada que
lo haga sentirse vivo. Ante sus intentos fallidos de suicidio, decide contratar
una agencia que le ayudará con esos menesteres. En esa misma oficina conoce a
Anne (Georgina Verbaan) una chica de apariencia inofensiva que está contratando
los mismos servicios que él.
Mike van Diem, Oscar a
Mejor Película Extranjera en 1997 (Karakter), abandonó el cine por completo
desde entonces, prefirió hacer comerciales para televisión antes que trabajar
en Hollywood. “De Surprise” está inspirada en un cuento del escritor holandés H.J Schönfeld, en ella van Diem echa mano de dos
actores no precisamente bellos que pueden volver suave como la mantequilla la
rigidez del humor holandés, ayudados un mucho por un escuadrón de actores de
origen indio y la brillante actuación de Henry Goodman.
Rogier Stoffers aporta
una fotografía sin pretensiones, nada espectacular; sin embargo logra poner tonos pastel a una cinta que pudo
resultar macabra. Bellos paisajes y detalles muy bien cuidados que se acompañan
de una banda sonora deliciosa, integrada por lo mejor de la música clásica, Mozart,
Bach, Vivaldi.
Tal parece que el género
de la cinta no está bien definido, algunos la catalogan como drama, otros como
comedia. Seguro eso depende del humor de cada quien, para su servidora resulta
la comedia romántica perfecta, porque no es rosa, es sutilmente negra.
Mike van Diem se aleja de
la narrativa complicada, nos saca la risa cuando en realidad deberíamos de
sentir lastima, el espectador puede optar por la ternura antes de horrorizarse por
la idea que se propone. La sencillez resultó en un gusto exquisito, la dosis
perfecta de humor negro que confirma que los holandeses también son capaces de
sentir.
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