El sueño americano según Trump
Es complicado venirse a meter con la
realeza del cine en México, más aún cuando estamos hablando de una gran
producción que toca un tema en el candelero; así que trataré de hacerlo de la
manera más justa posible. Para esto voy a hacer dos aclaraciones importantes. La
primera: ésta película NO es de
Alfonso Cuarón. La segunda: ésta película NO
es Gravity, así que NO voy a hablar
de ella.
Como cosa de todos los días (literal)
un grupo de migrantes, acompañados de la santa mano de un “pollero” intentan
cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Pasando la frontera se encuentran con
Sam (Jeffrey Dean Morgan), un vigilante que comienza a matar uno a uno a los
indocumentados. Un pequeño grupo sobrevive al primer asalto, Moisés (Gael
García Bernal), un mexicano que ya anteriormente había sido deportado, se
convierte en el líder de migrantes que tendrán que escapar del inhóspito desierto
perseguidos por el despiadado Sam y su mortífero perro Tracker.
Vamos primero por las cosas buenas. Jonás
Cuarón (Año uña) le dio a Desierto una muy buena fotografía, que mucho tiene
que ver con las locaciones seleccionadas, y aunque dudo que esas locaciones
tengan mucho que ver con las verdaderas vías de cruce de migrantes, funcionan
muy bien para dar esa sensación de inmensidad en donde no hay escondites. Damián
García (El infierno, Güeros), le encuentra el buen ángulo al desierto, trabaja
muy bien los contrastes y la luz. La desolación le viene bien a sus encuadres
panorámicos.
El peso de la película cae sobre dos
personajes y un perro. Jeffrey Dean Morgan (The Walking Dead), quien aunque no
tiene una actuación memorable sale bien
librado con su personaje. A Gael García Bernal le viene de maravilla este
papel, es cierto que estamos acostumbrados a ver a García Bernal (Y tu mamá
también, Amores perros) con ese look de indocumentado, sin embargo, su
actuación fue mucho más allá de vestuario. Tal vez su compromiso con la causa
de los migrantes ayudó en este punto. Por su parte, Tracker (tres caninos de
raza pastor belga malinois) hace gala de su entrenamiento y te mantiene en vilo
durante sus persecuciones.
La banda sonora a cargo del francés
Woodkid es extraordinaria, digna de un coleccionista. El artista multimedia
logró poner las notas claves para dar la sonoridad perfecta a un lugar que
demanda silencios. Doce temas creados exclusivamente para la película, en donde
se incluye “Land of all” (Tierra de todos), la única canción que tiene su voz y
que, según comenta el mismo artista, nació después de los atentados en París. La
pista “Tracker”, le queda que ni pintada a la persecución del perro.
"I came to break the wall that rose around you
To see the land of all
I will fall for you
I will fall for you.”
("Vine a romper el muro que se
elevaba a su alrededor/Para ver la tierra de todos/Voy a caer por ti/Voy a caer
por ti".)
En general a Jonás Cuarón le va muy
bien con la dirección, más no así con el guion a mi parecer. Pasando al lado
negativo de Desierto, les puedo decir que me hicieron mucha mella las
incoherencias en varias cosas. Para empezar el look hípster que le dieron al “guardián
de la frontera”, corrieron a ponerle la “bufandita” antes de que comenzara a
disparar como enloquecido, además le pusieron en la mano una botella de whiskey
que no baja de nivel por más que la empina y un rifle que se convierte en
automático como por arte de magia.
La diversidad en las locaciones los
llevó a pasar de las tomas panorámicas de inmensidad estéril a enfocar las piedrotas aquí, los cactus por acá, pase
usted a la sección de las serpientes de este lado y caminos de terracería por
allá. Haga de cuenta que está viendo una
aventura de “Dora la exploradora” y un desierto acomodado por departamentos.
Ya hemos visto muchas películas de
cacerías humanas, en la mayoría de ellas existe un móvil, una historia que nos
acerca o nos distancia de los protagonistas. En Desierto no hay una razón de
ser, salvo la escueta historia de la promesa al hijo de Moisés, sólo vemos
morir a gente que no nos dice nada, cuando los migrantes tienen mil cosas que
decir. Tal vez no era la idea de Cuarón Jr., y quiso dar un enfoque diferente a
la cinta, dejando así la sensación de que estos pistoleros fronterizos no necesitan una
razón para matar.
Sabemos que Sam es el malo de la
película, pero ¿por qué es el malo? Los vigilantes fronterizos como Jim
Gilchrist (Proyecto Minuteman) o Tim “Nailer” Foley (Documental Cartel Land),
tienen una ideología torcida, pero firme. Ese “bienvenidos a la tierra de los
libres” como que no dice mucho. Por otro lado los migrantes, tampoco muestran
esa convicción que los lleva a jugarse la vida por llegar a la tierra
prometida, están desangelados y muy mal actuados. No hay una
complejidad moral, no se puede considerar tampoco como que tiene tintes
políticos por más que se cuelguen de Donald Trump para promocionarla.
Jonás Cuarón se perdió en los retos cinematográficos
y se olvidó de la historia. Con un tema como este y con ese presupuesto, pudo
tocar fibras y hacer voltear la mirada a la comunidad internacional, a pesar de
que con el tema migrantes, la comunidad internacional ya no atina para dónde voltear. Sus antecesoras en el
tema, “La jaula de oro” (Diego
Quemada-Diez) o “Sin nombre” (Cary Joji Fukunagam), producida por el mismo Gael
García, dejaron al público con al menos algo en qué pensar cada que ven un
migrante pasar.
Desierto podrá salir a relucir en
algunos festivales, porque el tema no deja de ser tan real como escandaloso, y
sus detalles técnicos son bastante buenos, sin dejar de mencionar que el apellido pesa y mucho; pero el público que asiste a las salas de cine a lo
más que va a llegar, es a tener pesadillas relacionadas con un perro.
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