El cine chileno da señales de vida
Sofía (Amparo Noguera) es una maestra
de primaria que vive junto con su esposo Pedro (Luis Gnecco) en una comunidad industrial
a la orilla del mar que lleva por nombre Ventanas. Sofía y Pedro no han podido
tener hijos, y sus intentos por adoptar uno no han llegado a buen fin. Un día
en el periódico Sofía lee una noticia que habla de una "guagua" (niña) muerta
encontrada en la basura. El impacto que deja en Sofía esta noticia la lleva a
emprender una batalla legal que le permita dar sepultura a la pequeña.
Rodrigo Sepúlveda (“El ladrón y su
mujer”, “Padre nuestro”) escribe y dirige su tercer largometraje, con un guion
basado en la historia de la profesora Bernarda Gallardo en el año 2003. Una
historia fuerte, más no atroz. La atrocidad quedó fuera de cámaras, ya que
Sepúlveda no habla de la muerte del bebé, sino de la humanidad que encontró al
final de la vida.
Aurora retrata una localidad chilena
fría, gris y rodeada de despojos, tal como puede ser cualquier ciudad en el
mundo por efecto de quienes la habitan. Por el lente de Sepúlveda se refleja la
indiferencia de una sociedad y el dolor y la angustia de una mujer incapaz de
alcanzar lo que más anhela.
Amparo Noguera entrega una actuación
magistral, difícil saber si su personaje está al borde de la locura o sólo tiene una
férrea convicción. El complemento que hace Luis Gnecco se mueve entre la
abnegación y un amor incondicional.
Los planos en que está filmada son simples y muy cuidados. Hay mucho detalle en el montaje, cosas que van de una simple taza bien puesta en una cocina a medio desordenar, hasta un basurero gigantesco arreglado para la ocasión. Los responsables de estos detalles son la cinematografía de Enrique Stindt y el montaje de José Luis Torres Leiva.
Los planos en que está filmada son simples y muy cuidados. Hay mucho detalle en el montaje, cosas que van de una simple taza bien puesta en una cocina a medio desordenar, hasta un basurero gigantesco arreglado para la ocasión. Los responsables de estos detalles son la cinematografía de Enrique Stindt y el montaje de José Luis Torres Leiva.
El director alterna los silencios con un mar de fondo, la sonorización
puede romper con esa sensación de monotonía que de repente asalta a la película.
Y no es que la música de Carlos Cabezas sea poca cosa, al contrario, digamos
que tiene una belleza minimalista.
Aurora es simple, limpia y fuerte, más
no por eso pierde su dignidad o está despojada de sentimientos. Aurora, como
película, es igual a Noguera interpretando a Sofía. En cualquier lugar el mundo
podemos leer en los titulares de los diarios infinitas muestras de la
deshumanización que nos aqueja como raza. Hay por ahí una persona que no deja
de repetirme que “la realidad siempre supera a la ficción”. No sé hasta dónde
llega la realidad detrás de la historia, pero, al menos a mí, Aurora me trae el
consuelo de saber que existe alguien que está dispuesta a buscar entre la
basura a los hijos que no pudo tener, para darles, al menos, la dignidad en la muerte.
Aunque parece deprimente, suena interesante por los valores que señalas, así que atenta para verla. Gracias
ResponderEliminar