Los secretos de la Casa Cuervo
Arremolinado en las faldas de la que
alguna vez fue considerada una montaña sagrada, se encuentra el pueblo de
Tequila, Jalisco. En sus áridos y rojizos suelos, sembrados de roca de
obsidiana y fecundados con ceniza volcánica, nace la planta que tiñe de azul el
alma de los mexicanos. El agave Tequilana Weber.
Con más de dos siglos de tradición tequilera, Casa Cuervo presenta la edición 2015 de Reserva de la Familia, en esta ocasión, el Restaurante La Plata (Av. Acueducto, esquina Patria), fue en anfitrión para que el Maestro Catador Tequilero, miembro de la Academia Mexicana de Catadores de Tequila, Mark Bayardo Wernette, nos hablara de las bondades del orgullo de la casa.
Hablar de Reserva de la Familia no
sólo es hablar de tradición, es hablar de tierra, tiempo y gente. Es hablar de
todos los secretos que intervienen en el
proceso de fabricación, desde el momento del cultivo y jima, hasta su envasado.
Un estricto control de calidad, aplicado a un proceso artesanal que demanda la
entrega y dedicación de todos los involucrados.
A lo largo de la cata, el Maestro Tequilero nos fue llevando de la mano, o tal vez debería de decir, de la nariz, a descubrir los nueve secretos escondidos dentro del tequila José Cuervo Platino y del extra añejo Reserva de la Familia. Dos sabores para dos gustos, para dos momentos.
El abolengo sabe y excelencia se
siente, a la vista de color oscuro y cuerpo sedoso, con intenso sabor a madera
y almendras, así late en el paladar el Reserva de la Familia. Cuarenta meses en
barricas de roble americano y roble francés, envasados a mano y con sello de
lacre, reposan en una bella caja.
Para esta edición artista plástico Jorge Méndez Blake fue el encargado del diseño, en las cuatro caras de la caja, el tapatío plasmó imágenes de la selva yucateca y del volcán El Ceboruco.
Con los sentidos a flor de piel y al
sonar de las copas, terminó la demostración del Maestro Bayardo, dejando en
todos los presentes la esencia de agave regalo de la Casa José Cuervo con la
venia de Mayáhuel.
Fotografías cortesía de Casa Cuervo y Patricia Bañuelos
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