Economistas y Curas Indómitos
en una Mesa de Diálogo
Carlos Slim, Germán
Larrea, Alberto Bailleres y Ricardo Salinas Pliego son los mexicanos de mayor riqueza del país.
Entre los cuatro tienen una fortuna
equivalente al 9% del Producto Interno Bruto (PIB); estos individuos quintuplicaron su riqueza en sólo dos décadas,
mientras que el ingreso promedio de los
mexicanos creció, en esas mismas dos décadas, apenas un 25%.
Así lo aseguró el
economista Gerardo Esquivel Butrón (Premio Nacional de Periodismo, Premio
Nacional de Finanzas Públicas, Premio de Investigación en Ciencias Sociales),
durante la mesa de discusión “México: el abismo de la desigualdad” que se llevó
a cabo, en la sección de Foros y Encuentros de la Feria Internacional del Libro
de Guadalajara.
Con ojos de poca
sorpresa, pero no de poca indignación los asistentes en la sala escucharon
atentos las detalladas cifras que el célebre economista publicó en su reporte
para Oxfam México. En la mesa lo acompañan el Doctor en Economía, Gonzalo
Hernández Licona, Secretario Ejecutivo de CONEVAL (Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social). El Lic. en economía Rolando
Cordera, Coordinador del Programa
Universitario de Estudios del Desarrollo; y los bien llamados “indómitos”
sacerdotes Raúl Vera, Obispo de Santillo Coahuila y Alejandro Solalinde,
activista Coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del
Episcopado Mexicano.
Solalinde en su muy
particular estilo de dirigirse a las masas, comenta que en México hay dos sistemas
que generan desigualdad. La desigualdad
no disminuye, ni disminuirá, porque es estructural, está sostenida por dos
pirámides, por dos estructuras de poder excluyente: el capitalismo, en cuya
cúspide se coloca el dios dinero, y el catolicismo, con el Papa Francisco en la
cúpula eclesiástica del Estado Vaticano
(que no deja de ser una estructura capitalista monárquica). Aunque el Padre
Solalinde habla del excelente trabajo que el Papa Francisco está haciendo
dentro de la iglesia católica, asegura que mientras la iglesia no se quite el
“pedigrí”, no cambie la estructura basada en la
desigualdad, en el machismo, no se conseguirá ningún cambio. Se debe
desacralizar a la iglesia, porque la exclusión que ahí se practica también es un
pecado cristiano. Para solucionar el problema de la desigualdad sugiere, exigir
al gobierno mexicano que invierta realmente en salud y educación. Educar en la fe y adoptar el modelo
cristiano que Cristo nos propone.
Hernández Licona afirma que México es, y ha sido por siglos, un
país desigual en un continente profundamente desigual. América Latina es el continente más desigual del planeta. En México
hay muchas causas para la desigualdad, los economistas, los sociólogos, los
historiadores han estudiado la desigualdad. Por su parte piensa que las causas
principales de la desigualdad en el país son la exclusión y el poder, dos problemas históricos. Si bien es
cierto que hemos, como seres humanos,
como sociedad, buscado muchas formas de asignación de recursos siempre hay una
asignación que no gana a los mexicanos: la exclusión, el “agandalle”.
Rolando Cordera,
mencionando al Barón de Humboltd, que en 1803 expresó nunca haber visto un lugar tan
desigual como el reino de la Nueva España, “el reino de la desigualdad” lo
llamó. El economista siente que esas palabras cayeron sobre los mexicas como
maldición de manufactura alemana. Desde entonces a la fecha nos hemos dedicado
a hacer un homenaje al Barón de Humboltd,
no por su sabiduría, ni por sus aportes a la ciencia universal, sino por cómo
nos describió. Arrastramos una larga historia de desigualdad y de reproducción
de la desigualdad por más de dos siglos como nación independiente. La
desigualdad es, al final de cuentas, una expresión de relaciones de poder, que
en nuestro caso, debemos de reconocerlo, son cruzadas por racismo y
discriminación. Contamos con una estructura económica mal formada por lo menos
en los últimos 30 años, esta estructura no modifica la pobreza y mantiene esa
desigualdad a la el barón se refería. ¿La solución? Acabar con la subordinación
de la política social con respecto a la política económica y cambiar la
política económica y sus orientaciones fundamentales en favor del empleo y del bienestar.
El obispo Raúl Vera no se
tentó el corazón para culpar al gobierno mexicano del abismo de la desigualdad
que está viviendo México. Valiéndose de la violencia para controlar a la
población, la gente vive espantada buscando a sus familiares. Criticó las
consecuencias del TLC y el abuso que está resultando la inversión extranjera
para los trabajadores, México para las maquiladoras es un paraíso de mano de
obra barata, en donde los únicos que se enriquecen son los extranjeros (y los
políticos que les abrieron la puerta). Llamó a Enrique Peña Nieto “El pirata de
la reina” (Inglaterra), así como alguna vez Hugo Chávez llamó a Vicente Fox “El
cachorro del imperio”. Finalmente sentencia: “Tenemos un gobierno criminal que
tiene una visión excelente de cómo se ve a futuro la destrucción del mismo”
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