Triste sociedad la de Guadalajara
El fin de semana pasado se llevaron
a cabo dos manifestaciones en Guadalajara, una a la que llamaron “Marcha por
los niños” y otra en la que se pedía justicia para Gabriela Jaqueline Ayala Villarruel, un movimiento identificado bajo el hashtag #GabrielaDijoNo; originado por el asesinato de esta chica de 18 años a manos de un sujeto (identificado pero prófugo al día de
hoy) que no aceptó un "no" por respuesta, por lo tanto Gabriela vino
a sumarse a la larga lista de feminicidios en el Estado.
Miles marcharon por ese supuesto bienestar de los niños con el que disfrazaron el odio y la intolerancia, no me quiero perder en este tema, lo único que voy a decir es que es vergonzoso que ese movimiento tuviera tantos participantes. Muchos artículos hay en las noticias sobre eso, algunos a favor otros en contra y muchos otros de contenido neutro. No estuve ahí, por la sencilla razón que no estaba de acuerdo con su protesta, sin embargo después me pesó no asistir y no poder hablar de una manera más abierta sobre lo que pasó en esa marcha.
En las noticias sobre la
manifestación de #GabrielaDijoNo había unas cien personas, tal vez un poco más,
los artículos publicados evitan comentar el número de participantes,
quiero pensar que con la intención de
que la falta de cuórum no demerite la nota. Un artículo en particular llamó mi
atención porque decía: “los amigos y familiares de Gaby se dieron cita…” Estaba
su mamá y algunos familiares, algunas amigas y uno que otro compañero de
trabajo, pero la mayoría de las personas asistentes éramos ajenas a Gaby.
Yo no la conocía, de hecho fue asesinada cuando yo estaba fuera de la ciudad, así que ni por las noticias me enteré de su caso; estuve ahí puntual, portando veladoras y vestimenta negra, olvidé las flores, pero muchos otros no lo hicieron y llenaron de flores el lugar, por desgracia eso no fue suficiente para quitarle a esta manifestación lo vergonzoso. No por Gaby, ni por los que estaban ahí apoyando la causa, sino por los miles que no estuvieron.
Yo no la conocía, de hecho fue asesinada cuando yo estaba fuera de la ciudad, así que ni por las noticias me enteré de su caso; estuve ahí puntual, portando veladoras y vestimenta negra, olvidé las flores, pero muchos otros no lo hicieron y llenaron de flores el lugar, por desgracia eso no fue suficiente para quitarle a esta manifestación lo vergonzoso. No por Gaby, ni por los que estaban ahí apoyando la causa, sino por los miles que no estuvieron.
Dos manifestaciones, dos vergüenzas. Una de ellas convocó a miles y la otra unas decenas, cuando lo ideal, a mi punto de vista, es que las cantidades estuvieran invertidas; que fueran unos miles gritando por frenar los feminicidios y unas decenas mostrando su desagrado a los derechos de la comunidad gay. ¡Qué triste es la sociedad a la que pertenezco!
Puedo escribir un artículo sobre
feminicidios y otro artículo sobre feminicidios y nada. Puedo ver una noticia, y
otra noticia, y otra noticia sobre feminicidios y nada. La superficie del agua
permanece quieta, tal vez uno que otro oleaje ligero, nada más. La sociedad no escucha, no ve, no
despierta de su apatía. Siete mujeres mueren cada día en México víctimas del
feminicidio, una de cada dos mujeres en México es víctima de algún tipo de
violencia relacionada al hecho de ser mujer. En Jalisco han muerto 78 mujeres en
lo que va del año de esta manera; si de esas 78 mujeres se hubieran presentado
a la manifestación al menos 4 miembros de su familia más cercana, estaríamos hablando de 312 personas.
¡Ni a los directamente involucrados
les importa! Estaban las organizaciones civiles que luchan contra este problema
como Calle Sin Acoso o Pro Paz, exigiendo se dé la alerta de género; aunque más
que estar presentes las organizaciones estaban presentes sus representantes,
Citlalli Murillo y Esperanza Báez respectivamente, no tengo idea de cuantas
personas integran la organización pero era obvio que no todas estaban ahí.
No me mal interpreten por lo que
estoy diciendo, respeto y admiro de sobremanera a las personas que dedican su
vida a este tipo de movimientos, sobre todo cuando soy consciente de la apatía con la que luchan y que pese a eso siguen fieles a su causa; mi intención es hacer hincapié en el número de
asistentes. Somos una sociedad apática y es una labor titánica luchar contra
eso. ¿Por qué cuesta tanto trabajo participar por un bien común? Nuestras hijas
están muriendo, nuestras hermanas, nuestras amigas y Guadalajara sólo está
interesada es demostrar su desprecio a la comunidad homosexual.
Esperanza Báez nos invitó a hacer un
ejercicio que consistía en sacudirnos esa apatía. Somos miembros de una
sociedad toxica, estamos educando de manera retrógrada y el camino es hacia
adelante. Nos animó a librarnos de la semilla del miedo y a sembrar
la semilla del cambio en nuestras familias. Una semilla de mostaza recibimos
cada uno de los asistentes, una y sólo una de minúsculo tamaño para una
sociedad tan grande. Tal vez cien semillas ya fueron sembradas y cien familias
eliminen el machismo de sus hogares. Pienso que con una que germine ya suena
prometedor, pero cuando pienso en las miles que sembraron en esos niños que
caminaron a regañadientes por los complejos de sus padres, temo que el número
de feminicidios seguirá en aumento por mucho tiempo.
“Justicia para Gaby, justicia para
todas”
“El amor no mata, el machismo sí”
“Ni una menos”
“Ni una muerta más”
"No más feminicidios en Jalisco"
Frases hay muchas, personas que las
defiendan muy pocas. Miles de mujeres están muriendo en México en manos de los
hombres que decían amarlas, ¿las vamos a ver caer hasta que llegue el día en que
sea nuestra madre, y no la mamá de Gaby, la que entre lágrimas dé las gracias por
asistir a la manifestación?, o peor aun, hasta el día que seamos nosotras mismas
exigiendo justicia por nuestra hija muerta. Tú
decides cuándo es el momento de despertar, cada día que tardes en decidirlo, caerán siete mujeres más,
y siete mujeres más, y siete mujeres más...
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