Navajazo
Ricardo Silva
Vueltas, vueltas y vueltas
le he dado a esta película, ahora puedo decir con todas las letras que ¡No me gustó! Siento que no va para ningún lado, que es grotesca y hasta la podría definir como "hecha con las patas", pero tal parece que al final ése era su cometido y mi reacción es una prueba de ello.
Navajazo es un escupitajo en la cara que se resbala lentamente, justo así la
describe su creador y justo así la sentí yo.
No hay anestesia para esta
herida que no sana, cada escena es como si la herida se abriera de nuevo. Navajazo
es la verdad incómoda, esa que todos queremos evadir y que late en los rincones
de todas las ciudades, aunque Tijuana bien podría considerarse la capital de la
“ficcioverdad”.
Presupuesto prácticamente
nulo, lo cual es evidente en el documental, de manera intencional o
atropelladamente accidental veremos el micrófono, la mano dando indicaciones, a
los protagonistas corrigiendo sus propios pasos para volver a posicionarse en
el lugar correcto con total naturalidad. No hay edición, no hay forma, no hay nada.
¿Cuál es la historia de Navajazo?
En Navajazo no hay historia, hay realidad sin retoques. Hay drogadictos,
prostitutas, “dealers”, músicos callejeros, personajes con historias de terror
para contar, todos ellos activos y produciendo. Cada personaje una historia;
perdón, cada personaje una realidad. Algunas sorprendentes y hasta simpáticas
como la del señor que vive en una casa hecha de juguetes, algunas otras con
revelaciones mesiánicas como la de “El Muerto de Tijuana” y sus canciones
inspiradas en los mismísimos infiernos. Un productor de cine porno empecinado
en proyectar el amor en sus películas, una niña que prefiere al padre adicto
que al padre rehabilitado porque el primero es más divertido.
Los habitantes del canal del
desagüe (literal) viven en un mundo diferente, en ese espacio que surge entre
las fronteras de Estados Unidos y México, en donde México quieren que salgan y
Estados Unidos no quiere que entren. Hades se referiría a ellos como a los
habitantes del inframundo y no estaría errado para nada.
La música de la película
está a cargo de Albert Pla, cuya personalidad parece adaptarse perfecto con la
película. Su canción de cuna aunada los
sonidos extraños extraídos que quién sabe dónde, pero que necesitaron
subtítulos para entenderlos y las canciones de “El muerto de Tijuana” dan notas
terroríficas a este singular filme.
Ricardo Silva compara esta
sociedad con un cáncer que comienza con una tos imperceptible hasta que llega
al punto de escupir sangre, creo que en este punto ya pueden entender mi
reacción a esta película. Silva no salió de una escuela de cinematografía, a
pesar de que era toda su intención, es sociólogo de profesión y tal parece que
en Navajazo logró fusionar su profesión con su pasión.
Navajazo es grotesca, cruda,
insolente; te duelen los ojos casi tanto como el alma al pensar que esa gente
está ahí, así sobrevive y así se adapta al mundo que no es mundo sin un shot
heroína. Es película, es documental, es una verdad que duele mucho, la
decadencia puede encontrar un techo bajo tierra en las cloacas de la ciudad
mientras que la sociedad pasa por un lado sin voltear a ver.
Navajazo es valiente, de seguro es su valentía la que le ha valido tantos premios, pero en definitiva no es apta para quienes portan un corazón de pollo como el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario