En
busca de la identidad
Elly Heise, una joven fotógrafa
canadiense aspira a dar voz a sus imágenes para mostrar la humanidad que existe
detrás de las máscaras. Ella se refiere a la fotografía como un medio potencial
para representar la identidad física de una persona al mismo tiempo que muestra
sus impulsos naturales.
Hace unos meses Heise
presentó su proyecto #DaughterDoesMyMakeup en donde permite que un grupo de
niñas maquillen a sus madres ¿con qué intención? Sencillamente para explorar lo
que la sociedad percibe como hermoso, para ver la belleza a través de los ojos
de estas niñas o tal vez sólo para romper con la tendencia universal de lo que
es el maquillaje.
El resultado, además de lo
divertido que fue la experiencia, invita a reconsiderar la manera en que
educamos a nuestros hijos, sin ataduras ni imposiciones de patrones
establecidos. Niñas ajenas a estos patrones, armadas con un estuche de cosméticos
y con la mamá en el banquillo dieron rienda suelta a su creatividad y a su
concepción de la belleza.
Creo que cualquier mujer se
puede visualizar como una niña con un estuche de cosméticos, y eso es porque seguramente lo vivieron en
algún momento; es como tener la felicidad en tonos pastel entre las manos y si
a eso agregamos el contar con un modelo
vivo pues qué mejor, claro que la mamá es la candidata ideal, aunque tengo
registro de muchos padres que también se han visto “embellecidos” por sus
pequeñas. Cualquier recuerdo de esta experiencia es un momento feliz, pero
profundizar en los resultados de ese embellecimiento es algo totalmente
diferente.
Elly Heise confiesa haberse
apoyado a menudo con consultas psicológicas para entender el concepto de
identidad y la manera de representarla, este ejercicio le abrió la puerta a un
mundo fascinante en donde las niñas hacen a un lado las técnicas de maquillaje
establecidas e impuestas por quienes dictan la moda para dar paso a la visión
que ellas tienen del ser más importante en su vida.
Mientras las madres se
preocupan por cubrir las arrugas o las imperfecciones, las niñas se encargan de
poner color al lienzo que ya es hermoso para ellas. La belleza es subjetiva,
una mirada de amor le puede dar la vuelta a unos ojos cansados o a una piel
marchita.
El trabajo de Elly Heise nos lleva a pensar en que la belleza no está en el
objeto, está en los ojos con que se mira y no hay ojos más honestos que los
ojos de un niño.
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