St. Vincent
St. Vincent, la opera prima
de Theodore Melfi ha venido a darle sentido a la frase: “Las cosas no son lo
que parecen” así que no se deje engañar por la idea de que es una comedia rosa, es cierto que no hay mucha innovación en ella pero hay algo que ésta película sí tiene y eso es mucho Bill Murray.
Oliver (Jaeden LIeberher)
está viviendo la separación de sus padres, Maggie (Melissa McCarthy) su madre, lo ha llevado a vivir con ella,
corriendo con la suerte de instalarse justo al lado de la desvencijada casa de Vincent (Bill Murray).
Maggie debe aumentar sus horarios de trabajo por lo que no le queda más remedio
que dejar a Oliver al cuidado de Vincent quien incluirá al niño de 11 años en
sus visitas al hipódromo, al bar y hasta a su relación con Daka (Naomi Watts)
una stripper rusa embarazada.
Melfi aseguró la posteridad para su película al atreverse a llamar a Bill Murray, es gracioso enterarse que lo primero que dice Murray ante la llamada de Melfi es: “identifícate, porque te busqué en google y no existes”. Para su buena suerte a Murray no le importó arriesgarse con el novato director y guionista, que así a simple vista parece bastante inteligente, al menos al momento de seleccionar al elenco que le daría vida a su película.
Siempre he tenido la idea de
que Murray se interpreta a sí mismo y tal parece que esta sensación la confirmó
el mismísimo Murray al reconocerlo, claro que no digo que esto le resta valor a
su trabajo, pero su personalidad siempre se impone en sus personajes y Vincent
fue hecho a su medida.
Chris O'Dowd pone su granito
de arena al interpretar al maestro de la escuela católica de Oliver y Terrence
Howard, Reg E. Cathey y Ray Iannicelli tienen una pequeña participación.
Mención especial merece el pequeño Jaeden Lieberher que junto con Murray carga
el peso de la película, su química se nota en la pantalla, él se ve como pez en
el agua hablando al tú por tú a este gran actor.
Theodore Shapiro estuvo a cargo de la musicalización y me encantó, la película cuenta con dos o tres canciones memorables, ver a Bill Murray cantando a Bob Dylan fue un regalazo.
Theodore Shapiro estuvo a cargo de la musicalización y me encantó, la película cuenta con dos o tres canciones memorables, ver a Bill Murray cantando a Bob Dylan fue un regalazo.
St. Vincent es Bill Murray y
Murray es ácido, grosero, desaliñado, gruñón, antipático y un santo de closet. Su personalidad llenó de humor negro lo que debería de ser una película tierna,
esta combinación resultó ser fantástica.
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