Un legado sin pies
ni cabeza
Kin
nace de un cortometraje previo de los hermanos Jonathan y Josh Baker, después
de la buena aceptación de “Bag Man” los directores se lanzan por el
largometraje para, literalmente, expandir su historia que narra las andanzas de
Elijah (Myles Truitt), un niño afroamericano adoptado por Hal Solinski (Dennis Quaid), quien se encuentra
un arma extraña, y que debido a los actos delictivos de su hermano Jimmy (Jack
Reynor), se vuelve un tesoro muy preciado para Taylor Balik (James Franco).
Quizá no
se piensa muy difícil el reto de extender una historia, no será la primera vez
que un cortometraje se convierte en película, de hecho, esta fórmula ha
funcionado antes, pero aquí hay algo que no termina de cuajar. Me da la
impresión de que esta cinta está hecha como precuela de una historia que no
conocemos, y en vez de hacerla como un “Episodio I”, es decir, en vez de
empezar por el principio, pues primero te dejan con la duda y luego se regresan
para explicar de dónde viene todo esto.
Myles
Truitt y Jack Reynor tienen buena química entre ellos, para Dennis Quaid este
es uno más de esos papeles paternales que le van bien cuando ya no le queda de
otra, Zoë Kravitz es la chica linda de moda que por fortuna no lo hace mal y
con James Franco sólo me queda afirmar que sigue los pasos de Nicolas Cage, su
presencia en el elenco refleja que la película no da para mucho, lo cual es una
lástima porque tuvo un buen arranque en su carrera.
Kin (El
Legado) se queda corta en muchos sentidos, da una probadita de buenos efectos
especiales que no alcanzan a lucir al máximo, pero al menos ayudan a despertar
la curiosidad sobre lo que vendrá después, cuando todo el mundo entienda de qué
se trata.
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