El cadencioso blues de un esteta
"Toda persona negra nacida en Estados Unidos nació
en Beale Street". Así comienza If Beale Street Could Talk (Si la
colonia hablara), tercer largometraje el director Barry Jenkins (Moonlight), haciendo referencia a la
calle en donde se dice fue creado el blues en Nueva Orleans, pese a que la
historia de amor de Tish Rivers (KiKi Layne) y Fonny (Stephan James), se
desarrolla en la década de los setenta en Nueva York. Fonny ha sido acusado
injustamente de violación, estando en la cárcel Tish le dice que está
embarazada y que hará todo por sacarlo de prisión antes de que el bebé nazca,
para ello sólo cuenta con la ayuda de su familia. Sus padres Sharon (Regina
King) y Joseph (Colman Domingo), y el abogado que su hermana Ernestine (Teyonah
Parris) le consiguió.
Haciendo
uso de flashbacks y sus ya famosos primeros planos, Jenkins cuenta una historia
en diferentes tiempos, adentrándose en la intimidad de cada personaje. Teniendo
como base el libro homónimo de James Baldwin, del que también hace la
adaptación del guión, el director estadounidense se vuelve en extremo elegante
y meticuloso con los detalles. Acompañado una vez más por James Laxton en la
cinematografía hacen obvia la excelente mancuerna que forman.
La
fotografía es magnífica, la paleta de colores seleccionada para esta ocasión
incluye tonos cálidos, que van del amarillo pastel a los ocres intensos y
toques de verdosos. Visualmente es una delicia, como un chocolate cubierto de caramelo
en el aparador. En el fondo escuchamos una banda sonora (Nicholas Britell)
melancólica y seductora al mismo tiempo, invita a cerrar los otros sentidos
para dedicarnos sólo a escucharla, pero el trance visual nos lo impide.
No hay un
punto flaco en el elenco, todos hacen un excelente papel, especialmente Regina
King, aunque los novatos Stephan James y KiKi Layne no se quedan atrás. Si se
compara a If Beale Street Could Talk con Moonlight se puede decir que tiene mucho menos intensidad, de hecho
ni siquiera se siente como un drama desgarrador, tal parece que esta gente es
tan, pero tan buena, que nada ni nadie puede estropear su sinfonía de amor. El
tema no deja de ser el racismo, pero no se trata de vencerlo, sino de encontrar
la felicidad a pesar de él. Debo decir que este detalle no me gustó mucho,
intencionalmente dejaron que la fuerza de la historia sucumbiera ante la
belleza visual. Algo hay también de exceso en la cadencia, lo que hace que la
cinta se perciba demasiado larga y el esperado final tarda en llegar, y no
llegará de la manera que lo estamos esperando.
Jenkins es
la estrella de su película, con If Beale Street Could Talk demuestra
que no se piensa quedar a la sombra de un Oscar, y no será ésta película la que
quizá le dé uno más, pero sí es una prueba de que su destreza técnica ha
mejorado bastante. No hay un color mal puesto, ni en el diseño de producción,
ni en el diseño de vestuario. Si la colonia hablara es un lujo a
los sentidos, tal vez no todos estemos preparados para disfrutar tanta belleza.
Ésta es una película para contemplarse con ojos y oídos, la pasión, la indignación y el coraje los dejaremos dejaremos
para otra ocasión.
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