Una sutil bofetada a la impunidad
Ausencia, una voz en off. Las nubes
oscuras se instalan en la pantalla y la travesía comienza. En este viaje bajo la lluvia vamos a conocer
las historias de Miriam, una joven encarcelada injustamente, una “pagadora” en
un penal en Matamoros, alternando con la historia de Adela, trabajadora
circense que busca desde hace diez años a su hija, quien desapareció en manos
de hijos de judiciales.
Tatiana Huezo (El lugar más
pequeño), nacida en El Salvador, vive en México desde los cuatro años, se ha dado a la tarea de
retratar la impunidad, pero no de una manera fría como lo podría hacer una
noticia en el periódico. Huezo expone en
primer plano los rostros de las víctimas, lejos de las cifras y escándalos de
tonos amarillos, pero demasiado cerca de su intimidad.
Su ‘Tempestad’ me resultó
devastadora, una road movie que narra el camino de un huracán de dolor y
tragedias de dos mujeres que bien podrían ser todas las mujeres. Una muestra
más de que México no es el mismo
desastre para los hombres, que para las mujeres.
La han descrito como “poesía
fílmica”, y creo que le viene perfecto la definición. Una sutil bofetada de la
crueldad humana, así es este documental, o tal vez debería decir, este
experimento creativo que llevó a Huezo a pasar de una bella imagen a otra todavía más bella, mientras los
relatos de sus protagonistas nos estrujan el corazón.
Perfecta en el tejido de las voces,
la fotografía de Ernesto Pardo es tan brutal como hermosa. Melancólica, terrorífica,
con un fuerte poder de fascinación.
Tiene un arrullo lento, porque es imposible circular a altas velocidades
por la devastación humana que se extiende por nuestro país de una frontera a
otra como una plaga dolorosa.
‘Tempestad’ le puede resultar desconcertante,
tal vez absurda. Es fácil perderse entre las historias, tratando de buscar el
rostro de Miriam y la hija de Adela entre las imágenes que nada tienen que ver
con lo que escucha. Esta cinta requiere que usted esté dispuesto a soportar eso
que no quiere ver, eso, que tal vez por instinto de supervivencia, tratamos de
hacer como que no existe, hasta que nos toca, y entonces, ya es demasiado
tarde.
Otro documental más del México que
no nos gusta. Los temas se repiten, se repiten y se repetirán, porque el poder
del cine que protesta es necesario para hacer despertar un pueblo. La visión de
Tatiana Huezo va quitando, como quien quita las capas de una cebolla, los miedos
y las culpas. Deshoja un centro penitenciario regido por sicarios o el actuar
de la policía cuando de un caso de secuestro se trata, para dejar dos almas
desnudas. Una de ellas que teme por su vida y la de su hijo, la otra que ya no
teme nada.
Huezo tiene una destreza técnica
hipnotizante, una narrativa perturbadora y unas imágenes que sobreviven la
devastación después de la tormenta. Se necesita valor para darle la oportunidad
y aguantar hasta la escena final, en donde dejará el aliento que le queda, para
acompañar la desquebrajada humanidad que flota serena, pero agonizante en
nuestro país.
Cinta ganadora del Festival
Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México y del Festival
Internacional de Cine de Morelia. Premios Fénix: Mejor documental, fotografía
documental y música. Ocho nominaciones a los premios Ariel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario