Más que linda, es real
Ícaro tiene 9 años, le
gusta que todos lo llamen “Calabacín” como solía llamarlo su madre alcohólica a
la que accidentalmente ha matado. De su padre lo único que posee es su dibujo en
una comenta como un superhéroe al que le
gusta perseguir “pollitas”. A falta de ambos padres “Calabacín” ingresa a un
albergue en donde tendrá que rehacer su vida acompañado de otros niños con
iguales o mayores problemas que él.
“Ma vie de Courgette” (La vida de Calabacín), una cinta franco-suiza dirigida por Claude Barras fue considerada como la Mejor Película
de Animación en los premios de Cine Europeo. Candidata al Globo de Oro y al
Oscar en la misma categoría. ¿Por qué no ganó? Tal vez porque el público adulto
no está preparado para ella.
Sé que la sinopsis que le
he puesto no es nada atractiva si lo que está pensando es llevar a sus hijos a
ver una linda película animada, pero no la condene antes de verla. Más que
cruda “Ma vie de Courgette” está narrada de manera optimista y sin juicios,
así, como un niño describiría una vida llena de abusos de los que no es consciente.
Tiene el humor de la inocencia y es ajena a la conmiseración.
El director suizo
presenta su primer largometraje en stop motion participando también en la
adaptación de la novela “Autobiographie d'une courgette” (Autobiografía de un
Calabacín”) de Gilles Paris, junto con: Céline
Sciamma, Germano Zullo y Morgan Navarro. Entre los cuatro supieron llevar el difícil
tema de la cinta de una manera madura para los adultos y fácil de entender para
los más pequeños. No le prometo que
habrá risas al por mayor generada por pastelazos, pero si tendrá chispeantes
momentos de humor originados por las mismas ocurrencias con que nos hacen reír nuestros niños en casa. Sin perder
la simpatía, esta película resultará, sobre todo, en una experiencia reflexiva
para cualquier edad.
“La vida de Calabacín” me
recordó mucho a “Mary & Max” una cinta australiana del año 2009 de Adam
Elliot, la cual también tiene un guion bastante fuerte en donde se tocan temas
como el alcoholismo, depresión, trastornos alimenticios y orientación sexual. Sin
embargo “Mary & Max” no logra entrar en la clasificación A, fue catalogada como
una película para adultos de tonalidades sombrías, y pese a que fue narrada por
una niña, no se puede despojar del humor negro que la acompaña.
La animación en “Ma vie
de Courgette” es brillante y colorida, los personajes transmiten sus emociones
a través de su mirada, cosa difícil de lograr en el formato de stop motion. A pesar
de los temas que en ella se tratan, se mantiene alegre y muy emotiva. Cada
personaje mostrará las cicatrices que han dejado los adultos sobre sus vidas,
pero darán ejemplo de su recuperación, de la prevalencia de la alegría y la
esperanza.
Tiene una banda sonora
muy sutil cortesía de Sophie Hunger, con la bella fotografía de David Toutevoix
y el perfecto montaje de Valentin
Rotelli. Barras logra una cinta animada responsable, tan melancólica como un
día lluvioso y tan alegre como una mañana de radiante sol. Una película equilibrada que sabe asomarse a la tragedia de un grupo de niños y la narra en
su propio idioma.
El proceso de crecer no
se detiene por las circunstancias en las que les toca vivir su infancia, los niños en este
albergue, como cualquier otro niño en casa, se preguntan ¿de dónde vienen los
bebés? O ¿qué pasa cuando un hombre y una mujer están juntos? Quieren enamorarse
y piensan en un futuro.
Su vida los ha marcado
con diferentes cicatrices, entre ellos se entienden y saben que no están solos,
saben que tienen un lugar en el que encajan y son aceptados, más no pierden la ilusión de encontrar esa
misma aceptación en un adulto que esté dispuesto a amarlos tal como son.
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