Los habitantes indeseables
Eso de andar
dando brincos con el control de la televisión no siempre resulta en una
experiencia agradable. Es esos días
desqueharados en que te paseas por Netflix con la esperanza de
encontrar algo que se adapte a tu estado de ánimo y de repente un título atrae
tu atención (o tu morbo) y das click.
Fue así como
terminé viendo “Rats” el nuevo documental de Morgan Spurlock (Super Size Me),
la verdad es que con los pocos antecedentes que yo tenía de este hombre supuse
que me iba a resultar sarcásticamente divertido, es más, ya casi estaba
imaginando las primeras líneas de mi publicación al respecto, y mis ácidos comentarios dirigidos a los
defensores de los animales.
El documental
nace a raíz de la lectura del libro "Rats: Observations on the History
& Habitat of the City's Most Unwanted Inhabitants" ("Ratas:
observaciones sobre la historia y el hábitat de los habitantes más indeseados
de la ciudad") de Robert Sullivan. Y tal parece que justo al cerrar el
libro nuestro querido señor Spurlock, tuvo la grandiosa idea de hacer una
película de terror con él. Si cree, como lo creí yo, que todo esto es humor
negro, está muy equivocado.
Es literal que Spurlock
filmó a estos desagradables roedores como si fuera una cinta de terror, en contubernio con Discovery Channel, el
documentalista nos brinda una mirada asquerosamente entretenida a las ratas en
todo el mundo. Los ángulos de cada toma están pensados para hacerlo brincar del
susto, será por eso que para su presentación se incluyó en la sección “Midnigth
Madness” del Festival de Cine de Toronto.
Con la intención quizá de ponerse en un tono más serio, el director no
aparecerá esta vez en su propio documental como es su costumbre, y su
tradicional sarcasmo lo deja de lado, tal vez su toque de cinismo se limitó a
la presencia de Ed Sheehan, quien es algo así como el Chuck Norris mata ratas
de Nueva York. El Sr. Sheehan será nuestro guía en este “rats worldwide tour”.
Son famosas las
ciudades plagadas por ratas, Nueva York parece ser la más popular, millones de dólares
destinados a matar millones de ratas. ¿Y dónde están los defensores de los
animales?, me preguntaba yo. ¿Por qué nadie viene a defender a las pobres
ratas? ¿Acaso sufre menos una rata que un gorila o qué? Y no es que yo sea
amante de los roedores, al contrario, estoy más cerca de la musofobia que de
convertirme en una Juana de Arco ratuna, lo mío eran meras ganas de estar
jodiendo y un mucho de ingnorancia. Después de ver este documental lo único que
puedo decir es que: ¡Maten a todas! ¡Que se extingan del planeta! Por desgracia
estamos más cerca de que sean las únicas que sobrevivan el Apocalipsis.
Mi estómago no
es para nada débil, tal vez sea el órgano más poderoso que poseo, siempre hice alarde
de ser capaz de comer cualquier cosa por exótica que fuera, y aunque siendo una
mexicana tragona promedio, no puedo tener la seguridad de nunca haber probado
una rata. Ya ve que por acá no tenemos la certeza de la procedencia de nada, aunado
a que los conocedores aseguran que sabe a pollo, pero más dulce, pues entonces si
me la comí seguro ni lo noté; pero pasar de la ingesta accidental inconsciente
a pedir mi rata término medio, definitivamente no.
“Rats” se puede
ver digamos por episodios, ya que cada lugar que visitamos se presenta por separado, la
justificación a esto se debe, quiero asumir, a darle la oportunidad de
renunciar al sacrificio de estar viendo esto. No es una película para quienes
vomitan fácilmente, pero si usted tiene temple de acero y no tiene problema con
conocer las asquerosas entrañas de estos animales, para después dedicarle un
safari urbano a la cacería a mano “limpia” de estos roedores, o si es tan
amante de los animales como para entrar a un templo y comer del mismo plato que
lo hacen 35 mil ratas juntas, pues adelante, créame que aprenderá muchas cosas
que no le servirán más que para pensar que pronto vamos a morir.
A manera de anécdota
y recomendación, le diré que desde hace varios años, me ha dado por lavar con
agua y jabón todos los productos de mi alacena, especialmente las latas de las
que se bebe directamente. Con especial espero y cuidado enjabono cada uno de
los huevos que compro antes de meterlos al refrigerador, y no todo se debe a mí
ya legendaria “psicosis del trapito”, en este caso se debe a la intención de
disminuir el riesgo de contraer leptospirosis, enfermedad que se trasmite por
estar en contacto con la orina o excrementos de diferentes animales, ratas
sobre todo. Bueno, pues después de ver este documental estoy pensando
seriamente en conseguir un poco de Cobalto 60 e irradiar toda la alacena para
eliminar cualquier posibilidad de secreción ratuna. Claro que si son más
resistentes que las cucarachas no tendrá mucho caso.
Del documental
le puedo decir que no creo que trascienda como los trabajos anteriores del
director, y seguro eso será porque muy pocos serán los valientes que se asomen
a verlo, pero si es su intención hacerlo, lo puede encontrar en los nuevos
lanzamientos de Netflix, en la programación de Discovery Channel o en algunas
plataformas digitales.
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