Acción vs Historia
La negación en psicología
se considera un mecanismo de defensa que consiste en enfrentarse a los
conflictos negando su existencia o relevancia. En el caso de la saga de Jason
Bourne podemos afirmar que se niega a morir. Después de casi diez años y de
todo un “legado” de películas que incluyen: “The Bourne Identity” (2002), “The
Bourne Supremacy” (2004), “The Bourne Ultimatum” (2007) y como bonus, “The
Bourne Legacy” (2012) protagonizada por Jeremy Renner como Aaron Cross; ahora
nos llega la quinta entrega de la saga llamada sencillamente “Jason Bourne” con
el regreso de Matt Damon.
Jason Bourne busca su
lugar entre las filas de los súper agentes como: Jack Ryan, Ethan Hunt y James
Bond. Y lo hace con todo el derecho, no digo que no, ya que ha sabido ganarse
su lugar entre sus seguidores; pero, ¿en verdad todavía tiene algo que ofrecer
para ellos?
Jason Bourne (Matt Damon)
comienza a recuperar la memoria, pero todavía tiene muchas interrogantes por
responder. Ha vivido escondido, ganándose la vida con los puños, cuando aparece
Nicky Parsons (Julia Stiles) para darle valiosa información sobre su pasado. Lo
que lleva a Bourne a reanudar su búsqueda de respuestas poniendo a temblar a Robert
Dewey (Tommy Lee Jones), director de la CIA, quien llama al agente-villano en
turno (Vincent Cassel) para que trabaje junto con Heather Lee (Alicia Vikander).
“Más pronto cae un
hablador que un cojo”, suele decir mi dulce y santa madre, y esta vez le tocó
caer a Matt Damon, quien ya había dada por terminada su participación en la
saga en el año 2007. Junto con él regresa el director Paul Greengrass (The
Bourne Supremacy, The Bourne Ultimatum), quien repite mancuerna con el
guionista Christopher Rouse.
Vamos primero
por lo bueno. Me pareció que hicieron muy bien en actualizar la historia, en
involucrarla en los nuevos contextos políticos y en las paranoias cibernéticas.
Tiene un elenco fenomenal que incluye muchas, muchas, muchas arrugas y bolsas
en los ojos (Damon, Cassel y Lee Jones), con el atenuante de la belleza de moda
Alicia Vikander.
De aplaudirse
sus secuencias de acción, particularmente la de Grecia y Las Vegas. El año
pasado que hablábamos sobre la última entrega de James Bond, Spectre, me tocó
criticar esas persecuciones en ciudades muy bellas pero desérticas, sin un alma
transitando por ahí. Bueno, pues Greengrass, no sólo les puso un extra de extras,
sino que hizo un destrozadero que Dios guarde la hora. Con esto dejó muy claro
que esto, es una película de acción, y los amantes del género se pueden dar por
bien servidos.
Aunque no soy
precisamente fan de Damon (en serio que no le encuentro el encanto), les puedo
decir chicas, que este polluelo de 45 años está mejor que nunca, arrugadito sí,
pero físicamente impresionante. Bourne sigue siendo infalible en combate, claro
que eso ya lo sabíamos, pero nada que le resta agilidad el paso de los años. Va
que vuela para ser el próximo Liam Neeson.
Lo malo de
“Jason Bourne” es que no agrega nada nuevo a la saga, si en un principio de la
cinta nos brincaba el corazón porque ¡por fin recuperó la memoria!, ahora sí
vamos a conocer su truculento pasado, y pues nada. Tendremos información nueva
pero no sabremos qué hacer con ella, porque todo esto parece el “resurgimiento”
de una historia a la que no le quedaba nada más por aportar. Si la pensaban
dejar como final final, siento decirles que es algo fácil de olvidar, ahora, si
como lo temo, es la oportunidad de sumar millones e intentar alcanzar a Bond en
el número de entregas, tendrán que buscar una historia mucho mejor que esta.
Como una cinta
de acción, funciona. Largas secuencias que llegan a alcanzar el suspenso que
nace del caos, un buen retrato del colapso social, si recordamos todos los
disturbios de los últimos años y pensamos que siempre nos viene bien alguien
con la capacidad de rescatarnos. Adelantos tecnológicos que nos llevan a
preguntarnos: ¿por qué no usan eso para encontrar a…? Aunque al final
llegaremos a la conclusión de que para eso tenemos y tendremos a Jason Bourne.
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