Sublime y desafinada
Ya se me hacía que
quitaban de cartelera a Marguerite y que me quedaba sin verla. ¡Qué cosa linda
de película! Y qué momento más agradable pasaron los pocos incautos que osaron
aventurarse en una sala de cine de arte.
La Gran Guerra ha
terminado, estamos en un París de los años veinte en donde Marguerite Dumont (Catherine Frot) es una millonaria amante de
la música y la ópera a quien le gusta cantar entre su grupo de amistades. A
pesar de que Marguerite canta espantoso, ni su marido Georges Dumont (André
Marcon), su fiel mayordomo (Denis Mpunga), su maestro de canto (Michel Fau) o
alguno de sus números amigos se atreven a decirle que es una verdadera tortura
escucharla. Lo único que les interesa es disfrutar del dinero de la cantante.
Cuando Frot comienza a
cantar da la impresión de que lo que parecía ir encaminado a ser una magnífica
película de época, se tornó en una cinta ridícula, extravagante y rayando en una total
tontería, pero no se rinda tan pronto, si le da un poco de tiempo le llegará la
ternura, la aplastante lógica infantil, el sentimiento que todo lo puede y un
amor gigantesco que lo acompañará hasta su casa al terminar la función.
Cada personaje fue
forjado con mucho cuidado, como si de un cabaret burlesque se tratara.
Marguerite en la nueva versión del cuento de Hans Christian Andersen, “El traje
nuevo del emperador”, en donde Giannoli utiliza la vida de Florence Foster
Jenkins (de quien la sra. Meryl Streep también nos traerá pronto su versión),
para hacer una crítica a la sociedad de esa época y un merecido homenaje a una
cantante nada talentosa, pero sí muy valiente.
La producción, el diseño
de vestuario y la ambientación son excelentes, la banda sonora resulta
alucinante gracias a esos tonos desastrosos. El canto de Marguerite es de esos
exquisitos y contados casos en lo que
horrendamente malo se transforma en algo muy bueno. La genialidad de la cinta
depende de la falta de habilidad para el “bel canto” de su protagonista, así
como de la férrea convicción de su grandeza.
El director y guionista
Xavier Giannoli (Quand j'étais chanteur) sale muy bien librado con esta cinta
que no es ni drama, ni comedia en bruto. Es muy divertida y emotiva a la vez,
pero lo más maravilloso del asunto es que quedó muy lejos ser sentimentalista. Con
un final que podrá interpretar a su preferencia y la memorable actuación de Catherine
Frot.
Marguerite le destrozará los oídos y le tocará el
corazón, de eso no hay duda, pero no saldrá llorando a mares, sino con una gran
sonrisa que lo motivará a seguir con su afán de cantar en karaoke que se le
ponga enfrente, o ya de menos en la
regadera, porque ¿qué puede ser peor que Marguerite Dumont?
No hay comentarios:
Publicar un comentario