The Hundred-Foot Journey
(El
viaje de los 10 metros)
“Para cocinar debes matar, creas
fantasmas. Cocinas para crear fantasmas, espíritus que viven en cada ingrediente”
Parte del placer de ver una película
en donde la gastronomía es parte fundamental de la trama, es ese viaje que
hacemos al país, o países, sedes de la filmación. La comida es parte de la
cultura, es parte del arte que representa una nación. Algo común en las
películas de este género son los puentes que se hacen entre culturas, “The
Hundred-Foot Journey” es un claro ejemplo de esos puentes.
La familia Kadam se ve obligada a
abandonar Mombai (Bombai, India), como primera opción Papa (Om Puri), pide
refugio en Londres, por desgracia el clima de Inglaterra no coopera para el
negocio familiar que es un restaurante, por lo que comienza su recorrido por
Europa para encontrar el lugar ideal. Ese lugar resulta ser Saint-Antonin-Noble-Val
en Francia. Pero no todo es encanto en la campiña francesa, ya que nada más al
cruzar la calle, a 30.48 metros para ser exactos (olvídese de los 10 que nada
que ver), se encuentra el famoso restaurante
Le Saul Pleureur con una estrella Michelín en su haber y con Madame
Mallory (Helen Mirren) custodiando sus puertas. Hassan Kadam (Manish Dayal) es
el cocinero estrella de la familia y con la ayuda de Marguerite (Charlotte Le
Bon) intentará hacer historia en ese pequeño poblado con una rival muy poderosa
frente a él.
Yo me pude dar por bien servida con la
primera escena de la película, cuando la madre de Hassan persigue al vendedor
de erizos, la manera en que el pequeño Hassan lo toma en sus manos y lo huele, me
llevó inmediatamente a pensar “nunca he probado un erizo… ¡quiero un erizo!”. A
la fecha no los he probado, pero estoy en la búsqueda de ese sabor que se
equipare a la expresión de ese niño.
“Los erizos de mar saben a vida, ¿no
te parece? La vida tiene un sabor propio, oculta en su caparazón vida cruda y
hermosa”
La cocina francesa no necesita mucha
propaganda, en el caso de la cocina hindú creo que se necesitan paladares
específicos para disfrutarla. No he tenido la oportunidad de visitar la India,
pero creo que para conocer la comida de la India es necesario comer en la
India. Y seguro es lo mismo con la gastronomía de cualquier país. Hablando de
platillos extranjeros preparados en México, es difícil encontrar uno que no
esté digamos “mexicanizado”, lo cual cambia muchísimo los sabores originales. Los
intensos sabores del curry, el comino negro, el cilantro, cardamomo, nuez moscada y las
mezclas que se hacen con ellos (masala), demandan un paladar abierto a
experimentar.
Sin embargo, hablando en específico de
la película, el director sueco Lasse Hallström logró hacerle honor a esta
cocina milenaria. Para lograrlo contó con la ayuda del famoso Chef indio Floyd Cardoz. Cardoz se
sintió identificado con el personaje y esa empatía se notó en los primeros
planos que se le dieron a los platillos. En “El viaje de los 10 metros” no hay
utilería, hay platillos deliciosos que van de la comida típica de la india a
las novedades de la gastronomía molecular.
Hallström lleva con armonía, y de
manera bastante simpática además, los lazos familiares, las brechas generacionales
entre padres e hijos y ese peso del arraigo a las raíces y a los momentos de la
infancia que nos forjaron. El “llegar a ser” por encima de la fama, o muy por
encima de una estrella Michelín, radica en
ser fieles a nosotros mismos y a los valores que hemos elegido. A veces hay que
descender en los escalones del triunfo para alcanzar la felicidad y eso, con
curry, sabe mucho mejor. ¡Feliz viaje!
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