Ataques con ácido
Odio en su máxima expresión
Los ataques con ácido (acid atack, acid
throwing o vitriolage) son una plaga que se expande a gran velocidad. Asia
comenzó a sufrir esta nueva presentación de odio desde hace muchos años, África
ya es cliente asiduo con Etiopía,
Nigeria, Sudáfrica y Uganda encabezando la lista. Italia ya figura en la lista
de países europeos que han reportado este tipo de ataques y Colombia, sí, leyó
usted bien, Colombia tiene registrados 926 casos en los últimos 10 años. Gina Potes,
fue el primer caso reportado en ese país en 1996.
“Por bonita” le dijeron a esta chica
colombiana cuando tocaron a la puerta de su casa y le arrojaron la sustancia a
la cara. Sergei Filin director artístico del Ballet Bolshoi de Rusia ya es
parte de las estadísticas, después de 18 operaciones no ha recuperado la vista.
Clasificado como un delito de tipo “domestico”, y aunque resulta obvio
encasillar estos ataques en la categoría de violencia de género, el ataque a hombres viene en aumento.
En Asia y África el 80% de las víctimas son mujeres (el 30% del total de las mujeres agredidas son menores de edad, hay niñas y adolescentes entre ellas), pero en Colombia las cosas están muy parejas, se podría decir que van 50/50. En Inglaterra las agresiones masculinas están muy relacionadas con rivalidades entre pandillas.
En Asia y África el 80% de las víctimas son mujeres (el 30% del total de las mujeres agredidas son menores de edad, hay niñas y adolescentes entre ellas), pero en Colombia las cosas están muy parejas, se podría decir que van 50/50. En Inglaterra las agresiones masculinas están muy relacionadas con rivalidades entre pandillas.
La activista Katie Piper, sufrió un
ataque en el 2008 por un novio celoso. Al día de hoy lleva casi 100 operaciones.
Con estos datos el asesinato en primer grado suena a misericordia, pero no es
un “te quiero muerta”, es un “quiero que sufras a niveles inconcebibles”.
Los ataques tienen una logística
sorprendentemente simple, comprar una pistola es difícil, comprar ácido no
tanto. Usted va y consigue un poco de ácido sulfúrico, o ácido clorhídrico que
es mucho más fácil. Ni se preocupe por el precio, a nivel mundial no pasa de un
dólar, y luego va y lo arroja a la cara de la persona que más odie en la vida. Lo más seguro es que no la mate,
ya que “por fortuna” la mayoría de las víctimas tienen una larga vida. Lo único
que pasa es que quedará con altas posibilidades de quedar ciega y con la
garantía de quedar desfiguradas para toda la eternidad. Aunado claro a los
dolorosos tratamientos y cirugías que serán necesarios para tratar de revertir
lo irreversible.
Son muchas las víctimas que no denuncian por temor a
represalias mayores. Es común…muy común, encontrar menores de edad entre los
agresores. Las mujeres son el blanco más buscado, no sólo por hombres, sino por
otras mujeres. Estos ataques son, en muchos casos, una conspiración que incluye
a más de tres agresores, aunque es tan simple como arrojar un vaso de agua.
La empresa de publicidad Ogilvy &
Mather ha desplegado una campaña para crear conciencia sobre este problema llamada:
Make love not scars. Con esta
campaña buscan poner fin a este tipo de violencia de género. Las víctimas
necesitan tratamientos y rehabilitación, la gran mayoría viven en pobreza
extrema y están aterradas. La organización apoya a las víctimas en la busca de justicia, pero sobre todo, la meta es impedir que la venta de ácido se
realice de una manera tan fácil como ir a comprar un dulce a la tienda.
Puedes visitar la página para obtener
más información.
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