15 may 2015

Mad Max: Fury Road

Mad Max Fury Road
George Miller


Treinta años han pasado desde que vimos a Max Roskatansky (Mel Gibson) por última vez, Tom Hardy seguramente seguía en pañales cuando Gibson iniciaba con el papel que lo llevó a la fama, mismo que no quiso retomar y prefirió pasar la estafeta a este inglés venido a más, yo no sé si a estas alturas se esté dando de topes contra la pared porque al que llaman el “reboot” menos esperado de la historia ha venido a transformar el cine de ciencia ficción.

Max (Tom Hardy) cae prisionero de Inmmortan Joe (Hugh Keays-Byrne) señor de los War Boys, quien mantiene acaparado el mayor tesoro de un mundo post-apocalíptico:

“No se vuelvan adictos al agua; esa sensación se apoderará de ustedes y extrañaran su ausencia”.

El agua, la leche materna, el combustible, la sangre y la fuente de la vida están resguardados en una fortaleza. Imperator Furiosa (Charlize Theron) traiciona a Immortan Joe para rescatar a las mujeres que son usadas para perpetuar la especie de este desquiciado.

Para poder empezar, necesito que alguien me explique ¿qué fue lo qué le pasó a George Miller? ¿En dónde estaba éste hombre? Dejó la saga de Mad Max hace 30 años para hacer películas para niños (Lorenzo's Oil, Babe, el cerdito valiente, Happy Feet) y ahora se aparece así como que si nada para decirle a Michael Bay ¡quítate que ahí te voy! ¡Qué digo Bay! Georges Lucas y Spielberg pueden brincar de emoción con esta película, está bien, tal vez exageré un poco, pero Joss Whedon puede disculparse e irse lejos de aquí.

A sus 70 años Miller hizo evolucionar  la decadencia, transformó el Valhalla en un paraíso de arena, miseria y destrucción, además tuvo a bien acompañarlo de una guitarra eléctrica espectacular que nos lleva en un viaje desquiciado al centro del caos. No podría decir que la historia cambia radicalmente, pero en esta entrega sitúa a las mujeres en un rol que no habían tenido en este tipo de películas. Si usted pensaba que Tom Hardy era el superhéroe, o mejor dicho, el antihéroe de ésta película pues está muy equivocado; Charlize Theron busca su redención luchando contra la opresión masculina; en ese futuro imperfecto la salvación está en la liberación de las mujeres reprimidas y en su poder de traer a la vida de regreso. Así que no sólo consigue echarse a la bolsa a la comunidad masculina elevando la testosterona a cinco mil, sino que se ganó también la admiración del público femenino.

Mad Max Fury Road tiene 3 personajes principales: Charlize Theron, Tom Hardy y Hugh Keays-Byrne, pero los autos bien podrían llevarse un Oscar. Todos esos amantes del “enchúlame la máquina” y los fans de la saga Rápido y Furioso alcanzarán el orgasmo vehicular antes de que la película llegue a la mitad. ¡Esos son autos! (dijera mi abuelito). Todo el poder de los V8 y carburadores gigantescos harán babear al más inocente de los especialistas en motores de combustión interna.

Otro personaje memorable es la música, amé al loco desquiciado de la guitarra y el himno de guerra de los tambores. El soundtrack estuvo a cargo de Junkie XL quien ya había hecho lo propio con Paranoia y 300: Rise of an Empire. En esta ocasión el DJ musicaliza la furia, nos lleva del estruendo al sepulcral silencio… ¡alucinante!

Me tocó ver la película en su versión 3D y la recomiendo ampliamente, las imágenes son increíbles, en serio sientes que la boca se te llena de arena, pero sin el efecto mareador que tienen las películas de Transformers. Platicando con algunos expertos en la sala me comentaron que eso se debe a que son imágenes reales, no hay abuso de las imágenes creadas por computadora, así que la cosa esa vertiginosa que te obliga a minimizar los errores no existe. O sea, ¡George Miller hazme un hijo! (sigo eufórica como se pueden dar cuenta).

Lo malo, que no es malo y por lo tanto es más malo aún, es la violencia; definitivamente no es una película para niños, así que por favor absténgase de llevarlos porque van a salir con el subconsciente abollado. Entre explosiones, dementes deformados, mutilaciones y muertes heroicas de guerreros kamikaze poco queda que sea humanamente rescatable. La violencia es perfecta y que Dios me perdone, pero es una obra maestra del cine de acción, ahora sí que es la epifanía del genocidio cultural y ésta simple mortal que es capaz de derramar lágrimas por Candy Candy salió locamente enamorada de ella.

Todas las caracterizaciones, el diseño de vestuario y la ambientación estuvieron más que perfectas, Hugh Keays-Byrne es un buen ejemplo de todo este trabajo, él ya había dejado su huella en las llanuras australianas con su personaje de Toecutter en Mad Max. Su personaje refleja lo que es esta película,  no es un remake, no es una continuación, es la transformación de la historia.

Miller abrió las puertas del infierno y lo impregnó de napalm, sus pilotos acrobáticos son la más alucinante aberración del Cirque du Soleil; la apocalipsis alcanzó la supremacía y coronó a una mujer como su ama y señora. Bien por los escuetos diálogos de Tom Hardy que tuvo a bien no salir con un “I’ll be back” y dejó a su atormentada apariencia todo el peso del personaje. Doblemente bien por Charlize Theron porque hizo un papel extraordinario, tal vez con toda la intención de sacrificar su impresionante belleza como hizo en Monster, sólo que esta vez ni la grasa, ni la mugre, o el rodar por las dunas y mucho menos la mutilación fueron capaces de arrancarle sus bellos rasgos.

Mad Max Fury Road es la película más violenta que he visto, pero también la más maravillosa de éste género. Una película que marcará un antes y un después, no recalca una huella dejada con anterioridad, sino que imprime todo el peso de la genialidad de este gigante que estaba dormido, hemos llegado a la era de George Miller.






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