Documental
Wim Wenders y Juliano Ribeiro
Salgado
El fotógrafo Sebastião Salgado ha recorrido
los cinco continentes, en sus 40 años como fotógrafo ha sido testigo de los más
terribles acontecimientos que ha sufrido la humanidad en los últimos años: Guerras, hambrunas, migraciones
masivas, destrucción y muerte. Se ha enfrascado en proyectos por años,
entregando después de cada uno un libro con la recopilación de su trabajo:
La mano del hombre (1993),
Trabajadores (1996), Terra (1997), Otras Américas (1999), La mina de oro de
Serra Pelada (1999), Éxodos (2000) y Génesis (2013)
Los libros son un proyecto familiar
en los que están involucrados totalmente su esposa Lélia Wanick y su hijo Juliano Ribeiro Salgado.
Lélia es el motor que mueve a Salgado, la que lo empuja y lo levanta.
Investigadora y editora de sus libros y su compañera incansable.
Win Wenders descubre el trabajo de
Salgado con las fotografías de Serra Pelada y con es buen ojo que tiene para
hacer lucir el arte de sus protagonistas (Relámpago sobre el agua, Buena Vista
Social Club) se adentra en un proyecto
de 8 años con Sebastián Salgado y su
hijo, quien es coautor de este documental.
En la sal de la Tierra Salgado narra
su propia historia, desde su niñez en una finca en la selva brasileña, su
juventud, sus estudios en economía, su faceta como activista por la que fue
exiliado en París junto con su esposa y sus inicios como fotógrafo que lo
llevaron a alejarse de casa por periodos hasta de 10 años, durante los cuales
sus fotografías hacían un puente entre él y su familia.
En la película su rostro y sus
palabras se superponen a la vida que ha pasado por su lente. Las imágenes son
fuertes, la crueldad está reflejada en ellas, la deshumanización resulta casi
insoportable a los ojos que no hacen más que seguir la escala de grises de sus
fotografías. Hambrunas, enfermedades, muertes sin sentido son vistas con el acento que le imprimen el blanco y el negro. Su arte nos trae de
regreso la explotación laboral, la guerra en Yugoslavia, las migraciones en
África y la trágica historia del genocidio en Ruanda.
A una imagen estremecedora le sigue
otra, y otra y otra; estamos tan acostumbrados a ver las montañas de cadáveres en
los archivos de la Segunda Guerra Mundial que parece que los kilómetros de cadáveres
regados por la superficie africana en la década de los noventas ya no dejaron
registro en nosotros. Los incendios petroleros de Kuwait originados por las
fuerzas iraquíes de Sadam Husein requirieron de 11 meses del esfuerzo
sobrehumano de bomberos de todo el mundo para aplacar su táctica de “tierra
quemada”. El conflicto en la antigua Yugoslavia llevó a vivir a la comunidad
europea una masacre sin sentido en donde los vecinos se disparaban unos a otros.
Todo esto entre 1990 al 2000 ¿y dónde estaba yo? ¿En dónde estábamos todos en
ese momento?
Alguna vez Salgado fue acusado de
comercializar con la miseria humana, las fotografías que daban fe de esos acontecimientos,
esas mismas que le costaron su desmoralización y que lo llevaron a pensar que
los humanos no teníamos derecho a habitar el planeta, comenzaron a darle más
críticas que premios, y estamos hablando del que ha recibido todos los premios
posibles en el mundo de la fotografía. La verdad es que las imágenes son
bellamente atroces, por su calidad fotográfica, su composición y la estética
que las compone, todo eso aunado al sufrimiento humano provocado por los mismos
humanos. Miradas que gritan auxilio en un mundo que guarda silencio.
Laurent Petitgand fue el encargado
de poner música a este documental, sólo diré que hizo un excelente trabajo, y
la fotografía ni se diga, Wim Wenders es fotógrafo también y Juliano Ribeiro Salgado le conoce
perfectamente el “lado” a su padre.
Como documental es maravilloso,
estuvo nominado a mejor documental en los premios Oscar, en los Indepentent
Spirit Awards y nomidado también como mejor película en los premios Goya. Se
llevó el premio a mejor documental en los premios César, el premio Especial del
Jurado en Cannes y el premio del público en San Sebastián.; así que a mí no me
queda mucho por decir.
Descubrir de su propia voz y desde
el seno de su propia familia el trabajo de este extraordinario fotógrafo ha
sido una gran experiencia, dolorosa en ocasiones, pero ha valido la pena. Con estos
antecedentes nunca podría pensar que su intención alguna vez fue comercializar
el sufrimiento. Su trabajo activo con organismos internacionales como UNICEF,
el Alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la OMS, Médicos
sin fronteras, Amnistía Internacional y la titánica labor que está haciendo en
su tierra natal son prueba suficiente de su compromiso social con todos y cada
uno de los seres que conocimos a través del lente de su cámara.
Tal vez los asusté un poco con
la temática del documental, pero no den la media vuelta por eso, al final tendrán una luz de esperanza, Salgado
en su momento también perdió la fe en la humanidad, después de ser testigo de
tanta crueldad, Lélia le devolvió de nuevo la esperanza y lo llevó a regresar a
sus orígenes, a esa grandiosa creación del universo que sigue presente en
nuestro planeta. Su nuevo recorrido comienza en Galápagos y siguiendo los pasos
de Darwin Salgado retrata nuestra salvación y nos entrega Génesis, un tributo a
la vida.
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